El mundo de la gastronomía, la literatura y el entretenimiento despertó esta mañana con una noticia difícil de asimilar: Anthony Bourdain, uno de los chefs más connotados y respetados del planeta, -aparentemente- se quitó la vida.
La madrugada de este viernes 8 de junio, Bourdain, de 61 años, fue encontrado muerto. Estaba en Francia trabajando en un nuevo episodio de su programa Parts Unknown, de CNN, con el que ha recorrido el mundo buscando platillos e historias.
En nuestro país, una de las reacciones más sentidas en redes sociales desde temprano provino de la escritora, periodista y especialista en gastronomía Marjorie Ross.
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“Qué triste y frustrante: Anthony Bourdain dejó de vivir”, escribió en su Twitter Ross, Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez (2009).
La investigadora de las relaciones entre la cocina y la cultura de los pueblos, y autora del libro Los siete pasos de la danza del comer. Cultura, género e identidades destacó una de sus frases favoritas de Bourdain: “‘Lo raro para nosotros, es delicioso para el mundo’: frase suya que me encanta”, escribió. “Evidencia lo que nos perdemos al negarnos a probar platillos nuevos, asumiendo una actitud xenófoba en la mesa”.
Conversamos con Ross sobre el legado del chef estadounidense, y cómo su trabajo la impactó personal y profesionalmente.
¿Cómo describiría usted el legado que deja Anthony Bourdain?
Estoy sumamente triste porque era un hombre talentoso, excelente como chef, como cuenta cuentos, como escritor. Básicamente, desde mi punto de vista como estudiosa de lo que es la cultura culinaria, creo que él llena algo que para mí es vital, que es que veía el planeta desde la olla y al mismo tiempo la olla desde los rincones más lejanos del mundo. Nos permitía una visión que usualmente es difícil que la gente tenga, que es que en todo lo que comemos está también lo que somos, desde lo más íntimo hasta lo más trivial.
¿Qué fue lo que lo hizo diferente a otros chefs?
Yo pienso que él era un chef en toda la dimensión de la palabra. En su relación con la comida, no solo como un hacedor de platillos -que uno puede ser muy talentoso en eso-, sino que además, tenía la visión de presentarle a los televidentes (desde que comenzó a ser un chef mediático) todo lo que significa la preparación, la siembra, la cosecha y finalmente la degustación de un platillo. Nunca se quedó simplemente en lo que era prepararlo, sino que llegó como a las entrañas de lo que es la cocina. Escribía muy bien, de manera que no solo tenía la pantalla para expresarse, también lo hacía muy bien desde la parte escrita.
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Con esta partida, su sentir como periodista, escritora y experta culinaria viene entonces desde varios flancos.
Quizás es por eso que estoy tan triste y tan frustrada. Yo a lo largo de la vida he tenido cuatro amigos que se suicidaron y siempre algo que los llevó al suicidio luego la vida lo revirtió. Lo terrible es que uno se queda con esa sensación de la irreversibilidad del suicidio. Era un tipo con el que yo sinceramente, sin conocerlo, compartía tantas cosas, porque son diferentes facetas en las que siempre me he interesado o que he trabajado... y él las hacía excelentemente. Lo siento como si se me hubiera muerto un colega cercano.
Destacó en su mensaje una de las frases que Bourdain dijo: “Lo ‘raro’ para nosotros, es delicioso para el mundo”. ¿Qué le dicen esas palabras?
Una de las cosas que expresan más la otredad, es la cocina. Uno está acostumbrado a la cocina de la tribu, la cocina de los nuestros y a nivel muy micro, la cocina familiar. Hay una relación muy directa de lo que uno es con lo que uno come. En una época de la globalización, ese paso que hay que dar para poder ser igual a los otros, para poder respetar la otredad, para poder no discriminar, para poder tener el contacto con otras culturas desde una gran amplitud de miras, era justamente lo que él presentaba. Obviamente si usted le dice a mucha gente en Costa Rica: ‘este es un delicioso gallo de chapulines’, va a hacer mala cara o no lo va a querer probar. Pero si usted va a varios lugares en México y le ofrecen un gallo de chapulines va a ser una forma de compartir su comida con usted. Eso que él producía en el televidente y en la gente que lo leía, para mí es maravilloso. Permitía que la gente se diera cuenta de eso. Lo que es raro para uno, efectivamente, es delicioso para el otro. Esa no es simplemente una frase, habla de quienes somos y de cómo nos abrimos a lo que nos es distinto.
Menciona también usted un abordaje que no es muy usual en el mundo culinario: la xenofobia desde la mesa.
En este momento en que hay tanta polarización y que vemos actitudes absolutamente discriminatorias en muchos aspectos de la vida, la mesa no se escapa de eso. No nos damos cuenta de forma evidente, no lo percibimos, pero si uno raspa un poquito se da cuenta. Por ejemplo, a través de la historia hay pueblos que han sido definidos despectivamente por lo que comen. Cuando había mucha rivalidad política entre Inglaterra y Francia, los ingleses le decían a los franceses ‘comedores de ranas’. Era muy despectivo y así hay muchísimos ejemplos que muestran cómo incluso pueden terminar hasta en guerra. Se ven explicitados -obviamente no es que la guerra la va a producir comer ranas o no-, pero se ve explicitado hasta en cómo nos referimos a ese otro con el que estamos en antagonismo .
¿Qué pierde el mundo con la partida de Anthony Bourdain?
Pierde en muchos sentidos, precisamente porque él era un individuo tan talentoso y multifacético. Desde el punto de vista de la cultura culinaria se pierde muchísimo, porque él abría mentes. Abría mentes a través del bocado y eso es muy único. No es común.