Ya no volverá a imprimirse el Diccionario de la lengua española (DLE), antes conocido como Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Ahora se trabaja en la próxima edición, pero será únicamente digital y se la escribe “desde cero”, informó Francisco Javier Pérez, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua (ASALE).
Pérez visitará Costa Rica invitado por la Academia Costarricense de la Lengua (ACL). El miércoles 22, a las 5 p. m., dictará una conferencia sobre “La lengua española hoy”; será en el auditorio de la Biblioteca de Ciencias de la Salud de la Universidad de Costa Rica.
Pérez es un lingüista venezolano y substituye al cubano Humberto López Morales. Fue elegido por unanimidad en México en el 2015 durante un congreso de la ASALE, que reúne a 23 academias nacionales. La Real Academia Española (RAE) y la ASALE han copublicado una Ortografía, una Gramática, un Diccionario de americanismos y el Diccionario panhispánico de dudas.
El visitante fue presidente de la Academia Venezolana y desarrolla una notable trayectoria como catedrático e investigador. Pérez ha publicado más de 15 libros de historia y de lingüística, entre los que figuran el Diccionario histórico del español de Venezuela y El lexicógrafo inadvertido: Alejandro de Humboldt y su exploración lingüística.
Conversamos con él:
–¿Cuáles son los motivos de su viaje a Costa Rica?
–El motivo central de mi viaje es cumplir con la visita institucional que el secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española debe hacer a cada corporación para evaluar, junto a los académicos de cada país, las políticas panhispánicas de la Asociación.
–¿Cuál es la utilidad de la academias de la lengua?
–Las academias son instituciones que están llamadas a servir de orientación sobre el uso de la lengua. Ajenas a todo purismo, buscan describir y señalar las posibilidades expresivas de la lengua y proponer los mejores usos, que son siempre los que los hablantes privilegian dentro de las diversas opciones que una lengua como el español manifiesta.
–¿Cómo se admite una palabra en el DLE?
–El Diccionario de la lengua española se elabora siguiendo una metodología de trabajo que responde a criterios de aceptación de la diversidad, dentro de la notable igualdad del español. El camino de ingreso de una palabra en el diccionario puede ser rápido o muy demorado de acuerdo con los materiales que permitan documentar su uso y las maneras concretas en que ese uso se manifiesta.
”Cada propuesta es documentada y descrita en función de esas documentaciones y sometida a un largo proceso de revisión y estudio panhispánico que implica el reconocimiento de la voz en las distintas hablas nacionales y la propuesta de acepciones y modos semánticos en que esa misma voz se usa en los distintos países”.
–¿Se reimprimirá el DLE?
–Ya no. La edición 24 del DLE será digital y de nueva planta. Es decir, no será una versión en pantalla de lo hecho en papel, sino que se procederá desde cero a describir las voces, gracias a las muchas delicias que supone el formato digital de un diccionario: múltiples entradas, eliminación del orden alfabético, posibilidad de aportar muchas informaciones sobre las palabras y frases, imposible en el formato tradicional de los diccionarios.
–¿Qué es la pobreza lingüística?
–El uso pobre de la lengua es el desperdiciar las muchas opciones expresivas que la lengua nos ofrece. No lo veo como incorrecciones en el uso, sino el no entender las mejores posibilidades para el uso efectivo de la lengua. Todo lo que huela a purismo lingüístico queda descartado.
–¿Cuál es la diferencia que hay entre orientar al hablante y normar el idioma?
–La norma es un resultado de la lengua, en donde los hablantes nos reconocemos, frente a la orientación, que es un recurso didáctico para que la norma se mantenga.
–¿Prefiere las gramáticas descriptivas o las normativas, o hay un punto medio?
–Las descriptivas siempre. No hay punto medio pues representan extremos que no pueden congeniar.
–Si el DLE no es normativo, ¿en qué se diferencia del Diccionario Vox?
–Al contrario, al entenderse como el más representativo diccionario de nuestra lengua, el DLE es moderadamente normativo. La aceptación de voces está sujeta a criterios que reflejen que las voces que están allí deben permitir el más fiel retrato léxico de la lengua.