El portero del restaurante anuncia a su jefe que se acerca la policía. Rápidamente retiran los ceniceros, tiran los alimentos vencidos y esconden al nuevo empleado: un inmigrante sirio.
Lo encierran dentro del baño junto a su aspiradora, que permanece encendida, y un zaguate que, al igual que él, fue rescatado recientemente de la calle.
Al irse la policía, abren la puerta y Khaled entiende que está a salvo. Sale de su escondite cargando al perro y dice: “Es un perro muy astuto. Le enseñé un poco de árabe y se convirtió al islam ya que le pareció mucho más interesante que el budismo”. El cocinero asiente seriamente.
Con situaciones absurdas, diálogos cortos y personajes inexpresivos, el director finlandés Aki Kaurismäki construye su estilo particular de hacer cine. En este caso se trata de una escena de El otro lado de la esperanza (The Other Side of Hope, 2017), su más reciente película que lo hizo acreedor del Oso de Plata a mejor director en el Festival Internacional de Berlín.
Pero da igual cual escena mencione, ya que prácticamente toda su filmografía transpira un estilo trágico pero divertido, depresivo pero inspirador. Tal vez lo más admirable de todo es que sus películas sean tan frías y distantes, pero al mismo tiempo conmovedoras y esperanzadoras.
Aki Kaurismäki es el cineasta más conocido de Finlandia, y quizás el único que muchos conocen. La consistencia de su estilo y sus temáticas ha marcado a otros realizadores alrededor del mundo, dentro de los que me incluyo. Las películas de Kaurismäki giran en torno a problemas sociales y políticas como el desempleo, la criminalidad, los refugiados y el suicidio.
Se podría pensar que estos son temas comunes y recurrentes en el cine, pero al igual que cualquier otro gran autor, lo que transforma sus películas en obras dignas de ver más de una vez es su forma de contar la historia, y no tanto la complejidad o lo impredecible de la misma. Aki aborda la dificultad de vivir en un mundo hostil y despiadado desde un lugar cómico y en ocasiones absurdo.
Su estilo se ubica en lo que se conoce como comedia seca. Se caracteriza por ser una forma de humor en la que no hay mayor variación en la forma en que se presentan las emociones o el lenguaje corporal. Es decir, no importa lo que le esté pasando al personaje, este se va a comportar con una tranquilidad imperturbable.
La obra de este director se reconoce con facilidad, ya que los elementos que componen su puesta en escena, en apariencia simple, suelen reiterarse.
Una cámara bastante estática, que únicamente se mueve cuando se tiene que mover. Los decorados y el vestuario con colores vivos, y su iluminación es bastante directa y clara, como sus diálogos. Sus personajes principales forman parte de la clase obrera, y son catalogados por la sociedad como “perdedores”. Por lo general, decide trabajar con los mismos actores, que interpretan personajes que fuman incansablemente.
Los lugares donde se desarrollan sus historias tienen siempre un aire melancólico y nunca puede faltar un bar-restaurante donde los personajes ahogan sus penas escuchando música en vivo.
El uso de la música en sus películas es generalmente diegético, es decir, forma parte de la historia. No es extraño si Joe Strummer toca en un pequeño local de Helsinki, si Gardel suena en una rocola o si una banda finlandesa interpreta una balada en el momento en el cual el personaje no sabe cómo resolver sus problemas (o proyecta lo que siente).
Este año, el Costa Rica Festival Internacional de Cine, le dedica su retrospectiva. Aki Kaurismäki tiene 18 películas en su filmografía, además de cortos, participaciones y documentales. En Costa Rica únicamente han llegado a salas dos de sus obras: El hombre sin pasado (The Man Without a Past, 2002), que estuvo en cartelera tres años después de su estreno mundial, y Le Havre (2011), que fue proyectada en otra edición del festival.
Su retrospectiva en el Costa Rica Festival Internacional de Cine 2017 contará con cuatro de sus películas: La chica de la fábrica de cerillas, dos que forman parte de su “Trilogía Finlandia” –Nubes pasajeras y El hombre sin pasado– y su más reciente El otro lado de la esperanza.
En esta última, Wikstrom, un vendedor de camisas que compra un restaurante ordinario, trata de ayudar a Khaled, un refugiado sirio que intenta sobrellevar un sinfín de tragedias tras huir de Aleppo, su ciudad natal que fue bombardeada.
En La chica de la fábrica de cerillas (The Match Factory Girl, 1990) se cuenta la vida terriblemente aburrida de una mujer que trabaja en una fosforera, la cual se ve afectada por la soledad y las consecuencias de una noche de sexo ocasional.
En Nubes pasajeras (Drifting Clouds, 1996) una pareja lucha contra la adversidad y el desempleo que golpea la ciudad de Helsinki. Por último, El hombre sin pasado (The Man Without a Past, 2002) trata sobre un hombre que es asaltado y recibe una paliza tan fuerte que lo hace perder su memoria. Deberá salir adelante sin saber quién es y a qué se dedica, hasta que eventualmente su pasado lo vuelva a buscar. Esta es quizá su película más conocida, y le ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes.
Si han visto alguna de sus películas y les gustó, los invito ver el resto o volver a disfrutar en la pantalla grande esos planos estáticos donde la paleta de color está fríamente calculada. Y si no conocen el trabajo de este director finlandés, es una gran oportunidad para dejarse sorprender. Kaurismäki los conmoverá con un cálido acercamiento a la solidaridad y esperanza del ser humano, pero manteniendo siempre con una fría y distanciada visión sobre la humanidad.
Retospectiva CRFIC 2017
Aki Kaurismäki homenajeado con una retrospectiva en el Costa Rica Festival Internacional de Cine, que se celebra esta semana en San José. Ya se exhibió El hombre sin pasado este sábado 9. A las sesiones de diálogo posteriores a la exhibición asistirá Timo Malmi, especializado en la obra de Kaurismäki.
La chica de la fábrica de cerillas (1990): Teatro de la Aduana, jueves 14 de diciembre, 2:30 p. m.
Nubes pasajeras (1996): Cine Magaly, martes 12 de diciembre, 3 p. m.
El otro lado de la esperanza (2017): Cine Magaly, domingo 10 de diciembre, 6 p. m.