Si se le pregunta por sus partos, María Angélica se revela como una entusiasta de la idea de que la naturaleza debe seguir su curso durante el nacimiento de sus bebés. Una cesárea o cualquier inducción artificial de su labor no van con ella, siempre que las pueda evitar.
No obstante, hace tres años, esta colombiana radicada en Costa Rica estaba al término de su segundo embarazo y, cuando tuvo su última cita prenatal, supo que sus planes se iban a pique. Recuerda que, durante la consulta, su obstetra separó –sin su consentimiento– la membrana que conecta el saco amniótico con la pared del útero, lo cual es una práctica para inducir la labor.
“Luego de mi primer parto, supe que hubo una intervención innecesaria; y, para ese segundo embarazo, sentí que el doctor tampoco estaba siguiendo mi plan de parto”, cuenta la mujer, quien es madre de Luisa, de 6 años, y de Felipe, de 3.
Cuando aquella tarde empezaron sus contracciones, María Angélica estaba emocionalmente desmoronada. Sus niveles de tensión eran tales que tenía la certeza de que su jornada terminaría con una cesárea. Entonces llamó a Jenny Rodríguez, quien para aquella época estaba haciendo los trámites para certificarse como doula .
Una doula no es una médica, una enfermera ni una partera; más bien es una mujer que sirve de compañía y apoyo a la parturienta durante su proceso de labor o durante los días posteriores al nacimiento del bebé.
Aunque el término es poco conocido en Iberoamérica, Rodríguez afirma que la figura de una mujer que acompaña a la embarazada ha existido siempre.
Ella, una psicóloga y educadora prenatal radicada en Costa Rica desde hace más de 20 años, explica que la doula ofrece principalmente confianza o, en sus palabras, “una conexión de corazón” con la pareja, y especialmente con la mujer.
“Una persona que está tensa no puede entregar su confianza. En un ambiente de hospital, a las mujeres no se les permite entrar en esa confianza por tener a tantas figuras de autoridad a su alrededor”, explica la doula con su fuerte acento estadounidense .
Al llamar a Jenny, María Angélica quería encontrar a alguien en quien depositar esa confianza. No obstante, la comunidad médica todavía ve con recelo a una mujer a quien percibe como una extraña en la sala de parto.
Pequeña tendencia
En Costa Rica, únicamente hay dos doulas que aparecen certificadas en la base de datos que publica en Internet la Doula Organization of North America (DONA): Jenny Rodríguez y Ansú Coto. No obstante, Rodríguez afirma que el uso de estas acompañantes es una tendencia en Estados Unidos, y que está creciendo lentamente en Costa Rica.
Su empresa, Previda, cuenta con una base de datos que agrupa a unas 15 mujeres que trabajan como doulas en el país y que están en proceso de certificación.
Ansú Coto acompañó a la estadounidense Natalie Kennedy y a la costarricense Natalia del Valle en sus partos. Ambas dieron a luz a sus hijos en casa y aquellas experiencias de acompañamiento las motivaron a ofrecer, ellas mismas, sus servicios como doulas a otras mujeres.
Del Valle recuerda poco del alumbramiento de su hija Gaia, pero una de las pocas cosas que sí le quedó en la memoria es la compañía silenciosa de Coto.
“Una está en un trance tan fuerte que no puede concretar exactamente qué es lo que necesita. La doula es como si fuera una parte de una que está pendiente de las cosas que en ese momento no se pueden verbalizar: le ofrece a una tomarse un vasito de agua o acompañarla para ir a orinar”, explica Del Valle.
Por su parte, Natalie Kennedy recuerda con una satisfacción especial la terapia de masajes que Coto le procuró durante sus dos partos, especialmente en el primero, cuando su labor se extendió durante tres días.
“Mientras yo estaba en el parto, recuerdo estar pensando: ‘¿Por qué una mujer va a querer que le pongan una epidural cuando tiene a alguien haciéndole caricias?’ Es muy lindo tener a una persona a la par con ese espíritu de amor y paciencia”, dice.
Cuando describe sus oficios, Coto recuerda el origen de la palabra doula , que viene del griego y significa “sirvienta”.
Coto agrega: “Debe haber una claridad del rol como acompañante pues nunca se sustituye el apoyo del padre y no se dan comandos a la madre, más bien se está al servicio de ambos: doula es la mujer que asiste”.
Ansú Coto también es instructora en un conjunto de técnicas conocidas como hipnoparto y afirma que, durante 13 años, ha asistido a 135 partos en hospitales y clínicas privadas, así como en casas.
El acompañamiento por doulas se da habitualmente en este tipo de sitios. Por las normativas internas, los hospitales públicos permiten que la mujer sea acompañada solo por una persona, que habitualmente es el padre del bebé o un familiar.
El papel de la doula se puede entender groseramente como el de una porrista y una masajista durante el parto. Sin embargo, la DONA agrega a estos oficios dos funciones más delicadas y que también son las más controversiales en la sala de parto: traducir la información médica a términos comprensibles para la madre y defender los deseos expresados por la pareja en su plan de parto.
Polémica
El doctor Danilo Medina suma 26 años de práctica obstétrica. Actualmente, da consulta privada y es el jefe de Ginecología en el hospital Calderón Guardia. Él confía en el ojo clínico que le dan los años de experiencia a un médico, a una enfermera obstétrica y a una partera. Sin embargo, no termina de confiar en las doulas .
“Esta es una persona extraña que le podría llegar a decir al médico: ‘Mire, eso no tiene que hacerlo de esa manera sino de aquella otra’. En un momento dado, se pueden convertir en distractoras”, afirma Medina.
Además agrega que las responsabilidades finales por las decisiones tomadas en la sala de parto recaen en el doctor y en la institución médica.
Medina cuenta cómo, en una ocasión, lidió con el parto difícil de una paciente que llegó a su consulta privada en proceso de labor. La mujer venía acompañada por una doula , quien estimulaba a la mujer a tener un parto vaginal. El doctor afirma que le dio 24 horas de plazo, el cual se cumplió sin que el alumbramiento se produjera naturalmente.
“Yo terminé diciéndole a la paciente: ‘O se opera o me voy’. Al final terminé haciéndole la cesárea y la otra señora se fue furiosa”, cuenta el médico.
Las doulas suelen mantener una convicción férrea a favor del parto natural y promueven que los alumbramientos se desarrollen solo con las intervenciones médicas ineludibles. Por ejemplo afirman que la cesárea solo se debería practicar cuando es estrictamente necesaria.
No obstante, Jenny Rodríguez afirma que una doula también debe ser una acompañante que, de ser necesario, guíe a la embarazada para que tenga el parto que ella ha planeado, incluso si la mujer prefiere usar intervenciones médicas con los cuales la doula no está de acuerdo.
“No se hace lo que yo creo, sino lo que la pareja ha decidido”, afirma Rodríguez.
Ansú Coto se extiende aún más allá, y sostiene que la actitud de una doula debe ser humilde. Según ella, la acompañante puede hacer sugerencias, pero también debe ser respetuosa y tener cuidado en cómo opinar.
“Yo he sentido una actitud muy receptiva por parte del personal médico, aunque no con todos”, afirma Coto, al tiempo que agrega: “Una debe tener claro su papel de servicio, debe saber quiénes están por encima de una: la institución, los médicos, las enfermeras y los papás”.
Beneficios
Un estudio elaborado por la red internacional The Cochrane Collaboration, titulado Apoyo continuo para las mujeres durante el parto (2007), revela que las pacientes que contaron con este tipo de ayuda –no necesariamente brindado por una doula – tuvieron labores un poco más cortas, fue más común que tuvieran un alumbramiento vaginal, requirieron de menos analgésicos y, en general, se sintieron más satisfechas con su experiencia.
El doctor Adam Paer es un médico que está de acuerdo con la participación de doulas cuando la mujer así lo quiere. Él afirma que ha percibido beneficios intangibles en labores en las que estuvieron presentes estas mujeres. Específicamente, sus pacientes han estado más serenas.
Aunque el padre del bebé puede ser una buena compañía, el médico dice que no se debe subestimar el atolondramiento que puede acompañarlo durante el parto. El doctor sabe que hay ocasiones en las cuales un hombre, a pesar de sus buenas intenciones, no le puede dar todo el apoyo que requiere una mujer en labor.
“Hay esposos que tal vez no pueden dar una buena compañía por la ansiedad o el nerviosismo del momento”, precisa.
Paer actualmente solo trabaja en consulta privada, pero anteriormente trabajó varios años como obstetra en el hospital México. Los partos en la seguridad social, resalta el médico, se dan en condiciones mucho más estresantes que en las clínicas privadas, y afirma que allí sería aún más necesario el acompañamiento de las mujeres.
La Organización Mundial de la Salud retoma el estudio de The Cochrane Collaboration y afirma que el apoyo a las parturientas durante su labor podría reducir costos en los hospitales públicos pues se reducirían las intervenciones médicas evitables.
Jenny Rodríguez concuerda con el doctor Paer en que las embarazadas que llegan a la seguridad social son las que más necesitan de compañía.
“Están sometidas a una situación en donde su voz no se escucha, se sienten intimidadas y hay reglamentos que las limitan en cuanto a lo que pueden lograr”, afirma.
Rodríguez cree que se puede crear una red de voluntarias con mujeres experimentadas que estén dispuestas a acompañar a las mujeres durante sus partos en los hospitales públicos.
“Ninguna mujer debe parir sola, eso para mí es un crimen”, declara.
Hace tres años, María Angélica Ricaurte se hallaba en medio del alumbramiento para tener a su último hijo y estaba segura de que, a pesar de sus deseos, su parto terminaría en cesárea.
“Yo llegué llorando al hospital y Jenny nos reenfocó a mí y a mi esposo. A mí me dijo: ‘esto es suyo y vamos adelante’”, cuenta.
Finalmente, María Angélica tuvo a su hijo Felipe sin usar anestesia epidural, de lo cual se muestra orgullosa. Con la confianza desmoronada, solo necesitaba de alguien que la ayudara a levantarse de nuevo.