La sobrevivencia del jaguar pesa sobre el lomo de los machos jóvenes, pues de ellos se requiere que crucen hacia nuevas áreas, encuentren una hembra y mantengan la conectividad, y el flujo genético que evite los problemas asociados a la endogamia.
Se dice que uno solo de estos individuos que cruce esa frontera en el tiempo de una generación, bastaría para perpetuar la especie por al menos 100 años.
Anteriormente, a partir del estudio de los huesos, los científicos creían que existían subespecies de jaguar ( Panthera onca ), el felino más grande en América que está en peligro de extinción.
“Se hicieron análisis genéticos de jaguares desde México hasta Argentina y se encontró que no habían subespecies (...); todos eran del mismo tipo”, explicó Roberto Salom, investigador y director de la organización Panthera.
Así, la genética vino a explicar algo que sería clave en la conservación de la especie: los jaguares ya utilizan, por su cuenta, un corredor biológico.
“Han sabido mantener una conectividad a lo largo de su distribución. El hecho de que ese jaguar pase y encuentre una hembra al otro lado, ya es suficiente para mantener la conectividad”, comentó el especialista.
Salom agregó que si al menos uno de esos individuos lograra cruzar a otra área en el tiempo de una generación, bastaría para mantener el flujo genético y evitar que haya problemas asociados a la endogamia.
Zona de tránsito. En Costa Rica, cada jaguar requiere un área entre 10 y 30 km² para sobrevivir.
“No son áreas exclusivas, puede haber un cierto traslape. De hecho, dos machos pueden estar en una misma área, pero sí tratan de evitarse. Por eso utilizan otro tipo de señales como llamados y marcas con orina o heces”, explicó Salom.
Sin embargo, esa disponibilidad de espacio es cada vez menor debido a la ampliación de la frontera urbanística y agrícola. Por esa razón, el consolidar ese corredor biológico ayudaría a evitar su extinción al facilitar la dispersión de animales.
No se trata solo de crear parques nacionales o reservas sino áreas de manejo que sirvan de “puentes” entre unidades de conservación.
“El ideal para ellos es estar en el bosque maduro porque ahí es donde están sus presas, pero otras áreas son usadas por machos juveniles para desplazarse. Esos juveniles buscan otro territorio, donde no haya un macho residente, para establecerse”, dijo Salom.
De esta manera, en ese corredor biológico puede haber una combinación de sitios de vocación agropecuaria y otros más forestales, e incluso tener poblados cercanos.
Calidad del corredor. Además de que ese macho juvenil necesita espacio por donde pasar, también la calidad del hábitat influye en el éxito de sobrevivencia y eso se asienta en la cantidad de presas, la calidad y disponibilidad de agua, así como la cobertura boscosa del lugar.
“Los corredores tienen relativa eficacia en poblaciones pequeñas de 50 a 70 animales (...). Es importante no solo establecer áreas que sirvan como corredores biológicos sino que se tienen que realizar estudios a largo plazo sobre la calidad de estos y evaluar si de verdad cumplen con el objetivo primordial de mantener el flujo génico entre poblaciones”, destacó el informe elaborado por Gustavo Gutiérrez, Jorge Rodríguez, Kathy Traylor y Carolina Sáenz sobre modelaje de poblaciones que presentaron en el Taller de análisis de la población y hábitat del jaguar (2009).
Asimismo, recomendaron el establecimiento de corredores y áreas bajo alguna categoría de protección, de tamaño y calidad.
A fin de cuentas, cada paso es una conquista. Si ese joven macho logra pasar al otro lado y tener descendencia, el bosque seguirá en equilibrio. Conservar un jaguar implica proteger el agua, los árboles que almacenan carbono y otros servicios ambientales que los seres humanos también disfrutan.