Quizás los artistas que se reúnen en esta exposición hayan coincidido en más de un aspecto de su vida, pero no se lo habían confesado hasta converger en una celebración sobresaliente. Grandes y jóvenes del arte costarricense pone a conversar a 30 creadores que marcan un momento en la historia del arte local.
Los retos son similares, y la voluntad, la misma: expresar ideas, explorar conceptos, experimentar con técnicas y ponerse a prueba siempre. Son 40 obras que alumbran el piso inferior de la Galería Nacional y ponen a dialogar los lenguajes distintivos de artistas que crearon escuela y otros que caminan hacia su consagración.
“No hay edad para el arte”, insiste la experimentada artista Grace Herrera Amighetti mientras repasa las obras de sus colegas. A su lado, Sofía Ruiz, una artista consolidada en años recientes, comenta y compara las obras exhibidas.
Junto con Sebastián Mello, director de la galería, exploran los caminos divergentes que abre esta notable exhibición.
Herencia creativa. Octubre es el Mes del Adulto Mayor, y el Consejo de Tutores de la Galería Nacional decidió celebrarlo con la presentación de las obras de artistas mayores de 65 años. Estos creadores han sido reconocidos por su extensa trayectoria, abundante en experimentos y aproximaciones a las artes plásticas.
Sebastián Mello quiso complementar esta muestra y confrontar las obras consagradas con planteamientos de artistas cuya obra se consolida poco a poco en el escenario artístico local. “Como la mayoría de artistas jóvenes han salido de una universidad, hay una base académica en sus propuestas, pero cada uno tiene su estilo definido, y hay épocas que definen estilos”, considera Mello, quien resalta esa variedad en las obras.
Sofía Ruiz nota que hay algunas coincidencias entre las obras de ambos grupos: “Muchos artistas jóvenes continúan con lo figurativo, pero también tenemos adultos mayores cuya área siempre fue el abstracto, o jóvenes que buscan esto”, dice resaltando la variedad.
De ese modo, contrastes y convergencias saltan a la vista en cada sala. Las visiones urbanas y explosivas de Felo García y Luciano Goizueta; los desnudos en reposo de Sonia Romero y de Roberto Guerrero; y los colores de Rafa Fernández, que parecen rociar las esculturas de Mayahuel Zumbado.
El espectador descubre conexiones que, como hilos invisibles que atraviesan los años, unen obras de maestros y pupilos – pues muchos se han conocido en la academia–; son encuentros casuales, como la vitalidad de la naturaleza de Luis Fernando Quirós y Tere Aguero.
“El arte es un trabajo solitario. Se puede conversar sobre el arte, aclarar ideas, discutir sobre el análisis de una obra, pero, a la hora de trabajar, es la artista con su trabajo”, recalca Herrera, quien destaca la individualidad. Ruiz añade: “Debe tomarse una idea, renovarla, hacerla propia, y, de pronto, puede que no todo esté inventado y que resulten obras novedosas”.
“En el camino, una encuentra dificultades o soluciones, ideas nuevas, y solo aparecen cuando uno trabaja”, dice Herrera.
“Eso es investigar para un artista: estar trabajando constantemente y exponiéndose a problemas nuevos porque, así, uno va sacando más de su imaginación y de sus posibilidades”, agrega.
Los artistas se han vuelto así investigadores y experimentadores: cada uno ha desarrollado un lenguaje personal que resuena en un diálogo incesante. Herrera, Ruiz y Mello subrayan la importancia de saber presentarse como artista, de poder explicar y comprender la propia obra y de comunicarse. “Si no hay investigación, la obra no se sostiene”, dice Ruiz. Sugieren que la colaboración entre los artistas les ha facilitado a muchos ir tallando su propio espacio en galerías y museos y, como aquí se confirma, en el devenir del arte nacional.
Usted puede visitar esta exhibición hasta el 4 de noviembre en la Galería Nacional. Entre semana, la galería abre de 8:30 a. m. a 4:30 p. m. Los fines de semana, de 9:30 a. m. a 5 p. m. Teléfono: 2258-4929.