En un laboratorio de la Universidad Estatal de Arizona, el doctor en robótica Andrés Mora planea un viaje a 1.500 metros bajo el mar.
No será este costarricense quien se sumergirá en la profundidad oceánica, sino los llamados sensorbots: unos robots que han ocupado sus últimos dos años en el laboratorio del profesor Cody Youngbull.
Mora, josefino egresado del colegio Calasanz, ha desarrollado sus sensorbots junto a David Ganger, estudiante de doctorado en Ingeniería Eléctrica y Greg Wells, que estudia Ingeniería Eléctrica.
Mora se ha encargado de diseñar, evaluar, crear e implementar estos robots de 12,5 cm de diámetro externo y 840 gramos cuya misión parece de ciencia ficción.
Los sensorbots espiarán los secretos que resguardan las llamadas ventanas termales en las profundidades del mar. Estas son unas fisuras por donde el agua entra y luego sale, pero a temperaturas de hasta 400 grados Celsius.
“Muchos han dicho que este es el lugar donde las primeras formas de vida tomaron lugar en el planeta”, asegura Mora. Por eso, estos sitios atrapan la atención.
“La idea es que si nosotros podemos ir a monitorear continuamente parámetros en esos mismos ambientes, podríamos entender cómo las formas de vida pueden sobrevivir en esas condiciones extremas. Incluso, podríamos extrapolar ese conocimiento para entender cómo surgió la vida en otros planetas y cuerpos celestes”, añadió.
De vecino a vecino. La tarea encomendada a estos esféricos espías, fascina tanto cómo la forma en que se comunican entre sí. Ellos lo logran a través de una luz azul y código ASCI (siglas en inglés de Código Estadounidense Estándar para el Intercambio de Información).
Primero descienden a 1,5 km, con ayuda de una grúa y a bordo de un sumergible (el Remotely Operated Vehicle o ROV) que con su brazo robótico los colocará en las posiciones deseadas. Una vez ahí, ellos comenzarán a recabar datos como conductividad, acidez, temperatura del agua, entre otros. Luego, cada sensorbot transmitirá la información a su vecino de la siguiente manera: si la luz se enciende el robot interpretará un 1 y se apaga un 0. Así es como se irán recopilando los datos para transmitirlos a un nodo central y este, a su vez, entrará en contacto con un nodo submarino.
“A partir de ahí, la comunicación será por fibra óptica hasta el centro de investigación (Universidad Estatal de Arizona) donde se monitorean las condiciones del ambiente”, acotó Mora.
La primera versión de estos pequeños “curiosos” ya realizó una exploración exitosa en la costa oeste de Estados Unidos, a unos 900 metros bajo el mar.
La segunda versión de los sensorbots –en la que apareció en escena el ingenio costarricense– aún espera por una fecha para su prueba o debut en el mar. Ya se han hecho pruebas exitosas con ellos en una piscina salina del Monterrey Bay Aquarium Research Institute (MBARI) .
Las previsiones son muy buenas. “Ninguna tecnología similar reúne todo lo que estos sensorbots: sistemas integrados, transferencia de datos y comunicación”, asegura Cody Youngbull, responsable del laboratorio donde se diseñan y desarrollan estos robots en el sitio web de tecnología MacArtney.