El 15 de junio se celebra el Día del Árbol en Costa Rica. Esta efeméride ambiental fue instaurada por el presidente Alfredo González mediante el Decreto Ejecutivo N.°14 del 25 de mayo de 1915. De niños y en nuestras escuelas muchos costarricenses recordamos este día de manera especial porque plantábamos árboles en diferentes sitios.
Los árboles no solo han sido uno de los mejores amigos que ha tenido el ser humano a lo largo de su existencia, sino que, además, hoy día se consideran los seres vivos más longevos del planeta. El Pinuslongaeva en Estados Unidos se cree tiene más de 4.000 años, igualmente los eucaliptos en Australia, los baobas en África y las sequoias en Estados Unidos comparten larga vida, superior a 3.000 años. Hasta los olivos del monte de los Olivos en Israel son tan longevos que con seguridad departieron con Jesucristo antes de su pasión.
En Costa Rica, las plantas han privilegiado todo su territorio. De esta manera hay más de 9.000 especies conocidas, cerca de 2.000 de ellas son árboles que crecen a lo largo y ancho de nuestro preciado territorio. Hay robles en la cordillera de Talamanca que pueden tener 1.000 o más años, las ceibas son impresionantes y con seguridad vieron pasar a Cristóbal Colón, los cenízaros se han convertido en mundos vivientes pues en sus ramas sobresalen las epífitas que acompañan su vida, entre ellas nuestra preciada flor nacional, la guaria morada. Muy cerca del cenízaro encontramos nuestro árbol nacional, el guanacaste, uno de los árboles más conocidos de nuestro país.
Árboles endémicos. Pero también existen los árboles endémicos, aquellos que no crecen en otros países y que solo Costa Rica hasta el momento ha prestado su territorio para que crezcan y se desarrollen, entre ellos el palo de hierro endémico, además a la isla del Coco, el quira endémico del Pacífico central y sur y el extraño “gambudo o gambito” (Huberondendron allenii) endémico de la península de Osa, entre otros. Costa Rica hasta se dio el lujo hace algunos años de publicar una familia de plantas nueva para la ciencia cuyo único representante es un árbol, el jaúl macho cuyo nombre científico es Ticodendron incognitum.
No pueden faltar los árboles nativos que le han dado tantos beneficios económicos a los costarricenses porque sus frutos son comestibles. Quién no conoce a la guayaba, el cas, la guanábana y el cacao, sin olvidar los cítricos que, aunque no son nuestros, son altamente comercializados. Igual tenemos los que han sido usados en la medicina natural para diversos propósitos como el targuá, el baco y el chilillo.
Nuestro territorio, además, ha sido generoso por la gran cantidad de árboles que han aportado su corazón por su valiosa madera, como el cristóbal, el cedro, el nazareno, el ron ron, el cocobolo y la caoba, esta última en grave peligro de extinción y su corta, vedada por un decreto ejecutivo del Gobierno desde 1997, al igual que otras 17 especies.
Deforestación. Los árboles, sin embargo, y a pesar de todos los beneficios que nos han dado, han sufrido muriendo con sus entrañas abiertas a las inclemencias del tiempo, por tala, por incendios y porque estorban para que se desarrollen obras de infraestructura.
La deforestación que ha sufrido Costa Rica a lo largo del tiempo ha sido terrible, aunque hoy digan que la cobertura forestal es del 50% de nuestro territorio. ¿Cuántos árboles perderíamos? Lamentablemente todavía nuestros árboles siguen estorbando en las costas guanacastecas, el Pacífico central y la zona sur.
Hoy que se celebra el Día del Árbol digamos todos juntos: “Árbol que tiendes hacia las nubes en un ejemplo de elevación...” y que sea su padre el Sol quien los proteja y desarrolle, porque muchos ticos los siguen destruyendo.