Managua. El diplomático Javier Sancho, nuevo embajador de Costa Rica en Nicaragua, llegó con una encomienda del canciller Enrique Castillo: repeler las “campañas” que el Gobierno sandinista orquesta contra Costa Rica en la opinión pública nicaraguense.
Así lo afirmó Castillo durante una entrevista que él y Sancho le dieron a La Nación a las 9 p. m. del jueves, noche en que la delegación costarricense ofreció una recepción a diplomáticos y empresarios (ticos y locales) para inaugurar la nueva sede de la embajada en el residencial Las Colinas.
El canciller expresó que, si bien la embajada debe ser una puerta abierta a las relaciones con la sociedad nicaraguense, también debe ser una resistencia.
“Ser una resistencia en el sentido de que Nicaragua constantemente nos agrede, la prensa nicaraguense constantemente nos agrede. Esta es la primera trinchera (...) tener a alguien, una oficina que sea capaz de responder a la prensa, de hacer las aclaraciones o las refutaciones que sean necesarias”, dijo.
Lo dice alguien que al terminar la cumbre del Sistema de Integración Económica dijo “yo no le tengo miedo a la prensa”, cuando se le informó que medios locales querían entrevistarlo.
Sancho, en su lenguaje diplomático, sostuvo que esta embajada es un laboratorio político y que hoy las relaciones entre ambos países caminan, pero podrían mejorar.
El embajador agregó que muchos nicaraguenses sienten que algunas informaciones son manipulación, sobre todo quienes tienen algún lazo con Costa Rica, sea porque allí estudiaron o porque tienen hijos o parejas costarricenses.
Pero Castillo señala el otro lado de la moneda: Debido a la manipulación mediática, hay muchos nicaraguenses que creen el cuento de que Costa Rica les quiere robar el río San Juan y eso no es cierto.
Según el canciller, el embajador deberá replicar los ataques infundados y argumentó que, en el último año, el gobierno de Daniel Ortega orquestó una campaña contra Costa Rica con la que aparecían diariamente tres o cuatro artículos en la prensa en relación con la trocha fronteriza.
“No estábamos en condiciones de responderla aquí en Nicaragua y desde la prensa costarricense es algo que no es efectivo”, continuó.
El embajador, a quien todavía le falta la entrega de sus cartas credenciales a Ortega, llegó a Managua hace tres meses, luego de que el país careció de embajador aquí por dos años y medio al calor del conflicto por la isla Calero.
Parte de su misión será acercarse al empresariado nicaraguense, que tuvo representación en la recepción de esa noche.
El canciller acota: “Un buen componente de este sector tiene intereses en Costa Rica y a los empresarios no les sirve que haya un desacuerdo, un conflicto, porque eso altera el clima de negocios”.
Además, dijo Sancho, les corresponde proteger las inversiones costarricenses en Nicaragua: “Hay muchos costarricenses que viven aquí, que están aquí desde hace muchos años, también es nuestra obligación respaldarlos”.
Otra preocupación. En las calles de esta ciudad, al hablar espontáneamente, lo que los nicaraguenses hablan de Costa Rica no tiene que ver con conflictos diplomáticos.
“¿Usted es de Costa Rica? Yo estuve allá para una cafetada, hace 12 años, en Heredia”, dice Alba López, una mujer que el miércoles vendía sus productos bajo un toldo en la acera, junto a la avenida Bolívar, a más de 30 grados centígrados en un día aliviado por los vientos alisios.
“¿Le digo algo?”, advierte José Flores, el vendedor que está junto a ella. “No saque ese dinero aquí”, dice este hombre que vende gaseosas de 350 mililitros en seis córdobas, el equivalente a ¢125. Advierte que la zona es peligrosa, que a él lo han asaltado y en sus ojos se ve el rencor por lo sucedido.
Junto a esta avenida, que conduce al centro de Managua, los vendedores ambulantes cocinan muslos de pollo y chicharrones.
Un taxista de nombre Francisco también relata sus vivencias en Costa Rica: “Un casado me costaba $2,5. Aquí, se consiguen en $1”.
Él trabajó de guarda de seguridad en Escazú, pero vivía en Cartago. Los gastos de transporte se le hacían demasiado altos.
Relató que Ortega regala latas de zinc y da pensiones a los ancianos. Al pasar por la Plaza de la Revolución, señaló unos juegos mecánicos que, según dijo, el gobierno sandinista ofrece gratis a los niños.