Lucen como cualquier otra persona, pero no son normales, lo que hacen es inimaginable, y jamás dejarán de ser quienes son, es decir, parecen tener el gen homicida en su ADN.
En la nueva serie Nacidos para matar , de Investigation Discovery, el prestigioso psicólogo forense Nigel Latta examina detalladamente las vidas de algunos de los peores homicidas de Nueva Zelanda a fin de intentar resolver estos enigmas.
En una entrevista telefónica a la que tuvo acceso Teleguía , el experto reveló parte de sus teorías y narró detalles de la forma y filosofía en que se realiza esta serie documental.
Él está consciente de que transita por terreno minado, pues deben hacer reconstrucciones de los casos y entrevistar a asesinos y a las familias de las víctimas, quienes ya de por sí arrastran traumas y sufrimientos de por vida debido a la forma en que perdieron a su ser querido.
Este es un extracto de la entrevista.
¿Podría reseñar qué tipo de casos van a mostrar en la serie?
Lo que tratamos de hacer en la primera temporada es que cada caso ilustre un punto en particular; por ejemplo el primer episodio fue sobre un psicópata particularmente violento llamado William Bell. Se reconstruye su historia criminal y se analizan las razones que lo llevaron hasta ahí, a partir de entrevistas y también de mi propia experiencia clínica tratando con esta gente. Muy pocas personas cometen crímenes terribles ¿cuántos de ellos se criaron también en ambientes terribles?. Eso es lo que tratamos de dilucidar.
¿Hasta qué punto son estas historias de la ficción? Quiero decir, hay una gran cantidad de series como Dexter o Mentes criminales que muestran psicópatas y sociópatas. ¿Qué tanto puede influenciar la ficción a la gente para que imite lo que ve en la pantalla?
Justamente nos esforzamos para mostrar el lado clínico de estas personas que son vistas como monstruos, analizar por qué se convirtieron en eso. Tuvimos un acceso único a una amplia gama de personas que conocieron a estos delincuentes desde el principio: familiares, amigos de la infancia, maestros, empleadores anteriores, las personas con las que vivían. Las profundidades y anchuras de los antecedentes que fuimos capaces de conseguir hacen que el show sea muy interesante desde el punto de vista sociológico.
Según su experiencia, ¿hay alguna predisposición de cierta gente para convertirse en asesinos?
Si usted habla con los maestros de esta gente le van a decir que desde el kínder hubo señales. En la mayoría de casos, hubo una serie de circunstancias detonantes. Es decir, los asesinos no se limitan a despertar una mañana e ir a matar a alguien.
¿Cuál ha sido el caso más chocante de los que han investigado hasta ahora?
Todos son terribles, porque hablamos con casi todas las familias de las víctimas. Desde el principio decidimos no hacer ni un solo episodio sin tener el consentimiento de las familias, soy muy consciente de que estamos haciendo una hora de un programa de televisión acerca de lo más trágico y terrible que les ha ocurrido en la vida. Ellos acceden porque esto es una investigación clínica que puede servir para prevenir estos casos en el futuro. Para mí lo más impactante no es tanto el criminal, sino las víctimas de estos hombres: eran personas normales y la mayoría eran buenos chicos, con la vida por delante.
¿Cómo ha sido la respuesta y qué comentarios ha recibido acerca de la serie, que ya se había estrenado en Estados Unidos y Europa?
Para mí lo más gratificante es que muchas familias nos han dicho que a ellos les ha hecho bien entender a la persona que asesinó a su ser querido. También se ha utilizado como una herramienta de entrenamiento policial por las técnicas que tenemos para perfilar delincuentes en Nueva Zelanda.
¿Cree usted que en todo esto haya algo que pueda ayudar a que determinado niño, según su perfil, se llegue a convertir en un asesino en el futuro?
Sí, creo que una de las cosas útiles que hacemos con la serie es mostrarle al público algunas señales de lo que le pasó de niño al criminal. Las noticias te enseñan el crimen terrible, pero nunca sabemos qué llevó a aquella persona a cometer aquello. Creo que si se hubieran detectado alertas e intervenciones tempranas en la vida de muchos criminales, cuando estos eran niños, hoy no serían lo que son.
Este tipo de series que muestran investigaciones y crímenes reales se han vuelto en una especie de “placer culpable” para el espectador. ¿Cómo analiza el gusto de la audiencia por esta temática?
Creo que esto obedece a dos razones: todos nos identificamos con las familias que han perdido gente, y muchos quieren tratar de entender por qué alguna gente hace cosas tan malas. La mayoría de nosotros somos gente buena, amamos a nuestros hijos, ayudamos a nuestras familias, vamos a trabajar, somos gente honesta y buena. Cuando te enfrentas a alguien que es muy malo y que ha hecho cosas muy malas, creo que es una necesidad humana casi innata tratar de comprender cómo puede un ser humano hacer algo así, porque ¿cómo podría una persona tratar a otra persona de esa manera tan cruel?.
Tras tantos años de experiencia ¿ha sido capaz de comprender por completo las mentes de estas personas?
No, no del todo. Ha habido grandes avances en los últimos 30 o 40 años, ahora podemos aprender mejor el funcionamiento del cerebro y el papel que juegan los genes en esto. He trabajado por 20 años con criminales y uno desarrolla su propio sentido de la comprensión. Pero estoy seguro de que jamás llegaremos a entender por completo por qué estas personas hacen lo que hacen.
Sobre el show : ¿los episodios tienen recreaciones? ¿Tienen entrevistas con los allegados a las víctimas?
Desde el principio decidimos que no íbamos a recrear escenas del hecho delincuencial, así que no veremos imágenes gráficas de la víctima mientras sufre y muere. Todos son hijos, padres, esposos o amigos de alguien, así que no veo la necesidad de meter el dedo en la llaga del sufrimiento. Las recreaciones que montamos son parte de la vida del delincuente o entrevistas con este o con la gente clave que ha estado con él a lo largo de su vida. Este es el caso de Terry Hotney, un hombre que asesinó a una joven en un parque, la apuñaló brutalmente hasta la muerte. Esa recreación nunca la vamos a tener, pero sí la que cuenta cómo fue abusado él, terriblemente, de niño, tanto que prefería dormir debajo de su casa en un colchón porque era más seguro que estar dentro de la casa, en vista de las cosas horribles que le hacían sus parientes. Nosotros tratamos de profundizar, no solo de mostrar la parte morbosa.1