Las fincas que combinan sus cultivos con espacios boscosos ayudan a frenar la pérdida de biodiversidad, y a aumentar y mejorar la producción de café y cacao.
La combinación de actividades agrícolas y conservación del bosque se conoce como sistema agroforestal, y optar por él es tan simple como incluir árboles en la plantación o construir cercas vivas (formadas con árboles).
Según informes recientes de las Naciones Unidas, actualmente las especies de plantas y animales se pierden a un ritmo 100 veces mayor al natural.
“Si en los alrededores de una cerca de postes muertos hay un promedio de 12 especies, una cerca viva puede tener entre 40 y 50 especies”, dijo DeClerck.
Otro ejemplo lo da el Proyecto de Cacao Centroamérica (PCC), una iniciativa del Catie y socios locales, que trabajan junto con 6.000 familias de seis países para aumentar la productividad de este cultivo sin dañar el ambiente.
Como parte del proyecto se han investigado las poblaciones de anfibios y reptiles.
En este sentido, se han registrado 22 especies de ranas y sapos en Talamanca, lo que representa el 10% del total de especies de este grupo que viven en Costa Rica.
Para Rolando Cerdas, responsable del PCC para Costa Rica y Panamá, esto evidencia la similitud existente en un sistema agroforestal de cacao.
“En un cacaotal de este tipo, la planta tira un montón de hojarasca y esto se vuelve un lugar ideal para anfibios y reptiles, así como para mamíferos que andan buscando sombra”, añadió Cerdas.
“Por ejemplo, hemos medido y comparado la temperatura en las cercas vivas y las pasturas donde no hay sombra. En la época seca se han visto diferencias de hasta 10° Celsius”, dijo DeClerck.
Precisamente, el estrés térmico es una de las razones de baja productividad en ganado, y afecta en especial a las vacas que dan leche.
Una alta biodiversidad también ayuda con el control de plagas como la broca del café.
“En una de las investigaciones se colocaron trampas para la broca, tanto en el cafetal como en el bosque, y nos dimos cuenta de que los cafetales rodeados de árboles tenían menos problemas. El bosque cumple una función de barrera”, comentó el ecólogo del Catie.
Todos esos beneficios ambientales se traducen en una mayor y mejor producción.
Según un estudio de Taylor H. Ricketts en el 2004, publicado por la revista PNAS, un cafetal situado a 300 metros del bosque es más productivo y tiene menos frutos malformados que otro a un kilómetro de distancia.
Es más, el bosque de la finca que sirvió de objeto de estudio contribuyó con el equivalente a $60.000 en la producción total, lo cual representó el 7% de los ingresos de ese año.
“Claro, sin mercado o incentivos es muy difícil para los productores sostener un sistema agroforestal, pero existen oportunidades y cada vez son más”, apuntó Jeffrey Milder, director de Investigación de Socios para la Ecoagricultura, en referencia a los mercados diferenciados, donde se obtienen mejores precios si los productores cuentan con certificación ambiental.
Debido a la combustión de fuentes fósiles y el reflejo de los rayos solares por el asfalto, las ciudades tienden a convertirse en “islas de calentamiento”.
Una mayor cobertura boscosa no solo ayudaría a reducir ese calor, también serviría de filtro de polución, lo cual mejoraría la calidad del aire. Además, se protegerían las fuentes de agua y se garantizaría el abastecimiento.