No es fácil contemplar las fotografías de Zoraida Díaz , ni debería de serlo: son una mirada directa a la violencia y el dolor que embargó a Colombia entre los años 80 y los 90.
La Galería Klaus Steinmetz expone 30 imágenes que Díaz tomó cuando era fotorreportera, enviada por la agencia Reuters y medios internacionales entre 1987 y 1994 para registrar los acontecimientos y mostrarlos al mundo.
“Me dieron la oportunidad de trabajar en Colombia durante esos años, de una forma consistente y con una única visión –la mía–, de momentos muy difíciles de la historia del país”, explica Díaz.
Colombia, entre el duelo y la esperanza reúne fotografías que Díaz guardó para sí misma. También las ocultó de su mirada. Sin embargo, como ella misma lo confiesa, los cajones se rebalsaron, y lo oculto salió a la luz, dichosamente.
“Es una reconstrucción de la memoria. Son imágenes que se concentran en la niñez violentada, que es lo que causa esa degradación de la sociedad”, dice. “El trabajo de Colombia era tan personal que estuvo guardado en baúles durante 20 años. No podía mirar eso que prefería olvidar”, confiesa.
No se puede olvidar. Según Díaz, llegó la hora de que la sociedad colombiana confronte su pasado, mire sus heridas y, así, se cure. “Los colombianos seguimos tratando de entender qué pasó en esa época”, comenta la fotógrafa.
Catarsis. Para Díaz no fue un proceso sencillo repasar su trabajo. Fotografiaba el instante y la noticia; registraba estas imágenes expuestas para sí misma, para captar las historias que vivía.
Entre otros recuerdos, destaca que, cuando fue a fotografiar a los altos mandos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) , halló entre los guerrilleros a un niño de 12 años.
“Eso fue demasiado impactante, porque pensé que ese niño debería estar en una escuela y jugando con otros niños, y no participando en esa crueldad de ser guerrillero”, dice. “Yo siento que es lo mismo que siente la sociedad colombiana, que nos sentimos incapaces e impotentes al ver tanta tragedia que pasa sin poder hacer nada al respecto. Es por eso que se siente esa anestesia, esa ‘no-reacción’ : el no reaccionar a las cosas tan extremas que pasan en nuestra sociedad”, considera.
Zoraida Díaz desarrolla un proyecto a partir de estas imágenes reencontradas. Busca a los protagonistas de esos instantes fugaces y les muestra lo que su lente testigo capturó entonces.
“No se me hubiese ocurrido pasar por la mente hacer algo así en esa época. Aunque parece tardío, creo que es el momento adecuado para hacer esto”, comenta la fotógrafa. “Cuando salí de Colombia en el 94 cerraba un ciclo para mí, yo necesitaba salir de Colombia porque hubo momentos muy duros para mí, personalmente. Sentía que no aguantaba más”, explica Díaz.
Contra algunas opiniones, para Díaz, el fotoperiodista debe involucrarse emocionalmente para ver mejor. “Es una falacia que en el fotoperiodismo tiene que haber una distancia para que la imagen sea objetiva. A mí me parece que si el fotógrafo no se involucra, si no tiene algo de su corazón allí, las fotografías terminan siendo planas e ilustrativas”, opina.
Si las imágenes de Díaz remueven algo en el interior, es una herida que se está sanando.