Las tortugas negras del Pacífico ( Chelonia mydas agassizii ) utilizan el golfo Dulce como sitio de alimentación, ya que allí existen extensas zonas de pasto marino.
Así lo dieron a conocer investigadores de la organización Widecast, quienes siguieron el rastro de la tortuga Amistad, a la cual se le colocó un transmisor satelital en su caparazón en noviembre del 2011 en playa Blanca de Osa y brindó información por 90 días.
Cada vez que la tortuga salía a respirar, la antena del transmisor quedaba expuesta y enviaba una señal al satélite Argos . De esta forma, los científicos podían saber su posición en el golfo con solo ingresar a una página en Internet y, a lo largo de los días, la acumulación de posiciones les permitió visualizar cuáles fueron los movimientos que realizó el quelonio en las aguas del golfo.
Aunque es un resultado preliminar, los científicos esperan que los datos arrojados por Amistad permitan realizar una conexión entre los sitios de alimentación y las playas de anidación de esta especie que, a fin de cuentas, es el objetivo principal del estudio.
Según Didiher Chacón, investigador y director de Widecast, en noviembre del 2012 se colocarán dos transmisores más: uno a una tortuga negra en Osa y otro a una tortuga carey en Limón.
“La idea es conocer más acerca de estas especies y en especial, las etapas del ciclo de vida en que se encuentran”, destacó Chacón.
Estos transmisores se colocarán en alianza con el Acuario Nacional de Baltimore (EE. UU.).
Otros análisis. Asimismo, Amistad –al igual que otros 230 quelonios que forman parte del estudio– donó muestras de tejido, sangre y fluidos.
“Eso nos permitirá conocer más acerca de la especie y las relaciones que establece con su medio ambiente”, dijo Chacón.
Actualmente se realizan análisis genéticos en laboratorios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como químicos en los laboratorios de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos de EE.UU. (NOAA) en La Jolla, California.
“Todo esto enfilado a fortalecer el conocimiento para establecer mejores estrategias de conservación de esta especie. También analizamos la sangre para buscar cambios a situaciones de estrés, como sedimento en las zonas de alimentación o la presencia de marea roja”, explicó Chacón.
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