Bruselas. AFP. La eurozona no logra zafarse de la crisis de la deuda: apenas cerrado el plan de rescate a Portugal, ahora debe volver a centrarse en la situación de Grecia, un país cuya economía sigue muy debilitada un año después de su pedido de ayuda internacional.
Tras una discreta reunión en Luxemburgo de los principales actores de la Unión Monetaria, la noche del viernes, se ha vuelto a hablar de los esfuerzos que el país tiene que hacer para reducir su déficit y de los medios para ayudarle durante más tiempo del previsto.
Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo –que reúne a los ministros de Finanzas de la UE–, considera que Grecia necesita un nuevo plan para mejorar las cuentas públicas.
“Pensamos que Grecia necesita un plan de ajuste suplementario”, declaró Juncker al término de la reunión en la cual participaron los ministros de Finanzas de los principales países de la zona euro (Alemania, Francia, Italia, España), el de Grecia, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, y un representante de la Unión Europea.
Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI), concedieron a Grecia un préstamo de 110.000 millones de euros, en mayo del 2010. El crédito era por tres años y se dio a cambio de un estricto programa de reformas para reducir el déficit.
Nube gris. Una misión de la UE y del FMI se encuentra actualmente en Grecia para estudiar los avances.
Las cifras no son muy alentadoras. El déficit público acaba de ser revisado al alza, de 9,4 a 10,5% del PIB, pues la recaudación fiscal es inferior a lo previsto debido a la recesión económica y, sobre todo, al enorme hueco fiscal.
En estas condiciones, parece poco realista pensar que Grecia podrá volver a captar por sí sola dinero el próximo año en los mercados para financiar su déficit.
Las tasas de interés actuales para los bonos griegos se encuentran entre 14% y 20% a dos años.
Por este motivo, se habla de la posibilidad de apoyar a Grecia más allá del 2012.
Si es cierto lo que asegura la prensa griega, los países de la zona euro también han examinado nuevas medidas de ayuda al país; entre ellas, el reescalonamiento de una parte de su deuda (unos 65.000 millones de euros), y un eventual aplazamiento de los objetivos de reducción del déficit público de entre dos y cuatro años.