Podemos describir a la segunda economía mundial diciendo que ya desplazó a Estados Unidos como el socio comercial de más países en el mundo, que está siendo guiada por la quinta generación de líderes comunistas o que su comercio bilateral con Costa Rica creció casi un 25% en el 2011 –$4.728 millones–, pero las historias personales explican también el significado de los números y Li Changhua es testigo de excepción. Costa Rica fue la última misión de este diplomático de 60 años y 30 de carrera en América Latina, que creció bajo el mando de Mao Tse Tung y ha visto transformarse a su país con los éxitos y los yerros de la reforma y la apertura económica.
–¿De qué región de China es su familia?
–De Tianjín, 120 kilómetros al norte de Beijing, considerada la ‘ciudad puerta’ de la capital y una de las cuatro más importantes del país. Depende de la administración central.
–Entonces no tenía que pedir permiso para cambiar de domicilio y vivir en Beijing.
–En mi país antes sí había que pedir permiso, pero ahora ya no: la población tiene libertad de circulación.
– ¿Sin restricción? ¿Cómo evita China que la afluencia migratoria a las grandes ciudades cree anillos de pobreza?
– Antes había restricción pero desde la apertura, las ciudades costeras han estado abiertas a inversión extranjera que hace necesario que la población rural llegue a satisfacer la demanda de mano de obra. Esa población tiene sus raíces, su casa y su familia en el campo; vive con la esperanza de volver a su tierra. Antes, muy pocos pensaban en quedarse, pero ahora algunos sí se quedan. Primero llega el hombre y después traslada a su familia.
– En Hong Kong hay indigentes en edificios. ¿Cómo es la extrema pobreza?
– A pesar del gran desarrollo, en China todavía existe pobreza y es una realidad; pero se ha reducido mucho. A comienzos de los años 80, había 300 millones de pobres y el ingreso per cápita era de $300. Con la política de reforma y apertura, redujimos la cofra de pobres a 20 millones, con un per cápita de $5.000. Eso ha pasado en los últimos 30 años.
– Hablemos de esos 30 años en su historia. ¿A qué se dedicaba su familia?
–Mi padre era trabajador en una constructora. Viví mi adolescencia durante parte de la revolución cultural. Al terminar el colegio, según la instrucción del presidente Mao Tse Tung (“la juventud tiene que ir al campo”), fuimos a trabajar con los campesinos. Yo fui al norte, a la región autónoma de Mongolia interior.
– ¿Le gustó el trabajo en el campo? – Si vemos esa parte de la vida desde el presente, no fue inútil. No se trata de si fue justo o injusto; era una realidad de aquel entonces: millones de jóvenes de las ciudades fuimos al campo. Para uno que vivía en las ciudades fue bueno conocer los grandes desequilibrios que había en China entre las ciudades y la vida rural.
– ¿Cuándo empezó a estudiar relaciones internacionales?
– Cuando volvimos del campo, a los dos años, estudié en el Instituto de Lenguas Extranjeras, en Beijing.
– ¿Pudo escoger estudiar español o le fue asignado?
– En ese entonces, no podíamos escoger. Se daba mucha importancia al aprendizaje de ese idioma porque varios países de América Latina estaban empezando relaciones diplomáticas con el país y necesitaban gente para trabajar en servicio exterior. Cuando fui seleccionado, la Cancillería nos mandó a estudiar a México para perfeccionar el idioma y el conocimiento general sobre América Latina.
– ¿Cuándo fue a Chile?
– En 1977, como funcionario, y hasta 1980. Luego regresé a Beijing cuatro años en la Dirección de América y Oceanía. De 1984 a 1988 estuve en México; después volví a Beijing, a la Dirección de América Latina y el Caribe. En 1991 fui a Ecuador por dos años; siguió Venezuela hasta 1998, y de allí, Uruguay. Llegué como embajador a Chile en el 2003; más tarde pasé a Colombia y ahora a Costa Rica.
– ¿Cuándo se casó?
– En 1979, estando en Chile. Mi esposa trabajaba en la agencia de noticias Xinhua. Nuestro hijo nació en 1983, estudió en Beijing y ahora trabaja en una empresa estatal; está casado y tiene un bebé.
– ¿Cómo ha cambiado la sociedad china si compara su juventud con la de su hijo?
– Ha sido un cambio tremendo que los chinos mismos no pensábamos que podía darse en el país. La nuestra es la primera generación nacida después de la fundación de la nueva China, la República Popular. Vivimos la primera mitad de nuestra vida en la época de Mao Tse Tung, una época con base en el principio de igualitarismo porque no había ricos; todos éramos pobres.
– Pero ahora sí hay diferencias de clase: en Beijing hay Ferraris y muchos chicos con sus iPhones en los McCafés .
– Con la apertura, los 1.300 millones de habitantes tienen hoy una vida mucho mejor que hace 30 años. Se ha solucionado definitivamente el problema de alimentarse; hay pobreza pero no existe hambruna y todo el mundo satisface sus necesidades fundamentales de vivienda, alimento, ropa y trabajo. El problema son los ricos muy ricos. – Un problema de distribución.
– Cada chino ha contribuido con su trabajo al desarrollo y engrandecimiento de la nación, pero la distribución no es justa y también hay casos de funcionarios corruptos que han robado; que tienen riqueza pero a través de medios ilícitos. Eso causa descontento y mucha crítica. A través de Internet, la gente tiene muchos medios para expresar sus quejas y su descontento.
– De su generación a la de su hijo, ¿han cambiado las relaciones de pareja?
– Antes, en China, una pareja podía enamorarse sin permiso de los padres, pero tenía que ser a escondidas. Las relaciones sexuales antes del matrimonio eran consideradas algo muy inconveniente y vergonzoso. Esta generación ya no se toma esto tan en serio.
– ¿Son tan libres como en Occidente para vivir juntos antes de casarse?
– Sí, ahora sucede mucho eso de la relación prematrimonial. Poco a poco, la gente va aceptándolo. Las condiciones actuales también lo están facilitando. Antes no tenían una casa donde vivir, pero ahora tienen mejores condiciones de vida, con su dinero pueden alquilar una casa o pasar juntos en un hotel.
– La apertura ¿ha cambiado al “macho asiático”?
– Sí, lo ha cambiado. Históricamente, la China feudal era a tal grado machista que un rico podía tener varias esposas, pero con la nueva China eso se prohibió. La revolución fue económica y social.
– Pero lo cultural no cambia por una ley.
– Pero va haciendo que la gente cambie costumbres. El machismo existía, pero con las reformas y esta nueva época de apertura, ya no es tan evidente.
– Ha sido diplomático en siete países latinoamericanos . ¿Habría preferido especializarse en otra región?
– Al principio, me habría gustado conocer otras regiones, quizá Europa, pero luego ya me encantó América Latina por su gente, su naturaleza y su historia. Son amables y se puede hacer amigos. Y ya no me quise mover de esta parte del mundo.
– ¿Costa Rica es una misión-premio antes del retiro?
–Costa Rica es un premio para terminar una carrera, pero no es para descansar sino para trabajar. Cuando llegué, la relación llevaba apenas dos años y hubo que empezar de cero . Una de las principales tareas fue cómo hacer que los dos pueblos se acercaran y conocieran.
– Llegó a un escenario donde no se aplaudía el haber roto relaciones con Taiwán para establecerlas con China. ¿Cuáles fueron sus desafíos?
– No es nada extraño que para una decisión nueva, haya voces en contra. El desafío era tratar con la gente que estaba opuesta a la relación con China.
– ¿Con cuáles grupos opuestos entró en contacto?
– Al llegar, dediqué mucho tiempo a conectarme con todas las fuerzas políticas, tanto de gobierno como de oposición. Estoy satisfecho de que ahora son pocas las voces en contra que se escuchan.
– ¿Hay menos gente opuesta? ¿Con cuáles líderes conversó?
– Mucha gente menos. Los que antes estaban en contra poco a poco van comprendiendo la importancia de mantener relación con un país que juega un papel importante y activo en el escenario internacional y que es la segunda economía del mundo, una civilización milenaria con un gran futuro.
– ¿Quiere decir que los principales dirigentes están en favor de las relaciones con China? ¿Lo que les molestaba era romper con Taiwán?
– Sí, al comienzo; pero para nosotros es un principio porque Taiwán es una región. Solo hay una China.
– ¿Fue el mismo principio por el cual ustedes pidieron que el presidente Arias no recibiera al Dalai Lama en el 2008?
– Nosotros no lo pedimos; esa fue una decisión de él.
– Cuando se establecieron relaciones, se pensó que Costa Rica era muy influyente y que podría hacer cambiar de opinión a los países que aún mantenían relaciones con Taiwán, pero eso no ha sucedido. ¿Es menos influyente Costa Rica de lo que China pensaba?
– No tiene que ver con Costa Rica ni con su influencia; hay que ver esto dentro de un marco grande. Después del 2007 ha habido un acercamiento y un mejoramiento en la relación entre ambos lados del estrecho de Taiwán. El actual dirigente de Taiwán, elegido en el 2008 y reelecto este año, reconoce el consenso al que ambas partes llegaron en 1992 en el sentido de que existe una sola China.
– ¿A qué plazo ve China que la veintena de países que todavía reconoce a Taiwán los reconozca solo a ustedes?
– No existe un plan, eso depende del avance de las relaciones entre ambos lados del estrecho.
– ¿Cuáles proyectos de cooperación avanzaron más durante su gestión?
– El estadio, también la donación de 400 patrullas'
– ... cuya donación recibió críticas porque se descompusieron y se dijo que eran regalos malos.
– Ya eso está solucionado para que las de la primera entrega se reparen y vuelvan a circular.
– Hablan de proyectos de impacto regional. ¿Cuáles?
– Como el Tratado de Libre Comercio, porque puede ser aprovechado por los vecinos.
– ¿Cómo, si solo fue firmado por nosotros? ¿Sería venir acá a hacer comercio y exportar a través de Costa Rica?
– Sí. También hablamos de zonas económicas especiales. Se ha firmado un documento para estudiar esa posibilidad.
– ¿Dónde y para qué?
– Todavía no se sabe dónde, pero Costa Rica presenta excelentes condiciones –como marco de leyes y mano de obra calificada– para instalar plantas industriales o centros de investigación. En China han sido muy exitosas. Se trata de captar inversiones extranjeras de las grandes transnacionales para invertir en industrias de alta tecnología y producir con valor agregado.
– ¿La idea es que una gran empresa china venga a ser la nueva Intel?
– No. China está desarrollando gran industria en alta tecnología, por ejemplo en el área aeroespacial, en trenes de alta velocidad o en autos eléctricos. – ¿Y en armamento? Los misiles son alta tecnología.
– ¿En un país sin ejército? No, no. Esto choca con el principio de la política de paz de Costa Rica. No se puede hacer cualquier negocio con sacrificio de los principios.
– China nos declaró destino turístico. ¿La idea es convertirnos en un gran centro turístico chino?
– Eso estará muy lejos, porque el centro turístico de los 70 millones de chinos que salen anualmente es Europa, Oceanía y América del Norte. – ¿Se ha pensado en patentes, servicios, empresas conjuntas?
– Sí, en empresas conjuntas: para la nueva refinería entre Cnpci y Recope; también Huawei está trabajando con el ICE en el abastecimiento de equipos de telecomunicaciones.
– China anuncia donaciones o préstamos, pero luego el negocio es comprarle equipos. El balance no es positivo. China es la que gana, no Costa Rica. – No, no. Siempre abrigamos el principio de ganar-ganar, de ganancia compartida.
– ¿Qué pasó con el proyecto para traer semillas híbridas de arroz que incrementen el rendimiento a 11 toneladas por hectárea?
– Es a 8 toneladas. Ya hay un experimento en una parcela de Guanacaste y ha sido exitoso. Sí se puede introducir arroz híbrido en Costa Rica. China exporta esta tecnología a países que cultivan arroz.
– ¿Esa semilla híbrida es transgénica?
– No, es una semilla modificada por un agrónomo chino (Yuan Longping) para elevar el rendimiento.
– El Partido Comunista chino tiene relación con 600 partidos en 160 países. ¿Con cuáles partidos locales se relacionan?
– Ha habido intercambios a través de diputados y políticos con todos los partidos, porque al Partido Comunista de China no le importa si la ideología es de izquierda, derecha, centro-izquierda o centro-derecha.
– ¿Con los partidos de izquierda?
– Todavía no ha habido mucho intercambio, pero a futuro estamos dispuestos a desarrollarlo.
– En Occidente se dice que el éxito económico chino ha dependido de ‘usar’ a la población con malas condiciones de trabajo, como esclavos, y que China no puede hablar de derechos humanos con casos como el del encarcelado premio Nobel de la Paz y el Tíbet.
– En la prensa occidental algunos hablan cosas que no corresponden a la realidad. Hablan sin conocer a China, sin haber estado allí. Para conocer a China hay que hacer estudio.
– El presidente Ju Hintao dijo al inaugurar el último congreso que, con miras a la China del 2049, “tenemos que aumentar nuestra capacidad para el desarrollo de los recursos marinos, proteger adecuadamente los derechos e intereses de China en el mar, convertir a China en potencia marítima”. ¿Tiene esto que ver con la disputa por islas con Japón y los demás países en el Mar de China, con el anuncio de submarinos con misiles balísticos y portaaviones? ¿Quiere ser China imperialista en el mar?
– No, no, no. China ha declarado en múltiples ocasiones que no quiere ser hegemónica. El pueblo chino no tenía un concepto marítimo de sí mismo como las potencias europeas. Lo que el señor Ju Hintao dijo consiste en despertar el interés para aprovechar pacíficamente los recursos marítimos. Tenemos una costa de 18.000 kilómetros. Como segundo país comercial del mundo, China necesita garantizarse una vía de transporte marítimo.
– ¿Es China el nuevo dueño del mundo?
– China no quiere ser dueño de nadie. Es un país independiente, dueño de sí mismo.
– Se ha criticado que el alto dirigente Jia Qinglin viniera a ofrecer cooperación por $8 millones (mitad donación y mitad préstamo no reembolsable) por los cuestionamientos que ha hecho sobre él la prensa occidental. ¿Existe algún mecanismo de transparencia para evitar que la corrupción china pueda influenciar las relaciones bilaterales?
– Siempre promovemos visitas recíprocas con el fin de conocerse y desarrollar buenas relaciones con base en igualdad y respeto mutuo. La relación de China con todos los países es muy transparente.