La marcha de estudiantes a favor de la despenalización del fotocopiado acabó ayer con ocho policías golpeados, dos agentes de seguridad del Congreso heridos, dos fotógrafos apedreados y un detenido.
Lo que empezó como una protesta pacífica terminó en un zafarrancho en las afueras de la Asamblea Legislativa.
Los manifestantes se apostaron en el costado sur del Congreso para exigir a los diputados que anulen el veto que la presidenta de República, Laura Chinchilla, aplicó a un proyecto de ley que despenaliza el fotocopiado.
Actualmente, quien venda fotocopias de libros se expone a cinco años de cárcel o a multas de hasta 500 salarios base.
Todo parecía en orden en la marcha hasta que, poco después del mediodía, los garrotes y las pedradas se metieron de lleno como protagonistas de la agitada jornada.
Con el grito de “No al veto”, la tensión fue subiendo poco a poco hasta que, después de la 1:30 p. m., las piedras empezaron a volar en la calle ubicada al costado sur de la Asamblea Legislativa.
Se oyeron los golpes secos y metálicos de las piedras al caer sobre los autos. La Policía trató de repeler las agresiones, pero se tuvo que replegar al Parque Nacional.
Un policía cojeaba apoyado sobre un compañero, y otro llevaba una herida en el pómulo. “¡Pero dónde están los gases!”, reclamaba uno de los oficiales que se replegaba caminando hacia la esquina del Parque Nacional.
La situación se calmó por unos minutos. “Usted debería tomarme una foto”, dijo el del pómulo roto.
Poco después, el choque recrudeció. “¡Deténganlo!”, gritaba un policía refiriéndose a un manifestante. Y se armó la gresca.
Un grupo 20 manifestantes se trepó a una estructura de la fachada de la Asamblea exigiendo la liberación del detenido. Los diputados Claudio Monge (PAC) y José María Villalta (Frente Amplio) tuvieron que mediar para que los manifestantes dejaran el Congreso.
El presidente legislativo, Víctor Emilio Granados, solo pudo lamentar el zafarrancho, que se disipó poco a poco hasta que se enfrió con el aguacero de la tarde.