San José (Redacción). El famoso compositor y cantante Ray Tico, autor del tema Eso es imposible, falleció el miércoles en la noche a la edad de 79 años.
Su cuerpo se está velando en la Funeraria del Recuerdo, en Barrio Don Bosco, San José centro, y permanecerá allí hasta mañana viernes a las 4 p. m., momento en que se efectuará una misa. Según se informó, sus restos serán incinerados y sus cenizas serán esparcidas el domingo en la provincia de Limón, en Bajamar, contiguo a Playa Bonita, según los deseos del artista.
Ramón Jacinto (nombre verdadero de Ray Tico) fue un niño que creció en la década de los años 30 en puerto Limón. Trabajó en una barbería en la que aprendió a escuchar boleros y otro tipo de canciones. Solo, aprendió a tocar guitarra y, con ella en sus manos, se iba a cantar a los turistas que llegaban en barco al Caribe.
Solamente tenía 14 años cuando tomó la decisión de viajar a la ciudad capital para probar suerte en los programas radiofónicos, que efectivamente eran la rampa de lanzamiento para los artistas de aquellos tiempos.
Era la década de los años 40 y la música latina había empezado a adquirir una importante resonancia en el mayor mercado musical del mundo, los Estados Unidos.
La radio empezó a divulgar las hazañas de cantantes y músicos en la tierra de los estadounidenses y desde todos los rincones del continente llegaban artistas para sumarse al éxito del mambo, la música brasileña, el latin jazz y el bolero.
Pero Ramón Jacinto hizo todo lo contrario y se fue para el otro lado. Se montó en un barco pesquero y se marchó a Colombia. Tendría cerca de 22 años cuando regresó al país y ya era Ray Tico.
Después se marchó a Cuba, en plena década de los años 50, cuando desde la isla salía lo mejor de la producción afrolatina.
Su perspicacia y su talento musical le permitieron “colarse” entre las filas de los grandes de la época y alternó con Olga Guillot, Benny Moré, Rolando la Serie, Daniel Santos, La Sonora Matancera y Bienvenido Granda, entre otros.
Precisamente, fue en La Habana donde también hizo amistad con estrellas de la canción mexicana como Pedro Infante, Pedro Vargas y María Victoria. Sus canciones empezaron a rodar por los escenarios y su personal estilo de ejecutar la guitarra empezó a crear resonancias aquí y allá.
Los músicos cubanos aceptaron de muy buena gana sus locuras en la guitarra y fue así como se convirtió en el único extranjero que formó parte del movimiento denominado “filin”, cuyo legado fue el de romper el esquema tradicional del bolero para imprimirle un sentido más dramático e intenso.
Es con el “filin” que este género llega a su madurez continental y Ray Tico fue uno de los protagonistas principales en esta transformación. Hoy día, solo él y su gran amigo Cesar Portillo de la Luz, autor del famoso bolero Delirio, son los únicos sobrevivientes de aquella generación.
Cuando Ray llega a los Estados Unidos, a la ciudad de Nueva York, ya tiene una gran amistad con Marco Antonio Muñiz quien, junto al Trío Los Ases, cantó varias de sus letras.
Entre cruceros y la bohemia de las grandes capitales, el nombre de este querido limonense se fue acuñando en el bronce de la vida musical.
Más allá, pero mucho mas allá, del gran éxito de su bolero Eso es imposible hay otras letras de Ray que son majestuosas y evidencian el talento de un hombre que supo comprender los secretos del corazón en las buenas y las malas.
Su carisma le llevó a ser reconocido como uno de los grandes compositores cubanos, un desliz caribeño que se originó al componer lo que se considera el segundo himno cubano: Romance en La Habana. Esta canción trascendió tanto que en el año de 1973, en el condado de Dade, Miami (Florida), el alcalde de turno decidió que todos los 13 de abril, los cubanos y los latinos que allí radican celebren el día de Ray Tico. Y así lo hacen todavía.
La voz de este guerrero trovador solamente ha quedado impresa en dos grabaciones dedicadas exclusivamente a su repertorio. La primera de ellas fue realizada en 1981 por los estudios MarMusic Record, de los hermanos Barahona donde, entre otros, participó el maestro Quincho Prado en la flauta. La segunda fue realizada por Manuel Obregón y Nano Fernández (2003, en el primer estudio de Papaya Music), donde solo se registró la voz y la guitarra de Ray.