San José (Redacción). Tras ver una fábula sobre un emperador y un manatí, Fabiola Salas supo sobre qué quería exponer en la feria de ciencias de la escuela.
Con ayuda de su mamá, Alejandra Miranda, la niña investigó sobre este mamífero marino que se encuentra en el Caribe. Así supo que los manatíes comen plantas acuáticas y por eso, comúnmente se les conoce como “vacas marinas”.
Mientras Fabiola exponía, Aldeir Cortés la escuchaba. Ambos cursaban el primer grado en la Escuela de Barrio Limoncito en Limón.
“Yo no sé en qué habrán quedado ellos”, dijo Yanette Ibarra, maestra encargada del área de ciencias de la escuela. “Solo sé que llegaron a mi oficina con la idea de que querían que el manatí fuera símbolo nacional”.
Así fue como nació el proyecto de ley para la “Declaratoria del manatí ( Trichechus manatus ) como símbolo nacional de la fauna marina de Costa Rica” (expediente Nº 17.984).
Los niños y su maestra encontraron apoyo en el diputado Rodrigo Pinto quien lo propuso y desde el 8 de febrero se encuentra en corriente legislativa.
“Lo que queremos con esta ley es que al ser símbolo nacional se empiecen a dar políticas de conservación. Sería un empuje hacia la comunidad nacional para dar a conocer al manatí como una especie representativa de los humedales del país”, comentó Alexander Gómez, investigador de la Universidad Nacional (UNA) que ayudó a sustentar científicamente este proyecto de ley.
En Costa Rica, los manatíes se concentran en el Caribe: la parte sur de Gandoca, Tortuguero y Barra del Colorado. Para Gómez, las poblaciones más importantes están en el Parque Nacional Tortuguero.
Sin embargo, no se sabe cuántos individuos hay con certeza. Aunque la especie que existe en Costa Rica es la misma que está presente desde Florida (EE. UU.) hasta Brasil.
“El manatí es una especie desconocida en el país. Debido a la cacería, se llegó a pensar que estaba extinto. Hace unos años se empezaron a haber esfuerzos de investigación para saber lo que pasa con el manatí, creemos que ha ido recuperándose gracias a las áreas de conservación”, dijo Gómez.
Una de las principales amenazas que tiene el manatí es el tránsito de botes, los cuales tienden a golpearlos y el animal muere a causa de sus heridas.
“El otro problema importante que hemos llegado a determinar en los últimos años es que el monocultivo de la piña está teniendo un efecto indirecto en el ecosistema del manatí”, manifestó Gómez y agregó: “Muchos de los agroquímicos que se usan son herbicidas y matan precisamente las plantas de las cuales el animal se alimenta”.
Con motivo del taller sobre la estrategia de conservación del manatí, realizado esta semana en el Zoológico y Jardín Botánico Simón Bolívar, Ibarra y Gómez presentaron la experiencia a los expertos nacionales e internacionales que se hicieron presentes a la cita.
El taller tenía por objetivo identificar los vacíos de información sobre la especie y su hábitat, así como analizar los efectos negativos con el fin de proponer acciones de conservación.