ANOTACIONES CIDnet: En consulta hecha a la periodista Doriam Díaz sobre esta fotografía, se debe archivar como Viva Exclusivo Whitney Houston se resiste a caer. Música, CantantesEspectáculos, cantantes, Estados Unidos, Whitney Houston. ANOTACIONES CIDnet: En consulta hecha a la periodista Doriam Díaz sobre esta fotografía, se debe archivar como Viva Exclusivo
Unos cuantos la recordarán por su mirada dulce y sonrisa luminosa. Muchos por su voz, su errática vida y su muerte prematura. Descendió a los infiernos, y quedó flotando cuando apenas emergía, como un nenúfar en la tina de un hotel.
Dicen que la mataron las drogas, las borracheras y sus desplantes de diva; para otros fue un amor tóxico, una relación destructiva la que la consumió, porque –como cantó Joaquín Sabina–: “Amores que matan, nunca mueren”.
Su vida reunió todos los elementos de una tragedia griega. Tenía una voz dorada, un don divino que fue su maldición. Era ahijada de Aretha Franklin –la reina del soul –; vendió casi 200 millones de discos; fue madre biológica y adoptiva; arrastró una extensa adicción a los estupefacientes y tuvo un marido agresor.
Whitney Houston fue la musa de MTV en los años 80, princesa tenebrosa de la música pop y madre putativa de estrellas como Mariah Carey, Rihanna y Beyoncé. En sus años de esplendor, solo Michael Jackson era digno de abanicarla.
La cantante encarnó el triunfo de la mujer negra estadounidense de clase media, aunque sus congéneres la acusaron de haber renunciado a sus raíces para venderse al pop y hechizar con su voz a los blancos. “Yo no soy suficientemente negra para ellos” dijo con amargura a la periodista Katie Couric en una entrevista para Today , de la NBC, en 1996.
Tal vez sí. El libro de Record Guinness registró la venta de 140 millones de copias de sus álbumes, y 415 premios obtenidos en su meteórica carrera: dos Emmy, seis Grammy, 30 Bilboard Music Awards y 22 American Music Awards, solo por presumir.
Como muchos pecadores acudió al santuario de la diosa Oprah Winfrey. En su programa se hizo un harakiri catódico y exhibió sus entrañas sangrantes a la teleaudiencia para obtener la absolución y relanzar sus carrera.
Sin pudor, en dos entregas en setiembre del 2009, reveló a Oprah su esclavitud ante las drogas y cómo Bobby Brown –su exmarido– la golpeó, le gritó y la metió en una espiral de violencia doméstica que la anuló como persona.
Ante Winfrey confesó que Brown la escupía, que “no hacía nada sin su consentimiento” y que “no me quité el pijama durante siete meses”. Por otra parte, su marido, en la segunda parte de sus memorias Bobby Brown: la verdad, toda la verdad y nada más pretende demostrar que fue Houston quien lo inició en el mundillo de las drogas y que él fue una víctima y no un depredador, un “santo que está de luto”, como publicó el Daily Star .
La noche del 11 de febrero del 2012, Houston decidió bañarse para calmar los dolores de cabeza que la aquejaban desde días atrás. Pasaron más de 20 minutos y su peluquera la llamó, pero no contestó. La encontraron flotando boca abajo en la bañera, con los pies colgando, un hilo de sangre en la nariz y los pulmones ahítos de agua. Curiosamente, uno de sus guardaespaldas intentó revivirla, pero, al contrario de su famosa película con Kevin Costner, fue imposible: estaba muerta.
Del pozo a la gloria
Todo lo que su voz tocaba, se convertía en oro. Descendía de una dinastía de ángeles negros del gospel : Cissy Houston, su madre; sus primas Dionne y Dee Dee Warwick. Para rematar, era ahijada de Aretha Franklin, la “Dama del soul ”, y muchos vieron en la dulce niña su digna heredera.
A los once años cantaba en el coro infantil de la iglesia New Hope Baptist, en Newark, New Jersey, ciudad en la que había nacido el 9 de agosto de 1963. Aunque fue criada como bautista, hizo la secundaria en un colegio católico.
Los años 80 fueron los de su lanzamiento, pero también los de su perdición. Debutó como cantante en 1982 con el grupo Material –de Jazz-Funk– con la pieza Memories . En aquellos días, su hermano Michael, según confesó a Winfrey, la introdujo en el abismo del crack .
La misma Whitney afirmó a la periodista Diane Sawyer, de ABC World News , que “el crack era muy barato y yo tengo dinero”. En eso no exageraba porque a finales de los 80 –según la revista Forbes – era una de las diez artistas más adineradas.
Fue Gerry Griffith, un buscatalentos de Arista Records, quien la descubrió en un club nocturno de Nueva York, donde alternaba con su madre en 1983.
Arista cuidó y pulió la joya que tenía entre manos y tardó tres años en exhibirla como su nueva estrella pop, libre de los ecos místicos del templo y del poder negro de los años sesenta.
En realidad, su carrera profesional comenzó en 1985 con el LP Whitney Houston , que le reportó 40 discos de oro y la disparó al estrellato, que consolidaría años después con el disco Whitney , y que terminaría de aquilatar con la banda sonora de la película El guardaespaldas , de 1992.
El amor imposible entre Rachel Marron y Frank Farmer puso a volar a los espectadores, más aún cuando en la escena final del filme ella se despide de su protector y salvador en medio de un interminable abrazo y un apasionado beso, acompasado con el tema I Will Always Love You .
La canción fue la más vendida por una cantante en la historia de la música. Estuvo en el primer lugar en 32 países; ganó dos Grammy y seis Bilboard Music Awards.
Whitney era la ternura y la inocencia, opuestas a la independiente y provocativa Madonna, el otro acorazado de MTV. Mientras la “chica material” sorteó con éxito el piélago, Houston naufragó. Menudearon los éxitos, comenzó a repetirse, el público negro la rechazó, las disputas con su marido Bobby eran apocalípticas y ocupaban más espacio en la prensa que sus conciertos. El hechizo había acabado.
Amor tóxico
“Un asunto miserable”. Así llamó The New York Times –en el obituario de Houston– al matrimonio de la cantante con su colega Bobby Brown, uno de los personajes más odiados en Estados Unidos por ser el presunto causante de las crisis emocionales de la diva, su drogadicción, su caída y hasta su muerte.
Ambos tuvieron una relación autodestructiva. Poco le importó a Whitney que Bobby cargara un fardo de reiteradas detenciones, estadías en prisión por tenencia de drogas y evasión en los pagos de pensiones alimentarias para hijos de anteriores matrimonios. Se casaron en 1992, y al año siguiente nació Bobbi Kristina. Coexistieron 14 años y al reclamar la custodia de su hija declaró: “No se puede confiar en él, si dice que vendrá, a veces lo hace, casi nunca cumple”.
No obstante, no todo es como lo pintan. Según Kevin Ammons, autor de la biografía Good Girl, Bad Girl , el matrimonio con Brown fue una lámpara para ocultar el lesbianismo de Houston, quien supuestamente habría mantenido relaciones desde los 16 años con otras mujeres; una de ellas, Robyn Crawford.
El activista homosexual Peter Tatchell escribió un artículo en The Daily Mail donde reveló los entretelones de ese noviazgo, aunque ambas lo negaron de manera tozuda. “Robyn es mi amiga desde hace muchos años. Ella es mi asistente y yo soy su jefa. No creo que tener una amistad femenina vaya a significar que yo sea lesbiana”, sentenció Whitney.
Al parecer, la madre –Cissy– y el padre –John Russell– reaccionaron con estupor ante los alegatos de las supuestas tendencias sexuales de su hija, porque esto afectaría su carrera. Pronto trataron de conseguirle novios para maquillar su imagen, entre ellos Arsenio Hall y Eddie Murphy.
Aún más, Houston habría pagado el silencio de sus allegados para conservar el secreto. A Regina Brown, su publicista, le alquiló un lujoso apartamento, le regaló un Mercedes Benz dorado, joyas, tarjeta de crédito corporativa, viajes gratis y un salario de $125 mil, escribió el boquiflojo de Ammons.
El año pasado, la revista Esquire publicó una amorosa carta de Crawford a Houston, en la cual la asistente describe cómo se conocieron, así como detalles de la personalidad de la artista. También lamenta las falsas acusaciones contra la diva.
Todos son rumores y habladurías; lo único cierto es que Whitney llevaba una vida sentimental de perros, y se llevaba a los mordiscos con Bobby, quien la apaleaba por un “quítame esa paja del ojo”.
En una ocasión, Houston noqueó a Brown de un telefonazo. En otra, él le partió el labio y le dejó una herida de 2,5 cm en la mejilla. La peor droga era su marido, como dijo ella a la revista Rolling Stone : “Cuando quieres a una persona, la quieres, no puedes dejar de quererla porque tú tengas una imagen diferente”.
Brown se enteró de la muerte de Houston antes de un concierto con su banda New Edition. Dejó el escenario. Por los megáfonos sonó You give good love .
Un demonio interno devoró a Whitney Houston, el mismo que a veces era su amigo y, en otras ocasiones, su peor enemigo. 1