Chespirito, el Chavo del 8, Chompiras, Dr. Chapatín, Chapulín Colorado o Chaparrón Bonaparte. No importa su nombre, su edad, su tarea en este mundo o su grado de inocencia o de torpeza: todos estos “hijos” comparten la misma paternidad, el mismo lazo sanguíneo.
El progenitor de tamaña familia se llama Roberto Gómez Bolaños, quien a sus 79 años sigue tan activo en el mundo artístico como en aquellos años mozos, cuando de su mente y de su corazón emanaron aquellos personajes con los que miles y miles de personas dentro y fuera de México rieron, lloraron y se enternecieron.
Este actor, productor, escritor, ingeniero de profesión –aunque nunca la ejerció–, publicista, comediante, músico, esposo y padre de seis hijos de carne y hueso tiene en cartelera su obra 11 y 12 y que, por cierto, estrenó allá en 1992. Hasta la fecha, se han presentado más de 28.000 funciones, todas a teatro lleno.
Quince años después de su primera función, 11 y 12 llega a Costa Rica gracias a los muchachos de La 1/2 docena y a Gloriana Sanabria (productora asociada), quienes harán posible que Chespirito se presente acá en abril entrante en el Teatro Melico Salazar, en el centro de San José.
El actor vendrá a nuestro país acompañado de un elenco de 12 personas, entre ellas su compañera, amiga y esposa Florinda Meza. Sí, es la misma que encarnó a la estirada y a veces malhumorada Doña Florinda, la mamá de Quico en la vecindad donde vivía el Chavo del 8.
Sobre su espectáculo del próximo mes, Gómez Bolaños adelantó que se trata de una obra que, a pesar de los años, ha sobrevivido al paso del tiempo y que, aunque es para la familia, fue claro en subrayar en que no es idónea para niños pequeños. Así se le dijo a Viva el pasado miércoles en la tarde, en una entrevista telefónica de 15 minutos.
Durante la conversación, Chespirito desplegó dosis de humor, gentileza y agudeza, especialmente cuando se le tocaron los temas del aborto y la política.
Don Roberto: usted regresa a Costa Rica después de 33 años desde su primera presentación allá en 1975. ¿No le parece que es mucho tiempo el que ha pasado para visitar un país que guarda mucho cariño por usted y por sus personajes?
Sí, y he tenido aquí en el teatro presencia de un buen número de ticos que quiero mucho, agradezco sus visitas y tengo muchas ganas de ir allá.
Ahora lo hace con su obra 11 y 12 . ¿Qué podremos esperar los costarricenses de una obra que se estrenó en 1992 y que es humor 100% Roberto Gómez Bolaños?
¡Qué bueno que me haces la pregunta! Unas cuantas aclaraciones muy breves: por ejemplo, que no es para niños. La obra no tienen ningún cambio desde el 92 cuando la inauguramos, porque creo que el texto se ajusta a todo el tiempo y todas las condiciones. Es la misma obra, ahora con mejores actores. Estoy feliz de la vida de que, a pesar de los muchos años que tengo, todavía poder subirme a un escenario.
Según nos contaron es una comedia de enredos, de malentendidos, de juegos de palabras… Es un humor 100% familiar y muy Roberto Gómez Bolaños.
Se dicen cosas un poco fuertes, sin decir una sola palabra fuerte. Todo lo intuye el público y este lo festeja.
Si Dios a usted le concediera el derecho de visitarlo con uno de sus personajes, ¿a cual escogería?
¡Ahh qué pregunta! Esa me encantó porque es original y, por supuesto, que jamás me la había imaginado, pero a quien escogería… Tal vez al Chavo, porque es el más indefenso y recibiría mayores beneficios. Esto no indica que sea mi favorito, aunque si es uno de ellos.
De todas las armas, herramientas que usted ideó en la lucha contra el mal en todos sus personajes, ¿cuál escogería para amainar la desidia, el dolor, despertar la risa en los seres humanos? Las opciones: las antenitas de vinil, el chipote chillón, las pastillas de chiquitolina o la chicharra paralizadora
También está un poco difícil de decir. Las pastillas de chiquitolina.
“El personaje del Chapulín Colorado es débil, pequeño, tonto, torpe y muchas cosas pero honrado, eso sí, y valiente porque acusa un miedo enorme a pesar de lo cual se enfrenta a los problemas. Supermán no tiene ningún valor. Si puede detener un asteroide que va a chocar contra la tierra, puede detener lo que sea.
“En cambio, el Chapulín Colorado es todo lo contrario y cuando toma la pastilla de chiquitolina tiene un provecho colarse por algún hueco pequeño. Pero, independientemente de eso, su riesgo aumenta, se hace aún más pequeño y más débil frente a los problemas”.
Su nombre no solo se asocia con artes escénicas, televisivas y demás. También es reconocido su activismo en su lucha contra el aborto y su activismo político en el 2006. ¿Es posible darse estas licencias gracias a la credibilidad que usted se ha forjado durante muchos años con su carrera?
Yo creo que sí. Voy a aclarar una cosa: mi apoyo es mucho más cívico que político. Yo me he negado siempre a pertenecer a cualquier partido político. Con lo del aborto (...), yo no me opuse. El proyecto de ley –aprobado en abril del 2007 por la Asamblea Legislativa de la capital mexicana– era y se hizo para despenalizar el aborto. Yo, de hecho, lo que dije fue: primero, que no veía porque despenalizar algo que nunca había estado penalizado, o que si había estado nunca se había llegado a una instancia correctiva o de castigo. Y la otra, tampoco me oponía directo al aborto; a lo que me oponía y me sigo oponiendo es a esa frase casi mundial de que la mujer es dueña de su cuerpo. Y yo digo que ni la mujer ni el hombre somos dueños totales y absolutos de nuestro cuerpo.
Si usted tuviera que crear una nueva vecindad, ¿a quiénes de la vida real invitaría para que vivieran en ella con usted?
Esa pregunta si está difícil de contestar. No comprometida, difícil simplemente porque nunca he hecho un repaso acerca de eso.
Por lo menos se llevaría a Doña Florinda…
Ah no, a esa si no la suelto. Eso sí.
¿Y ella viene con usted al país?
Si, desde luego. Ha estado en todas las funciones de la obra.
Si tuviera que describirse, ¿cuales serían sus principales características y cómo quiere que la gente lo recuerde?
Hay una frase que ahora se usa despectiva y a mí me gustaría que pusieran por ahí: “Fue un buen hombre”. Ahora todos dicen: “Fue un buen hombre” y suena como despectivo o forzando un poco al aludido. Que no se confundan ni piensen que pretendo haber sido perfecto ni mucho menos. No, he cometido miles de errores y acepto haberlos cometidos.
¿Qué le dice a los ticos que lo están esperando?
Los quiero y me parece un excelente país.
“ Y quisiera, (aunque) no voy a tener tiempo, no quiero despertarme falsos optimismos, poder recorrer esas selvas maravillosas, preciosas que he visto por televisión”.