La placa de cobre brilla a la espera impaciente de un esbozo que irrumpa en su lisa superficie. El ácido aguarda a carcomer el metal y trazar, en su delgado espesor, las formas que se asoman, tímidas, después de largas horas.
“El proceso de grabado en metal es denso, y un buen resultado se logra sólo con paciencia y atención a los detalles”, afirma Rudy Espinoza, artista costarricense que presenta la exhibición 35 años de grabado tóxico.
El artista, de 58 años, posee una amplia trayectoria como grabador, educador e impulsor de proyectos artísticos. Aunque Luis Paulino Delgado y Juan Luis Rodríguez son los iniciadores del grabado en metal en Costa Rica, Espinoza fue quien lo consolidó. Desde 1975 fue alumno de Rodríguez y precisamente en su taller se enamoró de esa técnica.
Rudy exhibe 25 obras de un total de 400 grabados que ha realizado durante su carrera. La muestra se divide en tres categorías: Pecado y redención , De mentes e Intensidad . Alberga creaciones realizadas desde el año 2006 hasta ahora.
Entre cielo e infierno. Pecado y redención es un grupo de grabados que aluden a la imaginería religiosa con temas como el purgatorio, el pecado y la salvación.
Estas obras oscilan entre el bien y el mal y procuran la redención ante los ojos de los espectadores. Sus finos trazos y su peculiar realismo se reflejan en los protagonistas que amoldan el papel a su antojo.
Estos grabados se pueblan de ángeles y diablos, y sugieren dolor y perdón. Se puede percibir una gran carga emocional en la representación de estos personajes.
“Esto es un ‘divertimento’. Yo no soy muy religioso, pero mi familia vive con un fuerte apego a la religión, y recuerdo que mi abuela tenía muchas imágenes de santos y vírgenes. Yo arrastro toda esa herencia visual”, explica el artista.
Espinoza utiliza la religión en sus obras para mostrar la fuerza, el dramatismo, la precisión y la infinidad de posibilidades que brinda el grabado en metal.
Se incluyen grabados en metal como Armagedón , un choque visual fusionado con la delicadeza de los surcos detallados en la lámina de metal.
Entre las obras referentes a la imaginería religiosa encontramos también El sermón de la montaña . Este grabado se hizo con la técnica de aguatinta, de modo que el artista utilizó resinas que se adhirieron con calor para formar texturas.
“Observando las placas de metal de Rudy, la sutileza de elementos armoniosamente descompuestos, nos damos cuenta de que todo está vivo, de que la muerte no deja de ser una imposición intelectualmente religiosa. En sus estampas, Rudy vivencializa aquello que logró atrapar a pesar del riesgo al que se expuso”, comenta el artista Juan Luis Rodríguez.
Surcos en la psique. La serie De mentes gira en torno a la locura. Rudy exhibe aquí su destreza como dibujante y la perfección técnica ganada en muchas horas de trabajo en su taller.
“Grabar en metal es más difícil; requiere muchas correcciones, pruebas y más pruebas. Para que el metal ceda, se debe tener un gran temperamento”, reflexiona el artista.
Espinoza cree que doblegar el metal tiene mucho que ver con “el juego psicológico”, y por ello dedica varias obras a temas como la demencia y los trastornos emocionales.
Lunático es una pieza elaborada con la técnica de barniz al azúcar. Esta consiste en dibujar con una solución de tinta china con azúcar. El acabado adquiere una apariencia de textura granulada. La pieza Paranoia con Van Gogh remite a la demencia que se le atribuye al pintor.
La risa y el grito es un grabado que se inspira en el óleo El grito , de Edvard Munch. Esta obra remite a sensaciones de angustia insostenible, y a Espinoza le gusta jugar con estas emociones y provocar una reacción:
“Mis obras no son para todo el mundo. La mayoría de las personas no comprarían un grabado mío para combinar con los muebles de la sala pues les parecería que es muy obscuro”, afirma el artista.
Sacudida a la nostalgia. La temática que Rudy Espinoza ha trabajado más recientemente (años 2010 y 2011) se ve en la serie de grabados Intensidad.
Esos trabajos se inspiran en la observación sismológica del OVSICORI y en los desastres ocurridos en los últimos años. La obra Y después del sismo', el olor a muerte se realizó luego del terremoto que se produjo en Haití en el 2010.
El sunami del Japón ocurrido en el presente año, inspiró a Espinoza a elaborar el grabado Réplicas.
El diálogo entre lo tectónico y lo permanente con elementos inestables y transitorios crea tensión, y ofrece ricas posibilidades de lectura relacionadas con el concepto del tiempo y las sensaciones de inercia y desplazamiento.
“Rudy es el gran maestro costarricense de la experimentación; domina y compila muy bien todas las técnicas del grabado en metal. Además, por su formación previa como pintor, es el maestro del color en el grabado; con una extraordinaria calidad técnica resuelve sus temas y motivos haciendo un despliegue maravilloso”, comenta Efraín Hernández, historiador del arte y catedrático de la UNA.
Espinoza creó varios talleres de grabado en metal en nuestro país. También dirigió talleres en la UNA y en la UCR, en cuya Escuela de Artes Plásticas se graduó, en la especialidad de pintura. Además, posee una maestría en grabado de la Universidad de Minessota.
Su proyecto más reciente para fomentar su especialidad es el Taller Nacional de Grabado en la Casa del Artista. Además, está entre sus planes hacer un libro que contenga las obras más importantes de sus 35 años de labor.
Espinoza está habituado a trabajar con materiales tóxicos: ácidos nítrico, acético y fosfórico. “Me encanta sentir el metal, palparlo, quemarlo y hacerle diferentes marcas; ponerlo muy suave o hacerle quiebres con ácidos. La experiencia me permite saber el tiempo justo que debe durar una placa sumergida para lograr lo que quiero”, describe Espinoza.
La placa de cobre seguirá brillando bajo la curiosa mirada de Rudy mientras sus manos le traspasan las formas de su mente y el ácido burbujea a la espera de corroer una nueva obra.