La calificación del gobierno de Laura Chinchilla se desplomó en los últimos tres meses al punto de dejarla casi sin saldo positivo.
La diferencia entre las opiniones favorables y las desfavorables es solo de un punto porcentual, mientras que en marzo pasado ascendía a 18 puntos, según los registros de Unimer.
Este es el saldo de la calificación a la presidenta: un 26% dice que su desempeño ha sido “bueno” o “muy bueno”, una cifra que en marzo era de un 37%.
En cambio, las calificaciones de “malo” o “muy malo” crecieron en seis puntos. Pasaron de un 19% a un 25% en cuatro meses.
La mitad de los entrevistados consideran que la labor de Chinchilla ha sido “regular”.
De las cuatro encuestas realizadas por Unimer durante el gobierno de Chinchilla, solo una le ha reportado mejoría: la correspondiente a los días posteriores a la detonación del conflicto con Nicaragua por isla Calero.
En este momento, la población joven y con estudios universitarios es la que peor opina sobre la gestión de Chinchilla. De igual manera, los hombres tienen una percepción menos favorable, pues si se consideraran solo sus opiniones, la suma de calificaciones “malas” o “muy malas” sería de 29%.
La calificación desfavorable del gobierno de Chinchilla es casi igual a la del entonces presidente Óscar Arias en enero del 2010.
Sin embargo, el criterio sobre el trabajo de Chinchilla es todavía más alto que el más bajo recibido por Arias Sánchez en agosto del 2008, que fue del 28%.
Al comparar estos datos con la administración de Abel Pacheco (2002-2006), sobresale que él tenía al cierre de su primer año de gobierno una mejor calificación que la que ahora tiene Chinchilla. Pacheco acumulaba un 22% de opiniones negativas y un 36% de positivas.
Su saldo era favorable por 14 puntos porcentuales y el de Arias, a 13 meses de funciones, era de 30. El de Chinchilla es de un punto.
El gobierno de Chinchilla se ha caracterizado por los obstáculos heredados, como la crisis fiscal, y acontecimientos imprevistos, como el lío con Nicaragua y los desastres naturales de noviembre.
A ello se agregan los problemas políticos como el contacto deficiente con sus diputados y la derrota que sufrió el oficialismo frente a los opositores por el control del Congreso. Chinchilla también enfrentó cuestionamientos de varios miembros del gabinete.
Estos y otros factores hacen que la gente confíe menos en la presidenta. La confianza no deja de caer desde que asumió funciones, pero el impacto ahora fue de un 15% en relación con marzo.
Se mide con el “índice de confianza”, un valor que va entre 0 y 5, y mezcla una serie de valoraciones como la eficiencia en el gasto público, la resolución de problemas y la corrupción pública.