Antes de 1948, el Congreso se componía de 45 diputados y 15 suplentes, después del 48, y por razones puramente políticas se integró el Poder Legislativo con 57 diputados y se eliminaron los suplentes. Ahora hay personas interesadas en aumentar la Asamblea Legislativa a 87 diputados, pero todavía no se ha dado razón alguna para justificar semejante aumento.
Primero habría que calcular el costo de tal reforma, incluyendo las pensiones de lujo que tal reforma conlleva.
Luego sería necesario calcular el costo de un nuevo edificio legislativo con capacidad para albergar 87 diputados con sus respectivas curules y oficinas privadas para cada uno o una.
También sería necesario el aumento de personal administrativo para atender a tanta gente.
Lo que sí hace falta es establecer ciertas condiciones de preparación y cultura para aspirar a una diputación.
En las condiciones actuales, cualquier analfabeta puede llegar a la Asamblea para determinar el destino de nuestra patria.
Aquí, para ser diputado, hay que contar con el respaldo de alguno de los altos dirigentes del partido y ese apoyo no se logra si no es subordinando los intereses de la patria a los intereses particulares de los altos dirigentes.
Por esa razón es que la calidad intelectual de nuestra Asamblea Legislativa resulta cada vez más limitada.
En todo caso, si hay insistencia en llevar adelante esta idea, primero debería someterse a un plebiscito para medir el respaldo del pueblo.