Tras recorrer 8.000 kilómetros, las ballenas jorobadas ( Megaptera novaeangliae ) del hemisferio sur se acercan a aguas costarricenses para parir y criar a sus ballenatos.
Esto marca el inicio de la temporada de observación de estos mamíferos marinos en el Pacífico sur, principalmente en las bahías Ballena y Drake, en Osa, Puntarenas.
Según Damián Martínez, director de la Fundación Keto, hay reportes de la presencia de estos cetáceos en Ecuador y Colombia.
“Eso quiere decir que en estos días estarán llegando a nuestro país”, comentó Martínez.
Las ballenas jorobadas son fácilmente identificables por sus aletas pectorales, ya que estas pueden llegar a medir unos siete metros de largo.
Un animal adulto puede alcanzar los 15 metros de largo y pesar entre 25 y 30 toneladas. Es más, las hembras son un poco más grandes que los machos.
“El promedio de nado durante las migraciones es de 1,61 kilómetros por hora y recorren 8.000 kilómetros en su ruta migratoria”, explicó Martínez.
Las ballenas que nacen en aguas nacionales migran a las áreas de alimentación que se ubican en los polos y, cuando llega el invierno en estos sitios, regresan a aguas templadas.
Turismo sostenible. En Costa Rica, el turismo de avistamiento de cetáceos (ballenas y delfines) ha ganado fuerza en la última década y es un motor económico para las comunidades costeras.
Según un estudio de Fundación Keto, 19 de las 22 empresas turísticas que trabajaban en bahía Drake e isla del Caño ofrecen tours.
El mismo estudio indicó que estos negocios generan una ganancia mínima de $600.000 al año, sin incluir otros servicios como hoteles y restaurantes. Para regular la actividad existe un reglamento para la operación de actividades relacionadas con cetáceos (decreto ejecutivo N.° 32495) que data del 2005.
Adicionalmente, los miembros de la Asociación de Operadores de Turismo en el Parque Nacional Marino Ballena decidieron ir un paso más allá. Ellos trabajan en un proyecto de buenas prácticas con la idea de autorregularse.