Cría cuervos y te sacarán los ojos. Nada es bastante para el que lo desea todo. Uno recibió un Alfa Romeo'pero quería un Porsche. El otro se educó en Princeton'pero era un pisaverde.
La noche estaba fresca. El resplandor de la televisión velaba el sopor de José y Kitty Menéndez; él con un brazo colgando del sofá, ella, adormecida en su pecho. De repente'la borrasca. Un destello partió la cabeza del padre y salpicó de sesos la cara de la madre; después la rociaron de plomo y quedó irreconocible.
“¡Mataron a mis padres!” escuchó el operador del 911, aquel domingo 20 de agosto de 1989. Un minuto después varios policías llegaron al 722 de Elm Drive en Beverly Hills, a una mansión estilo mediterráneo con 23 habitaciones, donde vivieron Prince y Elton John.
De acuerdo con Los Angeles Times Joseph Lyle y Erik Galen Menéndez estaban aterrorizados. Contaron a los oficiales que habían ido al cine a ver Batman y al regresar encontraron los cuerpos agujereados de sus progenitores.
En apariencia José y Kitty eran una pareja feliz. Ella tenía 47 años, rellenita pero atractiva, pelo rubio y ojos verdes. Él, de 44, era atlético y aparentaba menos edad, aunque una pícaras canas le teñían el cabello.
José Menéndez descendía de una familia de emigrantes cubanos que llegó a Pennsylvania –tras la revolución castrista en los años 60– en busca del sueño americano. Kitty Andersen, vivía en un barrio de Chicago; su padre tenía una empresa de aire acondicionado y su madre era ama de casa.
Para Crime Library –de Thru TV– Kitty pasó una niñez difícil porque el papá era un agresor; los dejó abandonados y creció con la idea de que el divorcio era lo peor que le podía ocurrir a una mujer. Estudió en la Universidad de Illinois, se especializó en producción de radio y televisión e incluso ganó el concurso de Miss Oak Lawn.
José y Kitty se conocieron en la adolescencia y se volvieron inseparables, pese a que sus familias se oponían al noviazgo; los de Kitty por el origen hispano de José, y los de este, por el divorcio de los padres de ella. Aún así, se casaron en secreto en 1963.
José hizo una carrera un tanto oscura en los negocios y llegó a ser presidente de LIVE Entertainment, una empresa asentada en California que se dedicaba a la distribución y reproducción de videos.
Al principio le endosaron el crimen a la mafia, un empleado molesto, un rito satánico, una vendetta' pero, cuando todo lo imposible fue descartado, solo quedó la verdad: Lyle (de 21 años )y Erik (de 19) asesinaron a sus padres por una herencia de $14 millones. Así lo reseñó un programa especial de The Biography Channel.
La pesadilla que sacudió el exclusivo vecindario angelino llegó a la televisión con el filme Un asesinato en Beverly Hills , de 1994, con Edward James Olmos en el papel de José Menéndez.
Hermanos siniestros
José Menéndez educó a sus hijos con guante de hierro. Les impuso reglas para todo: comer, divertirse, leer y aprender. Él quería que ellos fueran auténticos americanos de éxito. Esto los volvió inseguros y desarrollaron extrañas conductas, dolores de estómago, rechinaban los dientes y en el caso de Lyle, a los 14 años aún se orinaba en la cama y jugaba con muñequitos.
Para protegerse, los hermanos crearon fuertes vínculos entre sí; Erik admiraba e imitaba a Lyle. El primero era sensitivo y tranquilo; el otro: reservado, agudo y gracioso. Ambos escogieron jugar tenis porque José les exigió practicar un deporte individual, para que su autoridad no se viera disminuida.
Estudiaron las primeras letras en Princeton Day School y pronto mostraron deficiencias de aprendizaje, problemas de concentración y generaron el rechazo de los otros compañeros, según Crime Libray .
En la adolescencia Lyle afrontó el rechazo de su primera novia, Stacey Feldman, quien le dio calabazas porque este quería terminar el colegio, casarse y tener hijos.
Tras un fallido intento, en 1988 fue admitido en la Universidad de Princeton y ahí tuvo problemas desde el arranque. Lyle creyó que podía mentir, engañar y robar con impunidad. El primer semestre lo acusaron de plagio y fue suspendido un año.
Para tenerlo ocupado le dieron trabajo en LIVE , pero ahí no hacía nada y sus subordinados lo consideraban un pesado, arrogante y egoísta.
Regresó a Princeton y el primer día sacó de la habitación a un compañero porque él quería estar solo; nunca participó en las actividades del campus y se rodeó de una pandilla de atorrantes.
Erik era otro “tortero”. Misterioso y solitario no jugaba con otros niños, la madre le hacía las tareas escolares y estaba convencido de que sus padres lo entrenaban para ser el líder del hogar.
Cuando la familia se trasladó a California formó una gavilla de rebeldes y currutacos, pero Kitty comenzó a pensar que era homosexual. Se hizo de una novia, pero esta lo dejó porque una noche la encerró en una habitación.
Trabó amistad con Craig Cignarelli, capitán de un equipo de tenis y ambos escribieron el guion de una película llamada Friends , sobre un hijo que mata a sus padres para heredar $157 millones, reseñó Dominick Dunne, en Vanity Fair .
En julio de 1988 los hermanos robaron dinero y joyas en varias casas de sus amigos. José se encolerizó contra ellos. Fueron acusados de raterismo y Erik se declaró culpable para salvar a su hermano y fue condenado a trabajos comunales.
En el verano de 1989 la novia de Lyle, una modelo llamada Christy, adujo que estaba embarazada y la presionaron para que abortara; al parecer un amigo de la familia le pagó $ 100 mil para que se fuera.
Las tensiones entre padres e hijos se incrementaron. La madre bloqueaba en las noches la puerta de su cuarto, los hijos no tenían llave de la casa, ella compró un arma y fue donde un psicoterapeuta, el doctor Jerome Oziel. Kitty le contó que tenía miedo de que los muchachos fueran unos sociópatas y no tuvieran conciencia del dolor que causaban a los demás. Los describió como narcisistas, inconcientes y exhibicionistas.
El vivo al pollo
Según cálculos de Lyle y Erik la fortuna de sus padres ascendía a los $14 millones. Por eso, sin dejar que se enfriaran los cadáveres, se dieron la vida de un rajá.
En menos de un mes, los hermanos Menéndez gastaron casi un millón de dólares en carros lujosos, ropa de diseñadores, relojes, joyas, guardaespaldas, apartamentos, comidas y aparatos electrónicos, explicó Dunne.
Cada uno compró un reloj Rolex de $15 mil; Lyle adquirió un Porsche 911 en $64 mil; alquilaron apartamentos por miedo a los supuestos asesinos; pagaron $24 mil en equipos de sonido; Erik patrocinó con $40 mil un concierto de rock en el Palladium de Los Angeles; Lyle compró una “pollería” en $550 mil y Erik contrató un entrenador de tenis por $60 mil anuales.
El tren de vida de los huérfanos sorprendió a la policía pero, por falta de pruebas, no pudo acusarlos. A punto de llegar a un callejón sin salida Judalon Smith, paciente y amante despechada del doctor Oziel, declaró que este tenía varias grabaciones que los incriminaban en el asesinato de los Menéndez.
En marzo de 1990 los hermanos fueron arrestados y acusados del doble homicidio. El tema fue yesca para la televisión de Los Angeles, una zona donde cada año ocurren dos mil homicidios, 60 mil atracos; 200 mil robos a casas y negocios y 100 mil personas son agredidas con violencia.
Al cabo de tres años, en 1993, comenzó el primer juicio contra los hermanos y la defensa arguyó que ambos actuaron en defensa propia tras años de abusos físicos, amenazas, humillaciones, maltratos psicológicos y sexuales a manos de sus padres, comentó la prensa mundial.
Por primera vez un juicio fue transmitido en vivo por el programa Court TV , actual Tru TV de CNN; la CBS filmó una miniserie sobre el dúo homicida; Los Angeles Time , Vanity Fair y People publicaron extensos artículos y el tema fue un filón inagotable para el “ show-business ”, expuso el Dr. Alejandro Navas, de la Universidad de Navarra, en Periodismo y sufrimiento.
Como el jurado estaba dividido, los abogados prolongaron tres años más el juicio y montaron otro, esta vez sin el despliegue mediático del primero. El 2 de julio de 1996 los hermanos fueron hallados culpables y condenados a cadena perpetua, sin posibilidad de libertad condicional.
En la prisión Lyle se casó dos veces. La primera en 1997 con Anna Erickson, una ex-modelo, y en el 2003 con Rebeca Sneed, editora de una revista. Erick se casó, por teléfono, con Ruth Tammi Saccom, autora del libro Mi vida con Erik Menéndez y protagonista de un documental del canal A & E.
La riqueza, el poder y una serie de excesos llevaron a Lyle y a Erik al parricidio; para ellos pudo más la ambición que el amor a sus padres. Eran dos Caínes en el paraíso de las estrellas. 1