Cuando Noé Solano Vargas (1899-1971) publicó sus caricaturas en La Semana Cómica (1935-1960), ya era un artista conocido. No solo había mantenido una gran actividad en la prensa desde 1920, sino que era una figura relevante en las Exposiciones de Artes Plásticas que se realizaban en el Teatro Nacional desde 1928.
“En la caricatura hay verdaderas esperanzas; está Solano, y ya Solano tiene su nombre hecho [']. Noé Solano sabe lo que se trae a manos y tiene la gran ventaja de explotar varias fases del oficio”, aseguró Max Jiménez a raíz de la Primera Exposición. En ella, Solano se hizo acreedor a dos medallas de oro: en caricatura y en dibujo. Tenía menos de treinta años.
Sus dibujos también habían circulado en 1928 en el pequeño libro Música sencilla (poemas en prosa), de Blanca Milanés, seudónimo de Carlota Brenes Arguello. Las ilustraciones del joven Solano escoltaron la obra literaria de esta artista plástica ganadora de la medalla de oro en pintura en la Primera Exposición.
Así, el texto ilustrado integró tres lenguajes: el musical enunciado desde el título, el icónico en la apertura de cada relato, y la prosa.
La Semana Cómica. Cuando Pío Luis Acuña fundó La Semana Cómica, ya conocía las dotes de Noé como dibujante y caricaturista, y su temple como defensor de sus ideales. En esa convulsa época, Solano se convirtió en el dibujante estelar del semanario, y el semanario, en su medio de publicación favorito, según su propio decir.
Allí continuó su larga trayectoria, participando en la reconfiguración de la identidad nacional y la memoria colectiva.
En 1943, una nota de la redacción de La Semana Cómica aclaraba: “Huelga hablar del prestigio de este celebrado artista que tantos triunfos ha conquistado dentro y fuera del país. Solano es el único responsable de sus caricaturas y de la lectura que figure siempre al pie de ellas”.
El año anterior había externado su posición política en el titular de un dibujo de portada: “Cómo ve don Noé Solano, picadista ciento por ciento, el panorama político”.
En 1943 publicó su “Gráfica del aplastante desfile del 15 de setiembre: Tres personas distintas y un solo fin verdadero: las Garantías Sociales”, señaló en el encabezado parodiando la simbología cristiana, para añadir: “(Ahora que, si don León cree que es el fin de él, no lo contradecimos)”.
En el dibujo aparecían Teodoro Picado, Rafael Ángel Calderón Guardia (presidente de la República) y monseñor Víctor Sanabria: “Padre, Hijo y Espíritu Santo...!”, según apuntó Solano al pie. Aunque omitió a Manuel Mora, líder del Partido Comunista, resaltó la importancia de la unión nacional por encima de las discrepancias ideológicas.
Solano fue admirador y defensor de Calderón Guardia y de su programa de reformas sociales, y utilizó su lápiz contra Otilio Ulate y la propuesta de José Figueres.
En la década del 50, la mordacidad de sus caricaturas editoriales hizo exclamar a más de uno: “A Noé Solano, aunque no se lo conozca, se lo siente”.
Trayectoria. Con una gran actividad entre 1920 y 1960, don Noé publicó en casi todos los diarios y revistas nacionales: Diario de Costa Rica, La Tribuna, La Linterna, El Látigo, La Semana, El Nacionalista, Don Lunes, Diario Nacional, Repertorio Americano, Bohemia, La Prensa Libre, La Nación, La Semana Cómica y El Grito del Pueblo , entre ellos.
En ese último órgano, en 1920, presentó uno de sus primeros dibujos: un retrato del mandatario Julio Acosta hecho de una sola línea.
Don Noé inició su formación académica en la Escuela Nacional de Bellas Artes y la completó en Cuba y los Estados Unidos. Durante su estadía en La Habana, publicó dibujos en periódicos y revistas de renombre.
Ya con un estilo definido y un humor picante, regresó a Costa Rica para participar en la política en apoyo de Ricardo Jiménez.
Así, Solano fundó Bohemia en 1922 y fue su copropietario, director artístico y dibujante principal. Allí exhibió al presidente Julio Acosta (dibujado como mujer) “mareado” por dos de los candidatos presidenciales: Alberto Echandi y “el cura” Jorge Volio, ante la actitud burlona del “Brujo” Jiménez.
En 1924, “asqueado de la falsía de este pueblo soberano”, según dijo, partió hacia Nueva York, donde conoció al mexicano Miguel Covarrubias, quien influyó notablemente en su trabajo.
No obstante, su beligerancia política y su solidaridad con los marginados no estuvo acompañada con un enfoque pionero en el ámbito feminista. Como otros dibujantes combativos, Solano manifestó su oposición al voto de las mujeres. La caricaturista Emilia Prieto fue quien enfrentó dicha opinión.
Noé Solano dirigió también la revista masónica Acacia en los años 40.
En su madurez, fue uno de los tres dibujantes del Anecdotario naciona l, escrito por Carlos Fernández Mora, un libro clásico de la política costarricense.
Como la mayoría de sus colegas, el dibujo comercial y la ilustración le permitieron “sostener económicamente, sin ostentaciones, a la familia”, conforme declaró.
Galardones. Ya en los años 20, críticos de arte y colegas reconocieron en Solano la condición de artista. Su quehacer lo llevó a destacarse nacional e internacionalmente.
Desde muy joven obtuvo reconocimientos en el campo del humor gráfico en las Exposiciones de Artes Plásticas (medalla de oro en 1928, 1930 y 1931; primer premio en 1934 y 1935).
En 1956, siendo colaborador de La Nación, Solano recibió uno de los más altos galardones otorgados a la caricatura en Latinoamérica: el Premio Mergenthaler de la Sociedad Interamericana de Prensa por su destacada labor gráfica al servicio de la libertad de prensa y contra toda forma de tiranía. Fue el primer caricaturista costarricense que mereció ese galardón.
En la historia del humor gráfico nacional, Noé Solano es un innovador y uno de sus maestros.
En los años 60 ya se hablaba del estilo asolanado. La alta calidad gráfica y humorística de su obra impactó a jóvenes valores que más tarde se convirtieron en figuras de primer orden, como Hugo Díaz, su sobrino político.
Asimismo, la huella de don Noé como promotor de la caricatura quedó impresa en las Exposiciones de Artes Plásticas. En ellas, su labor fue esencial para que se incorporase la caricatura como expresión del arte (junto a la pintura, la escultura y el dibujo).
Gracias a su esfuerzo, la caricatura logró galardones y se vinculó al arte moderno en Costa Rica. Aunque Solano se opuso abiertamente al vanguardismo, algunos de sus trabajos mostraron su coqueteo con esta tendencia.
Reconocidas como un hito importante en el desarrollo del arte nacional, las Exposiciones de Artes Plásticas también representaron un momento de auge en la historia del humor gráfico y, al fin, una flor en el ojal del maestro Noé Solano.
LA AUTORA HA PUBLICADO LOS LIBROS 'HISTORIA DEL HUMOR GRÁFICO EN COSTA RICA' (EDITORIAL MILENIO, 2008) Y 'CARICATURA Y PRENSA NACIONAL' (EUNA, 2002).