Santa Cruz (Turrialba). Los esposos Glen Aguilar y Ana Pereira estaban listos, al caer el día del miércoles pasado, para hacer el queso de la tarde. Es su tarea cotidiana; la hacen en la tarde y en la mañana.
Son los expertos en su quesería artesanal, pues esa habilidad se aprendió y desarrolló en su familia desde la época de los bisabuelos.
La pequeña empresa y la historia de esta familia se repiten en todos los rincones de Santa Cruz y Santa Teresita de Turrialba.
La lechería es prácticamente la única actividad económica de esos habitantes de las faldas del volcán Turrialba.
La tradición del queso artesanal, que data de 1870, fue pilar para que el Registro de la Propiedad Industrial les otorgara a esos lugares una denominación de origen (DO) para proteger el queso Turrialba.
Ese ente acreditador es parte del Registro de la Propiedad Intelectual, del Ministerio de Justicia.
El proceso para lograr esa protección tardó seis años. Los requisitos incluyen aspectos de clima, suelos, precipitación, sistema de producción, historia y proceso industrial.
El esfuerzo puede beneficiar ahora a 500 productores de leche y a 12 plantas semindustriales de queso que hay en esos dos distritos.
Los primeros en sacar provecho serán los 200 lecheros de la zona que están afiliados a la Asociación de Productores Agropecuarios de Santa Cruz (Asoproa).
De ellos, unos 39 ya cumplieron con la extensa cantidad de requisitos y pueden etiquetar su queso con la DO para protegerlo.
“La protección no es para un grupo de productores, pues ellos representan a toda una familia y estas son todo un pueblo”, explicó Leonardo Granados, médico veterinario del Instituto Nacional de Investigación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA), que colabora con los productores.
Alcances. Según Granados y representantes de la Asoproa, la denominación de origen prohíbe que cualquier empresa utilice el nombre Turrialba en algún queso.
Santa Cruz y Santa Teresita, como dueños de la denominación, pueden denunciar la usurpación de la marca y el ente acreditador puede imponer sanciones, incluidas las económicas (un número de salarios base), según el caso.
La administración de la DO, tanto para las obligaciones como para evitar su usurpación, la realiza un consejo regulador, que tiene una junta directiva, un cuerpo técnico y un grupo asesor.
La DO puede afectar a empresas del sector lácteo que tienen en el mercado quesos en cuya etiqueta tienen la leyenda Turrialba.
Consultada al respecto de esa prohibición, sus alcances y problemas, la empresa Dos Pinos se limitó a contestar en un correo electrónico: “La Cooperativa de Productores de Leche Dos Pinos R.L. cuenta, desde hace varios años, con una marca inscrita en el Registro de la Propiedad Industrial cuya denominación es queso tipo Turrialba. Dicha marca se encuentra vigente y se puede utilizar sin restricción”.
El tema de las DO es nuevo en el país. De hecho, la del queso Turrialba es la primera y se deben aclarar los alcances de su protección.
Manuel Vesalio Pereira, coordinador del proyecto de la DO por parte de Asoproa, así como Granados, estiman que la protección estará totalmente en vigencia en unos tres meses. Eso, porque luego de la aceptación en el Registro de la Propiedad Industrial se inicia el proceso de creación de los órganos competentes para administrar la DO.
Precisamente, en la noche del miércoles, los representantes de los productores y pequeñas industrias nombraron a sus representantes ante la Junta Directiva del Consejo Regulador de la DO.
Ese consejo tiene representación de entidades públicas y de la Municipalidad y se financia con el 1% de las ventas de leche y queso.