
En 1978, encerrados en un viejo cine de Desamparados, más de una decena de actores dieron vida a la historia que muchos catalogan como la primera telenovela nacional: Hay que casar a Marcela .
Escrita y dirigida por Alejandro Sieveking, la serie fue producida por Ramón Moncho Coll y realizada por el Teatro del Ángel. El reparto incluía a Eugenia Fuscaldo, Lucho Barahona, Arabella Salaverry, Carlos Catania y Jorge Arroyo. Se transmitió en 1979, los miércoles, a las 7 p. m., en canal 7.
“Era la típica historia de amor imposible. Marcela es una ‘niña bien’, cuya mamá quería casarla con buen partido, pero su principal enamorado tiene problemas mentales”, recordó Arroyo.
Durante casi 40 capítulos, la trama con un toque de humor, cautivó de tal manera al público costarricense, que sus actores eran reconocidos en la calle.
“No era la tradicional telenovela de drama, era muy simpática. Muchos la recuerdan aún, les encantaba porque sucedía en San José y la sentían muy suya”, recordó Barahona.
Desde entonces, al menos media docena de producciones criollas han aparecido en la televisión nacional. Series como San Buenaventura , Los hijos del sol y La Pensión , se desarrollaban en un formato similar, pero sin llegar a ser etiquetadas como telenovelas.
Quizá la más cercana a este género fue la serie El Barrio , estrenada en canal 6, en 1996. Sin embargo, en el libro Luces, cámara, ¡acción! , el investigador Guillermo Barzuna asegura que si bien tenía semejanzas con las telenovelas, el mundo de valores de la teleserie era distinto.
“Más bien sigue el modelo de algunas series estadounidenses, que mantienen personajes fijos, semana a semana, pero que cuentan historias que se cierran, en cada capítulo”, afirma en el texto.
Para Jorge Arroyo, las razones de que no haya surgido otra telenovela nacional estriban en el alto costo de estos programas y en la falta de voluntad de las productoras para asumir el riesgo.
Por su parte, Mario Nájera, productor de canal 7, asegura que la ausencia de telenovelas nacionales obedece a temas circunstanciales.
“Simplemente no se ha dado la oportunidad de hacerlas. Tenemos la capacidad de producir cualquier ficción, y si bien las novelas son una producción costosa, no ha sido ese el motivo”, sentenció.