Cada vez que juega la Selección Nacional, cinco ticos que viven en Kuwait se unen para observar el partido.
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Las emociones que generan las jugadas de la Tricolor las disfrutan con una cerveza sin alcohol, pues en ese país musulmán está estrictamente prohibido el consumo de licor. Quien cometa la osadía de desobedecer se expone a ir a prisión; si es extranjero, se gana una penosa extradición.
Algunas veces, los compatriotas desean saborear una de esas bebidas, sobre todo cuando la temperatura llega a niveles insoportables de 50 grados, en medio de un sol abrasador.
El termómetro cae sin frenos hasta llegar a los cero grados en invierno, un contraste muy difícil de asimilar, mientras que las lluvias del último año se tradujeron en un par de garúas, insuficientes para aplacar el calor.
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En esta árida nación anclada en el desierto, casi tres veces más pequeña que Costa Rica, los habitantes tienen tanto dinero que no escatiman en gastarlo en centros comerciales, pues la moda se volvió parte fundamental en sus vidas.
Las mujeres poseen libertades, pero nunca como en nuestro país. Les permiten conducir, ir de compras, tienen una vida social muy activa; sin embargo, muy pocas son independientes. Si van a la playa, hay áreas donde es prohibido usar vestido de baño.
Las costarricenses Melissa Rodríguez Solís, de 35 años, y María Aguilar Sáenz, de 37, intentan adaptarse a la vida de Kuwait, nación que se adueñó de los titulares de todos los periódicos del mundo cuando tropas de Irak irrumpieron en su territorio en la madrugada del 2 de agosto de 1990.
Este ataque, dirigido por Sadam Husein, desencadenó una ofensiva militar internacional que expulsó a los iraquíes del pequeño estado vecino, en la llamada Guerra del Golfo liderada por Estados Unidos, en 1991.
Ambas compatriotas trabajan en la industria hotelera. Melissa llegó hace un año como directora del spa de un hotel cinco estrellas, mientras que María lo hizo en enero anterior.
“Vivir en un país del Medio Oriente no se compara con nada que haya experimentado antes. Debes tener una mente muy abierta, ser muy respetuosa y prudente, pero sobre todo se necesita mucha fortaleza mental”, dice Melissa.
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Agrega: “Kuwait es un país moderno, pero al mismo tiempo muy estricto. Es un país de muchos contrastes, aquí encuentras todas las facilidades que puedas imaginar, miles de restaurantes y tiendas de lujo normalmente llenas de mujeres y hombre vestidos con ropa tradicional de Medio Oriente. El alcohol y la carne de cerdo son ilegales y no se venden en ningún lugar”.
Por su parte, María no duda en decir que es un lugar muy difícil para vivir y adaptarse. “No es para cualquier persona, especialmente no es para cualquier tico”, advierte.
“Este es un país musulmán, uno de los más conservadores de Medio Oriente. No hay alcohol, no se dan muestras de cariño en público, hay áreas designadas (privadas) para estar en la playa donde las mujeres pueden ponerse vestido de baño. Las atracciones que hay acá, los lugares turísticos, son mínimos, no hay áreas verdes o lugares donde pasar el día libre y ser libre”, relató María.
Melissa cuenta que Kuwait tiene un desarrollo envidiable y es muy seguro: “Suceden más cosas caminando por la avenida central de San José que aquí, siendo vecino de Irak”.
No obstante, narra las situaciones a las que se expone por ser mujer. “Me he tenido que acostumbrar al exceso de caballerosidad y patanería”.
¿Por qué lo dice? Explica que por un lado hay muchos hombres que corren a ayudar a las mujeres cuando las ven que cargan algo, como bolsas. Además, en las oficinas de gobierno no hacen fila. “No esperas por nada por el simple hecho de ser mujer”.
Sin embargo, todo cambia de un pronto a otro.
“Me he tenido que acostumbrar a que ellos (los árabes), por ‘respeto’, se dirigen a mi esposo para tomar la orden del restaurante; ellos le preguntan a él sobre lo que yo voy a ordenar, yo respondo, pero le confirman la orden a mi esposo, sin mirarme”.
Melissa admite que eso la ofendía al principio. “Aquí algunas veces si quiero resultados más rápidos en tareas de la vida que impliquen negociar con un hombre, prefiero pedirle ayuda a mi esposo; él logra más cosas con el solo hecho de ser hombre que yo con mis argumentos bien fundamentados”.
Su cónyuge es italiano; se llama Cosimo Lardo.
Luego de cumplir un tortuoso trámite, ambos lograron llevar a sus mascotas.
“Mis gatos ahora tienen pasaporte, les tomó tres días llegar desde Costa Rica hasta aquí, viajaron por Ámsterdam (Holanda), donde tienen un hotel de animales que los asisten a mitad del viaje. Tuvimos que hacer mil cosas para traerlos, pero no lo dudamos ni un segundo; la familia no se regala ni se abandona”, resaltó Melissa.
Entre tanto, María confiesa que la ha costado más adaptarse al despiadado frío del invierno que al sofocante calor del verano, el cual es más llevadero porque en todos los lugares hay aire acondicionado.
Sobre la vida allá, María lanza un claro mensaje: “Sí, es muy caro (el país), pero comparado con Costa Rica, es igual de caro”.
Melissa opina igual: “Kuwait es el país con la moneda más cara del mundo, es sumamente rico, y tristemente en una tienda de ropa o en un supermercado pagas lo mismo que pagas en Costa Rica”.
Por ejemplo, un almuerzo para dos personas cuesta unos $25 (¢14.275) y un litro de leche tiene un valor cercano a los ¢750.
“Es un lugar de consumismo y estilo de vida banal por el dinero que hay acá”, argumenta María.
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El intenso calor hizo pasar un susto a Melissa.
“Causé un pequeño incendio con una planta que se me secó, porque yo con mi mentalidad de tica, la dejé en el balcón, para después sembrar otra o esperar que le naciera un hijito; lo que no esperaba era que el clima fuera tan caliente y seco que prendió fuego”.
Melissa revela que muchas personas se sorprenden de que viva en Kuwait, por los prejuicios existentes sobre naciones del Medio Oriente.
“Aquí se vive cómodo, todo lo tienes a la mano, no hay delincuencia, y debido a su ubicación, hay muchas posibilidades de viajar a países de Asia, Europa y Medio Oriente a bajo costo. Es un país muy seguro, con mucha riqueza y está creciendo muy rápido”, apuntó Melissa.
Sobre lo que más extraña de la tierra donde nació es la felicidad de la gente, así como la amabilidad y las sonrisas. “Los costarricenses somos personas hermosas y creo que uno se da cuenta del valor de nuestra gente hasta que se va del país”.
“Extraño muchísimo la lluvia y el verde, playas del Coco, Heredia y Monteverde. Extraño no ver montañas cada vez que salgo de mi casa hacia el trabajo. Extraño los cumpleaños de mi familia con arroz con pollo y las noches de vino, cerveza o whisky con mis amigos del alma”, reflexiona Melissa.
Ella emprende el largo viaje hacia Costa Rica una vez al año, pues antes de llegar a Kuwait estuvo en Maldivas y Estados Unidos, también por trabajo.
Su familia no la ha podido visitar por la lejanía y el alto precio; por ejemplo, un tiquete para febrero del 2018 desde Alajuela tiene un costo de casi $1.800 (poco más de ¢1 millón).
“Dos de mis amigas me han venido a visitar, una por trabajo me vino a apoyar en la apertura (del spa) y la otra porque me incluyó en su itinerario de viaje y nos encontramos en Dubai un fin de semana. Esas cosas se valoran muchísimo cuando uno está lejos”, resalta Melissa.
Ambas planean regresar a Costa Rica, pero no en un futuro cercano.
Datos de Kuwait | |
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Capital: | Kuwait |
Idioma: | Árabe |
Población: | 2,7 millones (casi la mitad que Costa Rica) |
Moneda: | Dinar kuwaití (1 equivale a ¢1.875) |
Extensión territorial: | 17.818 km cuadrados (casi tres veces menos que Costa Rica) |
Los datos anteriores corresponden a los costarricenses que reportaron a la Cancillería vivir en otra nación. No necesariamente todos los que migraron están incluidos, porque el proceso es voluntario y en algunas naciones no existen consulados de Costa Rica. Los datos de Puerto Rico eran antes del paso de los huracanes Irma y María, por lo que ahora la cifra puede ser menor.
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Esta es la cuarta historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.