La actividad física, en varias sesiones cortas cada día, puede contrarrestar los efectos del síndrome metabólico, un desorden bioquímico que afecta a los niveles azúcares y lípidos en la sangre.
Este síndrome, que se presenta en las personas con sobrepeso y grasa acumulada en torno a su cintura, suele ser el primer paso en el desarrollo posterior de enfermedades cardiovasculares y metabólicas crónicas, como la diabetes.
Para evitar esos daños, los especialistas recomiendan las dietas y fármacos.
Sin embargo, la actividad física también es una muy buena herramienta para evitar futuros y peores daños.
En un estudio realizado en la Universidad de Auburn, en Alabama, EE. UU., se comprobó que los síntomas del síndrome metabólico pueden ser reducidos y hasta superados con la ayuda de una rutina diaria de varias sesiones cortas de ejercicio físico.
“En nuestras pruebas descubrimos que rutinas cortas, de 20 ó 30 minutos, que se repitan dos o tres veces al día, pueden reducir considerablemente los desequilibrios del síndrome metabólico”, dijo Peter Grandjean, fisiólogo del ejercicio y jefe del Laboratorio de Investigación de Riesgos Cardiovasculares y Metabolismo de la Universidad de Auburn.
La investigación, presentada durante el XIII Simposio Internacional sobre Salud, Ejercicio y Deporte en la Universidad de Costa Rica, se enfocó en determinar en qué aspectos el ejercicio físico ayuda a los pacientes a contrarrestar los efectos del síndrome.
Asunto de grasas. El equipo de Grandjean detectó que la actividad física tiene un efecto en el proceso de asimilación de las grasas.
Los científicos comprobaron que los niveles de triglicéridos y de colesterol malo (LDL) se redujeron luego de las sesiones de ejercicio y especialmente luego de aquellas rutinas más cortas y seguidas.
“Al hacer ejercicio se acelera el metabolismo y, por lo tanto, se asimilan mejor los alimentos”, dijo Grandjean.
“Un ejemplo es lo que ocurre con los triglicéridos, que suben después de cada comida. Al hacer actividad física en rutinas cortas y seguidas, la asimilación de los triglicéridos también es más rápida y se mantiene entre sesiones”, agregó el especialista.
Sin embargo, además de reducir los niveles de triglicéridos, los científicos demostraron que con el ejercicio se logra aumentar el HDL o colesterol de alta densidad, el cual es beneficioso para la salud.
Esta aceleración del metabolismo conseguida con la actividad física también baja los niveles de LDL o colesterol de baja densidad en la sangre.
Este tipo de colesterol, que se acumula en las paredes de las arterias y causa los infartos, también entra en las paredes de las arterias y las hacen más rígidas produciendo la aterosclerosis.
Insulina. El estudio también determinó que con la realización de ejercicio físico las personas aumentan su sensibilidad a la insulina.
“Cuando un paciente sufre de desórdenes metabólicos relacionados con la producción y asimilación de la insulina pueden derivar en la diabetes y eso les cambia totalmente la vida”, dijo Grandjean.
Cuando una persona sufre del síndrome metabólico, su cuerpo no tiene la capacidad de captar y regular los niveles de insulina.
Este problema, si no es tratado correctamente, puede causar que la persona desarrolle diabetes, ya que se produce un desbalance entre los niveles insulínicos que son los que colaboran en la regulación de la cantidad de azúcar en la sangre.
El ejercicio ayuda a estas personas porque al realizar actividades físicas el organismo automáticamente se vuelve más sensible a la insulina lo cual ayuda a que el control de esta sustancia en la sangre sea más eficiente.
“Si una persona sufre de síndrome metabólico debe acudir al médico inmediatamente y comenzar a moverse.
“Esa es la mejor forma de evitar problemas peores en el futuro”, aconsejó Grandjean.