El astronauta francés Thomas Pesquet y el ruso Oleg Novitski volvieron sanos y salvos este viernes a la Tierra tras pasar 200 días en la Estación Espacial Internacional (ISS).
Los dos hombres, a bordo de un módulo de la nave Soyuz cuyo descenso fue frenado por un gran paracaídas, aterrizaron en las estepas de Kazajistán, según imágenes difundidas en directo por la Agencia Espacial Europea (ESA).
Horas antes, Pesquet y Novitski se despidieron de los dos astronautas –una estadounidense y un ruso– que se quedan en la ISS, a unos 400 kilómetros de la Tierra, y se instalaron en la nave Soyuz MS-03, la misma que los había llevado al espacio la noche del 17 de noviembre.
"Voy a extrañar" a la ISS, escribió en Twitter Pesquet, que habló de su experiencia como "la aventura más intensa" de su vida.
El astronauta francés llegó en la madrugada del sábado a Colonia, sede del Centro Europeo de Astronautas.
Pesquet aterrizó en el aeropuerto de Colonia, donde fue recibido por su compañera, constató un periodista de la AFP.
El presidente francés, Emmanuel Macron, había acudido el viernes al centro nacional de estudios espaciales para asistir al retorno a la Tierra del astronauta. Y mantuvo una entrevista telefónica con Pesquet, transmitida por las televisiones francesas.
"Quiero decirle lo orgullosos que estamos todos de usted" le dijo Macron al astronauta francés.
La preocupación principal era la salud de los astronautas por los efectos de la gravedad.
"Todo va bien, me estoy rehabituando lentamente a la gravedad", respondió Pesquet, que confesó que tras su estadía en el espacio hasta el teléfono le parecía pesado.
Según Bernard Comet, presidente de la Comisión Médica de la Agencia Espacial Europea, "hoy manejamos mejor el retorno de los astronautas". Antes, "volvían más afectados".
"El desacoplamiento se produjo a la hora prevista", indicó a la AFP el Centro de Control de vuelos espaciales. Según imágenes en directo de la Agencia Espacial Europea, la nave se alejó entonces de la ISS rumbo a la Tierra.
Desde ese momento, los dos astronautas solamente necesitaron tres horas y veinte minutos para "descender" a la Tierra.
Pesquet, de 39 años, ingeniero aeronáutico y piloto de línea, efectuó su primer viaje al espacio. Ha llevado a cabo un total de 60 experimentos científicos en la ISS y dos salidas al exterior de la estación para operaciones de mantenimiento.
Oleg Novitski, de 45 años, es un ex piloto del ejército del aire ruso, y padre de dos niñas. Ya pasó cinco meses en la ISS en 2012 y 2013. Esta vez ha realizado medio centenar de experimentos científicos para la agencia espacial rusa Roskosmos.
"Los dos astronautas han cumplido todas las tareas que se les confió de manera plenamente satisfactoria", declaró a la AFP Yuri Malenshenko, vicedirector del Centro de Preparación de Cosmonautas en la Ciudad de las Estrellas, cerca de Moscú.
Unas dos horas y media después del desacoplamiento de la ISS, los motores principales del Soyuz se activaron durante poco menos de cinco minutos para la maniobra de "desorbitación", según la Agencia Espacial Europea. Ello permitió a Soyuz iniciar su descenso.
Luego la nave se separó en tres partes. El módulo orbital y el módulo de servicio (ya inútiles) se alejaron y se desintegraron en la atmósfera.
El módulo de descenso, con los dos astronautas, afrontó temperaturas de hasta 1600°C en el exterior debido al roce de la atmósfera con el escudo térmico.
Tras seis meses y medio de ingravidez, los astronautas recobraron brutalmente la gravedad y sintieron su peso cuadruplicado durante la desaceleración.
A unos diez kilómetros de altura, se desplegaron los paracaídas, frenando aún más al Soyuz. Y a menos de un metro de la superficie de la Tierra, se encendieron los retrocohetes, para reducir más la velocidad del módulo.
Una vez que módulo tocó tierra, los equipos de recuperación y socorro acudieron inmediatamente al lugar de aterrizaje.
Las naves rusas Soyuz son el único medio para llevar y traer tripulaciones a la ISS, después de que cesaran las naves estadounidenses. La ISS, gran laboratorio espacial puesto en órbita en 1998, ha costado hasta el día de hoy unos $100.000 millones.