Sin duda, se trató del mejor momento de su carrera.
El físico costarricense César Rojas Bravo, de 27 años, tenía como plan comenzar su doctorado en Astronomía y Astrofísica en la Universidad de California, en Santa Cruz (Estados Unidos), este setiembre y, mientras tanto, impartiría cursos en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Sin embargo, Ryan Foley, uno de los profesores y líder del laboratorio donde el joven iba a estudiar, le invitó a viajar desde junio. Rojas le tomó la palabra y, con ayuda del director de la carrera de Física, José Ralph García, renunció a la UCR.
Jamás se imaginó que en cuestión de dos meses sería partícipe de uno de los hallazgos científicos que revolucionará la forma de entender la astronomía: el choque de dos estrellas de neutrones en una galaxia llamada NGC 4993, en la constelación de Hidra, algo que el ojo humano nunca había registrado y que fue captado el 17 de agosto.
Junto con otros científicos, él participó en detectar el punto exacto en donde el fenómeno celeste había tenido lugar.
Esta colisión confirmó las ondas gravitacionales que predijo Albert Einstein en su Teoría General de la Relatividad y, también que gracias a ella en la Tierra existen el uranio, oro y platino, entre otros metales pesados.
Einstein pronosticó hace 100 años, en 1916, la existencia de las ondas gravitacionales, al decir que el espacio y el tiempo podrían temblar cuando objetos como los agujeros negros se movían generando ondas en el 'tejido del espacio-tiempo' resultando uno de los fenómenos más violentos del Universo.
De todos los equipos científicos que fueron parte de este descubrimiento –de diferentes universidades y centros de investigación en el mundo– el de Rojas fue el primero en ver el punto exacto del fenómeno y, también, el que está compuesto por personas más jóvenes.
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"Era el momento indicado. Para cuando pasó eso yo ya llevaba dos meses en el laboratorio, así que ya tenía conocimiento de cómo utilizar los instrumentos. También hay otros factores de tiempo, por ejemplo, si esto se hubiera dado una semana después, no nos habríamos dado cuenta, pues los telescopios de LIGO (Observatorio de Ondas Gravitatorias por Interferometría Láser) tenían calendarizado ya un mantenimiento y no iban a estar funcionando. Si hubiera sido un mes después, la posición del Sol hubiera impedido que se viera el fenómeno", destacó el muchacho.
Rojas, alajuelense de nacimiento y liguista de corazón –su abuelo César Rojas Ulloa fue presidente de la Liga Deportiva Alajuelense y su tío abuelo José Luis "Chime" Rojas fue futbolista del cuadro rojinegro– conversó con La Nación vía telefónica acerca de este logro y de lo que implicó para él.
¿Recuerda qué estaba haciendo en el preciso instante en que se dio la alerta de LIGO?
Yo estaba un día normal en la oficina. Llegó el compañero que vio la imagen del telescopio por primera vez. Me dijo 'necesito tu ayuda para ver algo'. Nos quedamos trabajando en eso desde las 2 p. m. hasta las 11 p. m.
"Yo llevaba dos meses de trabajar en la Universidad. En ese tiempo logré obtener la suficiente habilidad y conocimientos para hacer lo que me correspondía. Mandaron la alerta de LIGO y se activaron los protocolos de investigación.
"La mitad del grupo estaba en Dinamarca. Algunos miembros, incluso, creían que era una broma. Poca gente esperaba que esto sucediera en este momento. Todo fue tan súbito, tan rápido".
¿Cuál era su función específica en ese grupo de trabajo?
Era como un engranaje, todos teníamos tareas diferentes y específicas.
"LIGO no da muchísimos detalles. LIGO encuentra una región grande donde puede ser el evento, pero no dan la ubicación exacta, lograr esa ubicación era difícil, era la aguja en el pajar.
"Entonces la meta era encontrar esa aguja. No era fácil, era una carrera porque había equipos de científicos en todo el mundo tratando de hacer eso mismo en ese momento. También era una competencia con el evento astronómico en sí, entre antes se tuvieran los datos y las imágenes, más podría conocerse.
"Mi función en esa cadena, era agarrar los datos, las imágenes crudas y sin procesar que se veían en el telescopio y procesarlas de la manera más rápida posible. Luego se las pasaba a otra persona para compararlas con imágenes antiguas.
"Nuestro grupo encontró por primera vez que ese punto que yace en el cielo y confirmó que sí se dio un choque de estrellas de neutrones. Es sumamente emocionante.
"Una vez que nosotros lo encontramos en estas coordenadas, todos los demás telescopios del mundo, en todas las longitudes de onda, apuntaron a ese objeto".
¿Qué sintió en ese instante?
Hubo un momento de cautela, de decir 'tentativamente ese es', pero había que estar seguros de que ese era. Al venir la confirmación pues sí, eso es de lo más grande que uno pueda sentir. Esto superó todas las expectativas que uno tiene. Para los profesores de aquí también, ellos nos dicen que podría ser el hallazgo más importante de las vidas de todos nosotros.
Desde ese momento, y durante dos meses (al día que se hizo el anuncio) la información estaba bajo embargo y no podían hablar públicamente de eso, ¿cómo fue manejar esas emociones?
No se le podía contar a nadie. Era muy importante. Lo hablábamos entre nosotros, comentábamos lo contentos que estábamos. Era algo muy, muy grande, y costaba mantener la emoción. Ya el dar la noticia (la mañana de este lunes) fue otra descarga de emociones.
(De hecho, Rojas comentó, al momento de la entrevista, que llevaba 29 horas de no dormir en medio de tanto trabajo y emociones generadas tras el anuncio).
Usted también se graduó de Filología Clásica en la UCR, ¿cómo fue el combinar ambas carreras?
En un momento quise probar algo nuevo. Me gustan mucho la historia, los idiomas y la mitología. Entonces decidí también estudiar esa otra carrera. Aunque mi vocación y mi pasión es la física y la astronomía, me encanta la filología clásica, aprendí muchísimo.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Pues llevo apenas dos meses en el doctorado y esto dura cinco años (ríe), creo que es la época de concentrarme en esto. Los futuros proyectos se irán viendo poco a poco, ahora toca trabajar mucho.