Un frondoso árbol de higuerón que mide 21,5 metros de diámetro, 40 metros de altura y tiene una copa de 80 metros –capaz de guarecer a más 40 personas bajo sus ramas– fue premiado ayer por los expertos del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio), en el marco de la celebración del Día del Árbol.
El higuerón está ubicado en la propiedad de Felipe Sequeira Cruz, en Cabuya de Cóbano, Puntarenas.
El árbol recibió el premio Árbol Excepcional 2009, creado en el 2003 por la junta directiva del INBio para escoger cada año una especie distinta.
Esta vez se decidió que se premiaría un árbol de higuerón ( Ficus citrifolia ) por considerar que esta es una especie cuyos frutos representan una fuente de alimento muy importante para la fauna silvestre.
En este caso, el jurado del certamen logró determinar que este árbol centenario en Cóbano –al que se puede acceder por un camino comunal – es refugio y alimento de una tropa de 10 monos congos y varios garrobos que aprovechan sus frutos.
También alberga tres colmenas de abejas –de una especie sin aguijón–, así como una colonia saludable de murciélagos que tienen su casa en el hueco central del tronco.
“Este es un árbol demasiado espectacular, que sobresale tanto por su belleza escénica como por su contribución natural”, dijo a La Nación la especialista Isabel Di Mare, quien participó como jurado del concurso.
Y agregó: “Sabemos que este árbol tiene también algunos panales de avispas, un grupo de lagartijas y sapos, además de una serie de insectos que se localizan y se alimentan entre sus raíces”.
Pero no solo los animales se ven favorecidos por este higuerón. A su alrededor se pueden encontrar otros árboles de higuerón más jóvenes de la especie, pero de menor tamaño. Se podría suponer que estos son “hijos” del centenario tronco.
Además del premio principal, el INBio otorgó menciones de honor a un higuerón o Chilamate del Refugio de Vida Silvestre de Curú, en Nicoya, y otro higuerón de Quebrada Honda de Nicoya, Guanacaste.
Trascendencia. El premio Árbol Excepcional se otorga desde hace seis años.
Según explicó Rodrigo Gámez, presidente del INBio, la distinción se otorga con el propósito de resaltar la importancia y enorme significado que tienen los árboles en las distintas comunidades.
“Es necesario que las personas comprendan el valor estético y biológico de los árboles para que los protejan, de eso se trata esto”, añadió Di Mare.
En el 2004 el INBio premió un árbol de jícaro de Ciudad Colón, y en el 2005 un Guanacaste ubicado en Liberia. En 2006 el ganador fue un árbol de ceiba de Tilarán y en el 2007 un almendro de casi 600 años de Sarapiquí. El año anterior ganó un cedro amargo de Atenas.