Son organismos pequeñísimos que miden entre 15 y 20 milésimas de milímetro (μm), pero su hallazgo puso en la palestra mundial a científicos costarricenses.
Se trata de los parásitos Eimeria melanomytis , Eimeria rebambensis y Eimeria caliginosa , los cuales se alojan en el tracto intestinal del ratón de campo ( Melanomys caliginosus ).
El descubrimiento fue realizado por investigadores de la Universidad de Ciencias Médicas (Ucimed) y la Universidad de Costa Rica (UCR).
La descripción de Eimeria melanomytis y Eimeria rebambensis se publicó en la revista científica Journal of Parasitology , mientras que Eimeria caliginosa se divulgó en Systematic Parasitology .
“Aunque estos parásitos no infectan al ser humano, haberlos encontrado es relevante en el contexto de la biodiversidad”, comentó Misael Chinchilla, investigador de Ucimed.
Según Chinchilla, estos roedores silvestres adquieren los parásitos al ingerir alimentos contaminados.
Desde la ingesta hasta la infección, se calcula un periodo de 15 días. En este tiempo, los ratones presentan cuadros diarreicos que pueden llevarlos a la muerte.
“Estos parásitos se multiplican en las células de la mucosa intestinal. Toman el material nuclear y citoplasma de la célula para hacer el propio”, explicó Chinchilla.
Para Rónald Sánchez, investigador de la UCR, todavía no se conoce cómo estas infecciones pueden impactar a la población de roedores y, por ende, al equilibrio del ecosistema boscoso.
Una de las inferencias es la reducción de la población de ratones de campo, lo cual repercutiría en la disponibilidad de alimento para otras especies como aves rapaces, serpientes y felinos.
Una segunda conclusión es la transmisión del parásito a través de la cadena alimentaria.
Sin embargo, hay que considerar la posibilidad de que el roedor y otras especies desarrollen inmunidad a la infección.
“Por esa razón, todavía no se puede saber el impacto. Aunque sí nos orienta para plantear otras investigaciones y monitorear a estos roedores”, dijo Sánchez.
Reservorios. El hallazgo se deriva de un proyecto que contó con financiamiento de la Ucimed, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), así como del Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit).
La investigación lleva dos años y su objetivo es identificar especies que sirven de reservorios a enfermedades transmisibles al ser humano, como leishmaniasis, toxoplasmosis y mal de Chagas. Esto, a raíz de que conforme se expande la frontera urbana y agrícola, el ser humano incursiona más en el bosque y, con ello, se amplía la posibilidad de infectarse con males propios de la vida silvestre.
“Por ejemplo, el eslabón entre la enfermedad de Chagas en la montaña y la urbe es el zorro pelón. Conforme se fue urbanizando, el zorro pelón se acercó a las casas”, dijo Chinchilla.
Por esa razón, los investigadores examinan a cuatro especies de roedores silvestres y un marsupial de la Reserva Biológica Alberto Manuel Brenes, ubicada en San Ramón de Alajuela.
Los científicos buscan identificar los parásitos presentes en el tracto intestinal (heces) y la sangre de los animales.
Según Chinchilla, el proyecto también persigue identificar insectos que son vectores (transmisores) de estas enfermedades. Para ello, colocan trampas de luz en los mismos sitios donde capturan a los animales del estudio.
Asimismo, el esfuerzo se aprovecha para estudiar otros microorganismos que, aunque no tengan relación con dichas enfermedades, parasitan a los roedores y podrían causar un desequilibrio en el ecosistema.
Así fue como descubrieron los tres nuevos parásitos del género Eimeria.
Metodología. Para estudiarlos, los investigadores capturan a los roedores con 50 trampas de madera que colocan durante la tarde y recolectan en la mañana. Allí toman el dato de localización.
Luego recogen muestras de heces. Así se dieron cuenta de que ocho de nueve ratones estaban infectados con E. melanomytis y E. rebambensis , mientras que tres de 24 alojaban E. caliginosa .
Posteriormente, los roedores se trasladan al laboratorio donde se anestesian para extraerles sangre de la cola.
Una vez despiertos, se liberan en el mismo lugar donde fueron capturados.
El siguiente paso de la investigación será describir el ciclo de vida de estos parásitos.