La decisión de salvarle la vida a un animal trasciende el acto humanitario del rescate. Implica asumir la responsabilidad de garantizarle un futuro promisorio al ser auxiliado.
Si se trata de un animal silvestre, lo que procede es dar aviso al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) o al área de conservación que corresponda.
La situación se complica cuando el protagonista es un perro o gato callejero, sobre todo, tomando en cuenta que la mayoría de refugios y centros de rescate están abarrotados.
“Ser rescatista es garantizar a los perros todo el proceso que viene después de auxiliarlos, que consiste en la rehabilitación, la adopción y proveerles los recursos necesarios para su subsistencia, así como su futuro hogar”, aseguró David Peiró, director de la organización de ayuda animal Fogaus.
De acuerdo con el dirigente, sacar a un animal de la calle implica toda una inversión.
“Hay que estar pendiente de asuntos como el programa de vacunación. Para cuidar bien un perro, hay que disponer de dinero y tiempo”, afirmó.
Distintas entidades, entre estas clínicas veterinarias, empresas que brindan soluciones para mascotas, Fogaus y la Federación Canina de Costa Rica (ACAN), imparten talleres de capacitación en primeros auxilios para mascotas.
Entre otros temas, los participantes aprenden a atender quemaduras, fracturas, golpes de calor y deshidrataciones, así como a darles reanimación cardiopulmonar a los animales.