Oro, selva y agua; palabras demasiado breves para contener la grandeza de Osa, región que alberga el 2,5% de la biodiversidad del planeta.
El valor biológico de tan extraordinaria zona es un tesoro que ha sido bien resguardado por el país. Actualmente, el 78% de su territorio es protegido por esquemas de conservación. Sin embargo, uno de sus recursos más preciados, el humano, ha quedado rezagado en el camino.
En respuesta a esta realidad nació la iniciativa Caminos de Osa, que promueve el desarrollo integral de la zona a través de tres rutas de turismo de aventura alrededor del Parque Nacional Corcovado.
Los senderos, denominados Camino del Oro, Camino de la Selva y Camino del Agua, aluden a los tres elementos que más caracterizan a Osa y que le dan sentido a su nombre.
Al caminar por cada uno, el turista va empapándose no solo de la historia natural de estos privilegiados territorios, sino del arraigo que tienen los habitantes del "área biológicamente activa más intensa del mundo", según National Geographic.
¿Por qué las rutas son alrededor del Parque Nacional Corcovado? Para que, además de la visita a esta área protegida, los turistas tengan que pasar, obligatoriamente, por las comunidades aledañas. Ahí los lugareños los esperan para atenderlos con emprendimientos, como pequeños complejos de cabinas y sodas.
Así, pobladores cuya única forma de subsistencia ha sido dedicarse a actividades como la orería, la caza y la deforestación a falta de fuentes de empleo, encuentran otra alternativa para mejorar su calidad de vida.
"La gente no sabe que la mayor cantidad del oro precolombino de Costa Rica salió de la península de Osa, o que los asentamientos precolombinos patrimonio mundial de la humanidad, los primeros en nuestro país, están ahí. Toda esa historia se pierde y para nosotros es fundamental que dentro de la experiencia turística haya un contacto con la comunidad", explica Daniel Villafranca, líder de proyecto en RBA, empresa que articula la iniciativa Caminos de Osa y que se dedica a implementar proyectos de desarrollo sostenible.
Las comunidades en cuestión son los principales centros de población que rodean la Reserva Forestal del Golfo Dulce: Puerto Jiménez, la Palma, Dos Brazos de Río Tigre y Gallardo en Golfito; Rancho Quemado, estero Guerra, los Planes y Drake, en Osa.
Ardua capacitación
Entre el 2014 y el 2015, Caminos de Osa capacitó a 70 emprendedores locales para que, con sus pequeños negocios, atiendan a los visitantes, quienes, en su mayoría, son extranjeros (un 93%; el otro 7% son costarricenses).
Los beneficiarios recibieron formación en cuatro ejes fundamentales: empoderamiento, arte y cultura, capital natural y turismo.
El grupo se dividió en dos. Cada uno recibió clases por un año, unos se graduaron en el 2014 y los demás, el año siguiente.
Aunque la oferta de servicios locales pareciera un hecho que se da por sentado en una zona turística, para verla materializada los habitantes han tenido que transitar por un intenso camino de aprendizaje, que empezó desde encontrar su valor como individuos, hasta comprender el potencial económico del lugar que habitan.
"Primero necesitábamos que se vieran diferentes ellos mismos, y que así empezaran a ver diferente sus emprendimientos y la región donde viven. No podemos hablar de desarrollo sostenible si las comunidades no cambian y no se ven a sí mismas con otros ojos", comenta Villafranca.
Asegura que fue todo un reto hacer conciencia en la población con respecto al potencial natural y cultural del que gozan.
"Era hacer que entendieran que si un turista viene a ver la danta, es una persona que va a dejar plata en la touroperadora, en el hotel, en el taxi, en el restaurante, en el guía. En cambio, si ellos se comen la danta, se benefician solo ellos; o que comprendieran cómo los manglares pueden protegerlos de la naturaleza", agrega.
Beneficiarios
Una de estas emprendedoras es Rocío Vargas, quien gracias a las capacitaciones amplió su negocio, la soda Las Palmas, donde ahora cuenta con una identidad gráfica que incluye logotipo, rotulación y diseño del menú.
Esta madre de tres hijos es oriunda de Atenas, Alajuela, pero llegó a vivir a La Palma hace 22 años.
Otro caso de éxito lo refleja Johnny Rodríguez, propietario de Trapiche don Carmen, ubicado en Rancho Quemado, en el corazón de la Reserva Forestal Golfo Dulce.
En los últimos meses ha diversificado su negocio de productos hechos a base de miel de caña 100% orgánica, entre estos, la miel y las tapas de dulce en diversas presentaciones. Estos los vende, principalmente, a supermercados de la península; aunque ya ha hecho ventas en San José.
También proveniente de Alajuela, llegó a Osa hace mas de 30 años y es padre de cuatro hijas, a quienes ha sacado adelante gracias a su emprendimiento.
Este líder innato es el pastor de la comunidad y también es miembro de la junta directiva de Caminos de Osa.
Osa, caudal de oro verde
Hechos como los siguientes explican el intenso valor biológico de esta región puntarenense:
-Es el último bosque tropical húmedo en la costa pacífica de Centroamérica.
-Alberga la mitad de las plantas amenazadas de Costa Rica.
-Protege uno de cada tres árboles en peligro de extinción del país.
-Sus asentamientos precolombinos fueron declarados por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
-Alberga el 69% de las especies de vertebrados en peligro de extinción de Costa Rica.
Una laureada iniciativa
Junto a RBA, Caminos de Osa sale adelante gracias a la Fundación Costa Rica-Estados Unidos para la Cooperación (Crusa), la Iniciativa Osa y Golfito (Inogo) y el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), con el apoyo de otras entidades.
Este año, el proyecto se hizo acreedor de los premios Schmidheiny, en la categoría de Innovación Social Latinoamericana, y Mejor producto de aventura internacional en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur).