Los costarricenses, algunos habituados desde niños a considerar su país un “paraíso verde”, parecen esforzarse por ensuciarlo.
Mientras en el 2000, la población generó un promedio diario de 2.750 toneladas métricas (t) de residuos, en el 2014 fueron 5.735 t, según el Ministerio de Salud.
La cifra es la suma del material ingresado a vertederos, rellenos y parques tecnológicos en el país. Así, la generación creció, en 14 años, un 108% con casi 3.000 t diarias de sobrantes.
Dicha involución golpea cualquier mito de pulcritud verdosa en un país donde faltan condiciones que faciliten a las familias la gestión de desechos, datos de cuántos residuos llegan a sitios no oficiales y enseñanza de cómo frenar esta pujante actividad.
La labor didáctica se ha concentrado más en cómo recoger residuos y tratarlos, en vez de prevenirlos, apuntan expertos consultados por este diario.
Los analistas agregan que a estas condiciones se junta un repunte poblacional que, de por sí, eleva la producción de residuos.
En el país poseedor del 4% de la biodiversidad mundial había 4,3 millones de habitantes en el 2011, según el décimo Censo Nacional de Población.
Hoy se proyectan 500.000 personas adicionales sobre los mismos 51.100 km² de siempre, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos.
Al crecer la población, igual sucede con el consumo y oferta de bienes y servicios. Es en este panorama de miles y miles de repetidas decisiones económicas, en apariencia inocentes e inofensivas, donde nace el problema, según los expertos consultados.
“La industria y el comercio apoyan poco. Casi no recortan la cantidad de material que luego se vuelve basura o lo es desde que se vende, y que se le da al consumidor”, señaló Silvia Soto, docente e ingeniera ambiental del Instituto Tecnológico de Costa Rica.
El diagnóstico de Soto es que habrá más bolsas de basura ante las casas por el “creciente estilo de vida derrochador y consumista” que se da la mano con comercios que ofrecen bienes desechables (ropa, zapatos, juguetes, electrodomésticos, muebles).
“Casi ningún supermercado ha eliminado las bolsas de plástico. Eso debimos hacerlo hace años”, concluyó Soto.
A esto se une el ejercicio de la ley del mínimo esfuerzo, que lleva a la gente a hacer “lo que le da la gana con los residuos”, comentó Dárner Mora, director del Programa Bandera Azul Ecológica, del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados.
Sin la debida educación dirigida a nuevas generaciones para cambiar estilos de vida consumistas y ese mínimo esfuerzo para tratar la basura, Costa Rica seguirá apilando basura en todas sus esquinas, predijo Mora.
Hay más reciclaje porque hay más consumo, pero, aun así, eso tampoco se hace como es debido.
Divide y vencerás. Los ticos siguen tirando a la basura materia prima o material orgánico que nunca debería llegar al relleno sanitario y mucho menos a ríos.
Por ejemplo, el 3% del residuo generado que va a basureros es vidrio y el 30% es orgánico, pero, al mezclarse en la bolsa con otros materiales, deja de servir para compost y su destino final tampoco es un vertedero, explicó Eugenio Androvetto, director de Protección al Ambiente Humano del Ministerio de Salud.
“Producimos más de 5.000 toneladas diarias. Al menos siguen llegando a ríos. Con la nueva estrategia nacional de reciclaje, queremos recuperar esas 1.000 de los vertederos y separar más el resto”, comentó Androvetto.
Empero, el problema no son las cantidades; son los ciudadanos. En promedio, un tico genera 1 kg de residuos al día, de 30 a 40 al mes, estimó Denise Cisneros, ingeniera de desarrollo ambiental de la empresa TetraPak. De esa cifra, un 80% son residuos útiles como papel, vidrio, metales y plástico, aunque menos del 15% llega a centros de acopio.
En el país, solo 19 de los 81 municipios separan los residuos sólidos para reciclaje, pese a que por ley deben ofrecer esa recolección diferenciada, según Salud.
“Le aseguro que si la gente no se interesa, si no le exige a su municipalidad y a sí mismos, nada cambia. ¿Por qué Belén, Zarcero, Sarchí, Jiménez, San Rafael de Heredia son aseados? Porque quienes viven allí se involucraron”, reflexionó Mora.