La alerta se dio en Buenos Aires de Puntarenas. Un paciente con cáncer que utilizaba el complejo vitamínico Neurobión como complemento al tratamiento con quimioterapia estaba en el corredor de su casa cuando unas personas pasaron vendiendo zapatos.
Él les dijo que no podía porque solo le alcanzaba para comprar el medicamento. Acto seguido, los vendedores se lo ofrecieron en ¢500 (una sétima parte de lo que se puede conseguir normalmente).
Él fue a una farmacia para que lo inyectaran y el regente (un profesional en ese campo) vio que se trataba de un producto falsificado. El regente lo reportó al Ministerio de Salud.
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"Cuando se buscó averiguar un poco más el señor ya había fallecido. Se contactó a la Merck (farmacéutica encargada de producir el medicamento) y se vio que se trataba de ampollas hechas en casa con colorantes y que ya había denuncias en otros países de la región", comentó Diana Víquez, farmacéutica de la Unidad de Normalización y Control de la Dirección de Regulación de Productos de Interés Sanitario del Ministerio de Salud.
Aunque este caso tuvo lugar en noviembre del 2016, Víquez sostiene que no es el único. Este 2017 se han decomisado 222.000 unidades de medicamentos irregulares, es decir 5,5 veces más medicamentos irregulares que el año pasado.
Los medicamentos irregulares incluyen falsos, de contrabando y sin registro sanitario. En este tipo decomisos también se buscan remedios naturales, cosméticos, "potenciadores sexuales" y suplementos alimentarios.
La mayoría de estos productos se detectaron en la llamada operación Pangea X, que en setiembre pasado incautó en el país 215.000 unidades en 17 puntos de venta (farmacias, macrobióticas, parques,mercados, consultorios médicos y sex shops). Esto representa más de $312 millones (unos ¢178.000 millones).
La Operación Pangea se realiza a nivel internacional y en Costa Rica cuenta con el trabajo del Ministerio de Salud, la Policía de Control Fiscal, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Interpol, la Policía de Fronteras, el Servicio de Vigilancia Área, la Fuerza Pública, el Colegio de Médicos y Cirujanos, el Colegio de Farmacéuticos y el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa).
Las autoridades involucradas en las operaciones de decomiso no detallaron el origen exacto de los medicamentos irregulares. Sin embargo, se sabe que muchos provienen de Internet y eso preocupa a los especialistas en Salud porque estos productos suelen no contar con pruebas de calidad y seguridad.
"La mayoría de lo que se vende por Internet es publicidad engañosa y eso es muy riesgoso para la salud", advirtió Víquez.
¿Qué se falsifica? Tanto el Ministerio de Salud como la Organización Mundial de la Salud (OMS) son enfáticos: cualquier producto que tenga como fin tratar o prevenir alguna condición de salud es susceptible de falsificación.
La OMS destaca que recibe denuncias que van desde "anticonceptivos hasta fármacos contra el cáncer".
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El último reporte de esta organización, presentado el 28 de noviembre anterior, señaló que, aproximadamente, el 10,5% de los medicamentos son falsificados o irregulares. Estos números aún son estimaciones, pues todavía falta fortalecer el sistema de reporte internacional.
De acuerdo con el Ministerio de Salud, un medicamento falsificado es todo aquel que no se venda en un envase o envoltura original o bajo un nombre que no le corresponda, no incluya el contenido obligatorio en su etiqueta (número de registro sanitario, fabricante, instrucciones o dosis, países de origen), o contenga menciones falsas, ambiguas o engañosas sore su identidad, composición, cualidades, utilidades o seguridad.
Peligro para la salud
De acuerdo con Víquez, los daños a la salud que podrían acarrear el consumo de estos productos son "todos los imaginables". Dentro de ellos se destacan:
- Que el medicamento sea completamente falso y no contenga ni uno de los componentes necesarios, lo que podría causar una descompensación en un paciente crónico o una infección que no se cure en un paciente agudo.
- Que el fármaco contenga menos componente activo del requerido y que no se logre el efecto completo.
- Que el producto tenga más componente activo del considerado seguro y la persona se intoxique.
- Que contenga algún ingrediente no reportado al que la persona pueda ser alérgica.
El consumir uno de estos fármacos puede llevar a que la persona empeore en su enfermedad o lesión o incluso muera.
Estos daños fueron también descritos por la OMS, que el pasado 28 de noviembre lanzó el primer Reporte del Sistema de Vigilancia y Monitoreo Mundial de Productos Médicos Subestándar o Falsificados.
"Muchos de estos productos, como los antibióticos, son vitales para la supervivencia y bienestar de la población", manifestó, durante la presentación del informe, Mariangela Simao, directora de Acceso a Medicamentos, Vacunas y otros Productos Farmacéuticos de la OMS.
"Los medicamentos falsificados o debajo de la norma no solo tienen un impacto trágico en cada paciente y sus familias, también son una amenaza para la resistencia antimicrobiana y se suman a la tensión de que las medicinas pierdan su poder de tratar algunas enfermedades", añadió.
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¿Cómo identificar un producto falsificado?
De acuerdo con Víquez, esto se hace cada vez más difícil puesto que cada vez los medicamentos falsos se parecen más a los originales. Sin embargo, sí hay algunas medidas que pueden tomarse en cuenta.
- El producto tiene un precio muchísimo menor al que reporta en farmacias.
- No tiene registro sanitario
- Fue comprado en un lugar que no tiene autorización para hacerlo (Internet, un paque)
- Se les confiere propiedades milagrosas.
¿Por qué la gente cae en la compra de estos productos? De acuerdo con Víquez, el acceso es un tema muy importante, pues muchas personas en condición de pobreza buscan pagar lo menos posible.
Otra razón es la búsqueda de una salida fácil para, por ejemplo, perder peso o mejorar la potencia sexual, y otra son las enfermedades para las cuales actualmente no hay tratamiento ni cura (por ejemplo, el caso del tamiflú durante la epidemia de AH1N1).
Impacto en todo el mundo
No son pocos los casos de intoxicación y muerte causados por fármacos falsificados.
Uno de los ejemplos se dio en Paraguay en setiembre del 2013. Un solo hospital reportó el ingreso de 44 niños con dificultad respiratoria, seis de ellos en condición crítica. El personal médico no reconoció la causa.
La alerta llegó a las autoridades nacionales de salud. La investigación dio con que todos los menores habían reportado síntomas de resfrío y sus padres le habían dado un medicamento contra la tos.
El Ministerio de Salud paraguayo pasó la alerta la OMS, organismo que ya había visto un caso similar en Pakistán, donde 60 adultos que eran adictos al jarabe murieron después de consumir grandes cantidades.
El gobierno pakistaní suspedió las dos marcas de jarabe asociadas a las muertes y vieron que, en ambos casos, las compañías habían cambiado su ingrediente activo a uno más barato.
Quien distribuía este ingrediente activo era un laboratorio en India. El producto contenía un ingrediente activo con la misma fórmula, pero diferente estructura química. Este compuesto es cinco veces más fuerte que la morfina y su uso y venta está fuertemente regulado, pero su uso explica la intoxicación y muerte de las personas.
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La OMS dio la alerta. Ese ingrediente activo ya había sido vendido a otros países de América y Europa, pero se logró controlar la manufactura de los jarabes y que no llegaran al mercado.
Esto puede ir más allá. Un estudio difundido en noviembre pasado por la Universidad de Edinburgo estimó que entre 72.000 y 169.000 niños pueden estar muriendo cada año como consecuencia de neumonía debido a que tomaron antibióticos falsificados o subestándar.
A esto se le une una estimación de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres que estima que 116.000 personas mueren al año de malaria debido a que toman este tipo de productos.
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¿Cómo encontrar soluciones? Desde el 2013, la OMS instauró una división con los países miembros y los laboratorios farmacéuticos para detectar estos productos, decomisarlos y procesar a quienes los distribuyen. Además realizan campañas de información para que las personas detecten cuándo un medicamento es falso y no recurran a utilizarlo.
Estas medidas también toman en cuenta productos naturales, cosméticos y dispositivos médicos, cuyas versiones falsas, de igual manera, pueden poner en riesgo la salud o la vida de las personas.
Desde que se constituyó el Observatorio para productos médicos falsificados y subestándar, la OMS ha recibido cerca de 1.500 denuncias.
La zona con más reportes es África Subsahariana, con el 42% de los reportes, 21% proviene de América, y ese mismo porcentaje de Europa. A esto se el une un 8% de la región de Asia Pacífico, 6% del Mediterráneo y 2% del Sureste de Asia.
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Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer, pues se estima que la mayoría de los casos no son reportados. La OMS pide a todos los países miembros vigilancia atenta.