La mala alimentación, el fumado y el sedentarismo enferman el corazón, y este es un “enfermo” cuya factura económica es cara.
Datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) indican que solo el año pasado esta institución invirtió ¢117.405 millones en la atención de males cardiovasculares. Este dinero es más del necesario para los planos de construcción, la edificación y el equipamiento completo del nuevo hospital de Puntarenas.
El problema va más allá de los números. El 28,7% de las muertes en el país se deben a enfermedades cardiovasculares, como los ataques al corazón o los accidentes vasculares cerebrales (derrames cerebrales). Solo en el 2014 hubo 5.626 fallecimientos por esta causa.
En el país, los males cardíacos son la principal causa de muerte desde 1970, y en más de 40 años los números no han bajado.
A esto deben sumarse 8.242 hospitalizaciones. No es todo: se invierten más de $10 millones (¢5.450 millones) en los tratamientos médicos de 962.868 hipertensos y 266.098 diabéticos, enfermedades que, si no se ven, pueden desencadenar en infartos o derrames.
Además, muchos pacientes sobreviven a un ataque al corazón o derrame, pero quedan con secuelas como estar en una silla de ruedas, perder la vista o ser incapaces de realizar actividades básicas.
“Es urgente que la población cambie sus hábitos. Que coma sano, que no fume, y que haga ejercicio. Las enfermedades del corazón están matando”, alertó María del Rocío Sáenz, presidenta ejecutiva de la CCSS.
‘Protectores’ cardíacos. Los especialistas destacan dos “protectores” del corazón: la alimentación y la actividad física.
“El corazón agradece las frutas y verduras, y también agradece que no le demos lo que le hace daño, como las comidas grasosas”, comentó Grace Murillo, coordinadora de nutrición de la CCSS.
En cuanto al ejercicio, Marvin Araya, especialista en educación física de la CCSS, recuerda la importancia de hacer media hora al día.
“No es necesario gastar en un gimnasio. Podemos salir a caminar, andar en bicicleta, parquear el carro lo más lejos posible de donde vamos, bailar y hacer labores domésticas con más fuerza”, afirmó.
Peligros. Para los especialistas, el principal problema radica en que hay personas que tras un infarto no hacen los cambios de vida que deberían hacer, por lo que sufrir otro es más probable en ellos.
“Hay muchas personas que después de un primer infarto siguen fumando o tomando mucho licor o comiendo mal y sin ejercicio; esto les hace muchísimo mal. Otros recurren a tratamientos caseros que pueden hacerles daño; no es raro verlos internados por lo mismo otra vez”, explicó el cardiólogo Eduardo Sáenz.
El cardiólogo agregó que una persona que ya sufrió un infarto o derrame debe ser mucho más rigurosa con la alimentación y el ejercicio, así como dejar del todo el cigarrillo y tomar menos alcohol. Además, debe tomar al pie de la letra los medicamentos.