Axel Cajina, de 18 años y vecino de Miravalles, un poblado de la ciudadela Quince de Agosto, escucha atento las clases gratuitas de Matemáticas que recibe en el Centro de Desarrollo Humano La Cometa, ubicado en el distrito de Tirrases de Curridabat, pues le urge salir bien librado de la segunda convocatoria en esa materia para pasar a quinto año.
En otra aula de ese mismo sitio, Minier Rodríguez, de 24 años y quien vive en Llano La Gloria, se afana con una manualidad que les enseñará a sus hijas, de tres y un año, cuando llegue a casa.
A unos cuantos kilómetros, en un escenario con menos carencias, Isabella Arroyo, de dos años y medio, juega con su padre Carlos en el parque de la urbanización El Prado. Ahí pueden entretenerse ambos. Ella con un área de juegos para niños; él, con alguna de las máquinas para hacer ejercicios disponibles en este espacio público cercano a Plaza del Sol.
Con realidades distintas, pero unidos por el factor común de vivir en Curridabat, ellos son parte de los 20.000 habitantes del cantón a quienes impacta positivamente el programa Espacios de Dulzura, que comenzó en marzo del 2016.
Este es impulsado por el municipio local y lo que busca es replantear el actual espacio urbano por uno que integre la naturaleza con las comunidades, de manera que, además de transformar el aspecto físico de los vecindarios, también mejore la convivencia y propicie el desarrollo de la población.
Recientemente, este programa fue galardonado por el proyecto ONU-Hábitat, que reconoce las iniciativas de desarrollo urbano sostenible apegadas a la nueva agenda urbana de la Organización de las Naciones Unidas.
Para este organismo la labor de la municipalidad de Curridabat es ejemplar. Aunque el premio no es monetario, el programa ahora será un modelo para el resto de países latinoamericanos donde sean necesarias acciones de este tipo.
¿Qué se busca?
Esta estrategia de gestión social pretende renovar el aspecto de 21 barrios de Curridabat, y con esto ofrecer mejores condiciones de vida y más oportunidades al 28% de los 70.000 habitantes con los que cuenta el cantón.
Las comunidades en cuestión son: Abedules, Asovic, Chapultepec, Contec, El Hogar, Freses, Higuerón, José María Zeledón, La Europa, La Lía, La París, La Ponderosa, La Tecla, La Volio, Lomas del Sol, Lomas de San Pancracio, Miravalles, Pinos del Este, San Ángel, San José y Valle de Sol.
Los frutos del programa ya se empiezan a ver. El parque de la urbanización El Prado, en el barrio El Hogar, es el ejemplo de espacio público deseado en todas las comunidades. Ahí, unas tres hectáreas, entre senderos y zonas verdes, están dedicadas al esparcimiento de las familias.
También hay una biblioteca abierta, o sea, un buzón en el que se puede tomar un libro en forma gratuita y, si la persona desea conservarlo, lo hace, siempre y cuando deje otro a cambio.
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"Siento que estos parques promueven la cultura y la participación e influyen para que baje la delincuencia. En términos generales, repercuten positivamente en la mentalidad de la población", expresó Carlos Arroyo, vecino de barrio Pinto.
Dos comunidades en donde también se han tomado acciones son Tirrases y Valle del Sol, las cuales albergan poblaciones en riesgo social.
La espina dorsal de Tirrases es el Centro de Desarrollo Comunitario La Cometa, un lugar que imparte clases y talleres gratuitos, con el fin de darles herramientas a los habitantes y así mejorar las condiciones económicas de las familias vecinas.
Otros desarrollos estructurales como el Centro de Cuido y Desarrollo Infantil (Cecudi), la construcción de una sección para mujeres en el albergue de rehabilitación al indigente adulto mayor alcohólico y los planos para un hogar que atenderá a personas de la tercera edad con demencia, se suman a los proyectos de se desarrollan en este distrito.
Por su parte, en Valle de Sol también se emprendieron labores. Ahí se remozará una alameda de 300 metros con rampas de acceso, bancas, jardineras, alcantarillado pluvial, salón comunal y mejor iluminación.
Asimismo se está reparando la antigua cancha de fútbol, que se sustituirá por una de césped sintético, y se construye un gimnasio público que les permitirá ejercitarse a los vecinos.
Una estrategia integral
Espacios de Dulzura es un modelo basado en cinco dimensiones: convivencia, hábitat, infraestructura, biodiversidad y productividad, explicó el alcalde de Curridabat, Édgar Mora.
Según el dirigente, el programa trabaja desde dos áreas: los barrios y las transiciones entre estos.
"En el caso de los barrios, se transforman a partir de la demanda de los habitantes. No hacemos la pregunta de qué es lo que quieren, sino de cuál es el mejor barrio posible para ellos. Lo que queremos es que la gente que ya tiene tiempo viviendo en esos lugares y los conoce bien, hable sobre el barrio que pueden tener", comentó Mora.
En cuanto a las transiciones, es decir, las 'pegas' entre un vecindario y otro, afirma que la proyección es hacerlas más amigables con los transeúntes.
"Por ejemplo, en la convergencia entre el tramo de la Pops y José María Zeledón, o donde se ubica Plaza Cristal, la gente nota que son transiciones de mala calidad. Pues bueno, lo que se busca es rediseñar los espacios, sacarle provecho a toda el área disponible, arborizarlos, llenarlos de vegetación y que empiecen a ser espacios agradables", aseguró.
¿Por qué el nombre Espacios de Dulzura? Porque, el objetivo general de la iniciativa es lograr ciudadanos felices, argumenta el alcalde.
Érick Calderón, arquitecto de la empresa Tándem –una de las desarrolladoras de Espacios de Dulzura– contó que se han basado en los pilares del diseño participativo. Por lo tanto, en cada una de las 21 comunidades involucradas se realizaron cinco reuniones en las que los habitantes podían expresar sus expectativas con respecto al nuevo espacio en el que desean vivir. La participación fue de 1.000 asistentes.
El financiamiento es la clave
Pero, ¿cómo sacar adelante una propuesta tan compleja? Para el alcalde Édgar Mora, los 21 barrios podrían estar listos en los próximos dos años si se genera un plan de financiamiento que sostenga el proyecto y que no lo limite al presupuesto municipal.
"La idea es hacerlo no con presupuesto municipal, sino por medio del endeudamiento. No existen grandes ciudades que hayan sacado adelante proyectos urbanos sin haberse endeudado", argumentó Mora.
De hecho, las obras realizadas en Tirrases y Valle de Sol son producto de una partida de ¢500 millones otorgada por el Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf). Este dinero fue entregado mediante un mecanismo especial, más expedito, distinto al que emplea la institución tradicionalmente y creado especialmente para Espacios de Dulzura.
Centro de capacitación vislumbra un mejor futuro para Tirrases
El Plan de desarrollo humano local del cantón de Curridabat 2013-2023, indica que un 18% de los habitantes de Tirrases se encuentra en pobreza, mientras que un 7%, en pobreza extrema.
En medio de estas áridas cifras, el Centro de Desarollo Humano La Cometa representa un oasis para quienes aspiran a un futuro mejor.
Inaugurado en diciembre del 2012 como parte del proyecto Espacios de Dulzura, este recinto imparte clases y talleres gratuitos con el fin de ofrecerles herramientas de aprendizaje a los vecinos.
Ahí, desde adultos hasta niños, aprovechan clases de cómputo, de inglés, de gestación de proyectos empresariales y de reforzamiento en materias como Matemáticas, Química e Inglés, tanto para alumnos de primaria y secundaria, como para quienes estudian en el sistema nocturno.
También hay espacio para talleres de manualidades, electricidad, panadería y elaboración de huertas. Asimismo, se imparten cursos artísticos para niños, jóvenes y adultos en disciplinas como ballet, teatro, artes circenses, teclado, guitarra, canto, percusión, pintura y dibujo. Por si fuera poco, deportes como el taekwondo y la gimnasia también tienen cabida.
"Es mucho mejor venir aquí a aprender algo que estar en la casa sin nada que hacer", comentó Wendy Rodríguez, de 22 años, mientras trabajaba en una manualidad en el taller de Artes Plásticas.
Natalia Galeano, coordinadora del centro, explica que el eje transversal de las clases es el desarrollo personal y el empoderamiento.
"Lo que nos interesa es desarrollar personas que entiendan que es posible tener un proyecto de vida y darles las herramientas para la gestión de ese proyecto. Así es como creemos que se puede salir de la pobreza; no tanto dando un asistencialismo social sino promoviendo a la gente a desarrollarse", enfatizó.
Y a diario dan pasos para conseguirlo. Para muestra, un botón: por mes, un total de 1.800 vecinos aprovechan los cursos impartidos en este lugar.