El riesgo de sufrir un infarto, arritmia, derrame cerebral, enfermedad coronaria y otros males similares, no aparece solamente por factores físicos, como el fumado, una mala alimentación o el sedentarismo.
Las emociones también cumplen un papel crucial, más de lo que nos imaginamos. El estrés, la depresión y la ansiedad, entre otros, suben el riesgo de eventos cardíacos desde un 4% a un 30%, según diferentes estudios.
Es por eso que ahora los médicos y otros profesionales de la salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) deberán medir también aspectos psicosociales para determinar el riesgo que tienen las personas de sufrir una enfermedad cardiovascular.
La nueva Guía de prevención de enfermedades cardiovasculares , entrará en vigencia este año en todos los centros de salud. En ella se incluye un apartado para la parte psicosocial, en donde los médicos hacen un cuestionario para determinar si la salud mental y emocional del paciente podría incidir en su salud cardíaca.
“El entorno psicosocial influye muchísimo, y el estrés es algo que debe tomarse en cuenta. El estrés o la depresión o ansiedad en sí mismos no van a causar un infarto, pero puede ser un ‘número más de la rifa’ para desarrollar una enfermedad cardíaca”, manifestó el cardiólogo Jaime Tortós, uno de los autores de la guía.
Este documento fue elaborado por especialistas en cardiología, enfermería, medicina interna, farmacia, nutrición y actividad física, entre otros. Su objetivo es prevenir las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en Costa Rica desde 1970.
Como en otras anteriores, esta guía establece lineamientos para luchar contra el tabaquismo, la obesidad, el control de las grasas y azúcares, cómo manejar la situación en personas con enfermedades crónicas (como hipertensión y diabetes) y recomendaciones de actividad física. Sin embargo, en esta ocasión, un cuestionario sobre las emociones del paciente cobra protagonismo.
Dentro de las preguntas están: ¿se siente usted en control de su trabajo?, ¿su salario es adecuado para su esfuerzo?, ¿tiene problemas de pareja?, ¿se siente triste y desesperanzado?, ¿ha perdido interés por la vida?, ¿se siente nervioso o ansioso?, ¿es incapaz de dominar las preocupaciones?
“Son cosas que no se sacan de la manga. Hay evidencia científica detrás de esto. Esta guía se basa en pautas internacionales que tropicalizamos y adaptamos a la realidad costarricense”, explicó Paolo Duarte, especialista en medicina interna.
Emociones y corazón. ¿Por qué las emociones o males mentales afectan la salud del corazón? La ciencia indica que son varios los vínculos que los unen.
Por ejemplo, en el 2014, un estudio de la Universidad de Pittsburgh, publicado en la revista Biological Psychiatry, señaló que las emociones negativas (estrés, tristeza, ansiedad, ira, nerviosismo) aumentan el nivel de sustancias químicas inflamatorias en el organismo. Estas aumentan el riesgo de arteriosclerosis –mal en el que una placa de colesterol, grasa y calcio se forma en las arterias y dificulta el paso de la sangre–.
Antes de eso, en 2008, una investigación del Colegio Universitario de Londres, divulgada en la revista The Lancet, señaló que quienes poseen niveles muy altos de estrés laboral, sufren ataques de ansiedad o pánico o son depresivos, tienden a canalizar emociones a través de comida, licor y sedentarismo, lo que también sube el riesgo de infarto o derrame cerebral.
Aplicaciones. Los autores de la guía saben que el asunto no es tan fácil como decirle las personas “no se estrese” o “no se deprima”, pues es algo que no está en control de la persona.
“Buscamos que se comience a ver estas cosas desde los Ebáis, que haya más apoyo en salud mental, y que también las mismas empresas velen por la salud mental de sus colaboradores, al fin y al cabo, una buena salud del corazón y buena calidad de vida, van a dar mejores resultados”, dijo Cecilia Monge, médica internista y especialista en salud pública que también participó en redactar la guía.
Según Tortós, en otros países este tipo de documentos que vinculan la salud física con la emocional, han logrado bajar la incidencia de infarto en un 50% y en 60% de derrame cerebral.
Los expertos piensan que la salud emocional debe cuidarse tanto como la física, por lo que recomiendan pasar tiempo con los seres queridos, tener pasatiempos y hacer lo que nos gusta. Por otro lado, los centros de salud deben propiciar talleres y encuentros para que la gente mejore sus emociones y, con ello, la salud de su corazón.