Si usted fuma y lo hace cerca de su bebé, la salud de su hijo podría sufrir daños similares a los que causa esa práctica durante el embarazo.
Así lo indica una investigación realizada por la Universidad de Montreal, Canadá, con 2.055 familias a las que se les dio seguimiento durante 10 años para conocer los hábitos de los padres y su impacto en la salud de sus hijos.
Los resultados fueron publicados en la revista médica Nicotine and Tobacco Research .
Los científicos demostraron que, cuando llegaban a los 10 años de edad, los hijos de fumadores tenían mayor índice de obesidad abdominal, sobrepeso y problemas respiratorios.
Para los investigadores, esto es particularmente preocupante pues datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que alrededor del 40% de los menores han estado expuestos al menos una vez al fumado pasivo. De ellos, más de la mitad son fumadores pasivos recurrentes.
Múltiples efectos. Entre los resultados, se vio que los hijos de fumadores tenían una cintura hasta un 44% mayor que la de los hijos de no fumadores. Además, su índice de masa corporal (relación entre peso y estatura) era entre 0,48 y 0,81 puntos mayor.
“La exposición al humo de segunda mano durante la infancia temprana puede influir en el balance del sistema endocrino (encargado del metabolismo) y alterar el desarrollo normal durante un periodo tan crítico como los primeros meses de vida. Esto puede hacer que se dañen varios sistemas del cuerpo para cuando el niño llega a los 10 años”, explicó en un comunicado de prensa Linda Pagani, coordinadora del estudio.
“El fumado pasivo daña los procesos inmunitario, neurológico y cardiovascular de múltiples formas.
”Por ejemplo, los niños pequeños tienen necesidades de oxígeno de dos a tres veces mayores que los adultos, por lo que su exposición al humo del cigarrillo es aún más peligrosa para sus pulmones”, indicó.