La respuesta que demos a situaciones “comunes” pero potencialmente estresantes –como el divorcio, la viudez y problemas de empleo– podrían incidir en la posibilidad que tengamos de desarrollar demencia en la vejez.
Una investigación desarrollada en Suecia determinó que las personas que sufren situaciones estresantes en su mediana edad (entre los 30 y los 50 años), podrían tener más riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con la demencia senil, como el alzhéimer.
El estudio identificó 18 eventos potencialmente estresantes y midió su impacto en cerca de 800 mujeres durante 38 años. Aparte de los mencionados, otros factores determinantes podrían ser la muerte de un cónyuge, el alcoholismo o la demencia en familiares de primer grado y el aislamiento social.
El número de situaciones estresantes reportadas por las mujeres en 1968 fue asociada con un aumento del 21% de desarrollar alzhéimer y el incremento en un 15% de generar algún tipo de demencia al llegar a la tercera edad.
Los resultados se sostuvieron aun después de tomarse en cuenta factores como el historial familiar y problemas de salud mental. Sin embargo, los autores determinaron que falta más investigación para confirmar los datos.
Internamente. Los investigadores señalaron que existen varias explicaciones biológicas para la asociación entre el estrés a mediana edad y la demencia en la vejez.
Según los científicos, el estrés puede desarrollar una serie de respuestas fisiológicas en los sistemas nervioso central, el endocrino, el cardiovascular y el inmunológico.
Varios estudios han reportado con anterioridad que existe una relación entre el estrés y la respuesta en ciertas áreas del cerebro que están relacionadas con la aparición de demencia.
Además, otros estudios han demostrado que las hormonas relacionadas con el estrés se pueden mantener a altos niveles años después de eventos traumáticos.
El estudio se inició en 1968, cuando había evidencia de que eventos con cargas de estrés severa (experiencias en combate, la persecución del Holocausto o haber sido víctima de desastres naturales) afectaban directamente la salud mental años después. Empero, había poca evidencia sobre el efecto de estrés de fuentes “comunes”.