Grasa sobrante de liposucciones fue el insumo utilizado por las microbiólogas Patricia Venegas y Ana Lucía Valerín, del Laboratorio de Citogenética del Hospital Nacional de Niños , para transformar células madre adiposas en vasos sanguíneos.
“Las células madre presentes en la grasa se conocen como mesenquimales. Por gramo de tejido adiposo hay entre 500 y 5.000 células madre, mucho más de las que hay en la médula ósea, por ejemplo”, comentó Valerín.
”La maravilla de estas células es que pueden dar origen a tejido de grasa, tejido vascular, del páncreas, de tendones y de cartílagos. En el futuro, esto puede ayudar a tratar enfermedades como infartos, quemaduras o regenar vasos sanguíneos tras un trasplante o cirugía”, explicó Venegas.
Con esto en mente, las científicas se pusieron como meta crear tejido grasoso y vasos sanguíneos con las células madre que encontraban en la grasa que les donaron cirujanos plásticos tras finalizar una liposucción.
“En la fase inicial, estamos utilizando esta grasa porque estamos en etapa de pruebas, pero cuando esto pueda usarse en personas, se tomará la grasa de cada paciente y sus células madre se inyectarán o aplicarán para que puedan regenerar el tejido vascular o grasoso”, aseguró Valerín.
Largo proceso. El camino no fue fácil, tomó varios meses. Con la ayuda del microbiólogo Víctor Castro, de la biotecnóloga Cindy Araya y de la patóloga Virginia Monterroso (quién murió poco tiempo después de la primera obtención de vasos), el equipo reprodujo este tejido vascular.
Estos procedimientos son comunes en Europa y Canadá.
“Comenzamos hace poco más de un año, y a finales del año pasado conseguimos reproducir el primer tejido vascular”, afirmó Venegas.
Para lograrlo, ellas someten la grasa a un proceso de lavado con soluciones salinas y a un centrifugado para separar las células madre de los triglicéridos y el resto del tejido adiposo que no sirven.
Posteriormente, se filtran las células y se ponen en un medio de cultivo con proteínas y factores de crecimiento para que las células se expandan y se reproduzcan. Esta parte toma menos de un día.
Luego, se les aplican nuevos factores de crecimiento para inducir el tipo de tejido que se quiere obtener, y así, 12 o 20 días después, se pueden ver los vasos sanguíneos.
Durante este tiempo, las células son sometidas a un análisis cromosómico para descartar posibles enfermedades genéticas o células que pudieran malignizarse y eventualmente dar origen a un tumor.
“Con esto nos garantizamos que si un paciente va a recibir estas células madre no se le cause un daño y se le ayude a la recuperación rápida”, manifestó Valerín.
El primer vaso se consiguió a finales del año pasado. La patóloga Virginia Monterroso examinó los vasos sanguíneos, los fraccionó y confirmó la presencia de los componentes de un vaso sanguíneo: células endoteliales, lumen (orificio por donde pasa la sangre), fibra muscular lisa y células similares a pericitos (células vasculares).
“Ahí vimos que íbamos por buen camino. La doctora Monterroso dio un gran aporte y la extrañamos. Ahora estamos en busca de un patólogo que podamos inscribir en la comisión de bioética del Hospital”, comentó Venegas.
Utilidad. De momento, los científicos están en un proceso de “preproducción”, es decir, están validando sus técnicas en un laboratorio. El primer paso de estos procedimientos siempre se realiza en laboratorio, para determinar que la técnica es segura y eficaz.
Por ahora, no pueden usarse las células madre porque el proyecto que permite investigaciones biomédicas en humanos está aún en discusión en el Congreso.
La esperanza es que inyectando o aplicando las células en el paciente, estas puedan regenerar vasos sanguíneos tras un infarto o trasplante, y que el tejido grasoso trate quemaduras.
Obstáculos. El equipo no ha podido seguir creando nuevos vasos sanguíneos por falta de dinero.
El poco presupuesto también retrasa el siguiente paso: la obtención de tejidos de cartílago y hueso a partir de células madre.
“La Sociedad Internacional de Terapia Celular nos pide formar esos tejidos para estandarizar las terapias. Ese es el próximo paso. Esperamos tener apoyo, ya que podría ayudar a muchos pacientes y ser un futuro tratamiento en la CCSS”, concluyó Valerín.