Más de 1,1 millones de costarricenses conviven con alguien que fuma y pasan inhalando el humo que ellos exhalan. Se trata del 20% del país que está expuesto al fumado pasivo, el cual conlleva aún más riesgos para la salud que el activo.
Pero la preocupación va más allá: el 35% de los ticos que respiran constantemente el humo del cigarrillo son niños.
Así lo señalan datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) presentados este martes.
Los hijos de padres que fuman son más propensos a padecer infecciones respiratorias, crisis asmáticas y otitis (infección del oído medio). Al llegar a la adolescencia, tienen hasta dos veces más de probabilidades de fumar y consumir alcohol.
Y hay más: un 31% de las muertes en el mundo por fumado pasivo corresponden precisamente a niños. Asimismo, un fumador pasivo tiene 35 veces más riesgo de desarrollar cáncer de pulmón que una persona que nunca se expone al tabaquismo.
“Un fumador pasivo aspira tres veces más alquitrán y nicotina y cinco veces más monóxido de carbono que un fumador activo. Los niños son todavía más vulnerables”, alertó Roy Wong, epidemiólogo de la CCSS.
También alergias. Manuel Soto, jefe de neumología del Hospital Nacional de Niños (HNN), dijo que los niños con asma y alergias son especialmente sensibles al humo de segunda mano, pues su presencia incide en un incremento de este tipo de crisis.
“Es preocupante. Los pulmones de un niño no tienen la misma fuerza de un adulto y por ello sus vías respiratorias son más vulnerables. Hay una estrecha relación entre el asma y el fumado pasivo. El 30% de la población asmática convive con un fumador y esto empeora la salud”, explicó Soto.
Además, una mujer que fume en el embarazo expone a su hijo aún más, pues los químicos del cigarrillo –especialmente nicotina y monóxido de carbono– atraviesan la barrera de la placenta.
Mantener el fumado durante la gestación aumenta el riesgo de bajo peso al nacer, síndrome de muerte súbita, partos prematuros, abortos espontáneos y desprendimiento de la placenta y complicaciones en el parto.
“Hay padres que creen que basta con no fumar cerca de los chiquitos, pero no se trata de eso; se trata de no fumar del todo. El olor a tabaco en la ropa ya puede exponer la salud del menor”, manifestó Soto.
Costos. El fumado es un vicio que le sale caro al país. Solo el año pasado, la CCSS invirtió ¢91.333 en la atención de pacientes con enfermedades relacionadas al tabaco. Se estima que el 10% de estos costos son por fumado pasivo.
A esto hay que sumar las posibles incapacidades por este tipo d males, así como la disminución de la productividad laboral.
Para paliar el efecto del fumado pasivo, la CCSS lanzó una estrategia de comunicación e información sobre los efectos del fumado pasivo, compuesta por comerciales de televisión, cuñas radiofónicas, vayas publicitarias, mupis y comunicados en las redes sociales.
Además, a partir de agosto próximo se harán actos culturales en las zonas del país que reportan la mayor incidencia de este vicio. Por ejemplo, el ballet folclórico Nayuribes hará gira con un espectáculo donde el público tendrá lo mejor de su faceta artística, pero también recibirán un mensaje en contra del fumado.
“Tenemos que exigir espacios libres de humo por el bien de la salud. Todo esto comienza por tener la información y conocer bien del tema”, concluyó María del Rocío Sáenz, presidenta ejecutiva de la CCSS.