La estrategia para reducir las muertes en carretera en Paraguay se valió de recursos poco habituales. Incluyó operativos de tránsito que multaron al expresidente de Paraguay, Fernando Lugo, y también a uno de sus vicepresidentes y a senadores, entre otras personalidades; también campañas que involucraron a las familias en la formación de la cultura vial y, además, oficiales de tránsito que premiaban con rosas a los conductores libres de alcohol el Día de los Enamorados.
El gestor de esta iniciativa, Eduardo Petta San Martín, exdirector de la Policía de Tránsito de ese país y actual senador, conversó sobre este tema con La Nación .
Petta participó el martes en una charla sobre la responsabilidad compartida de la sociedad para proteger las vidas en carretera, evento organizado por el Consejo de Seguridad Vial (Cosevi).
¿Reducir las muertes en carreteras es un asunto de legislación o de una cultura vial fuerte?
Las dos van de la mano. Tenemos que legislar acorde con la realidad y con el factor humano. Lógicamente, la aplicación de la norma debe ser efectiva; si no, no resulta. El país se puede jactar de tener la mejor legislación, pero las estadísticas dirán lo contrario.
”Si vas a las causas, podés encontrar que por la influencia de la clase política no se está aplicando (la ley) o que la gente se resiste (a cumplir la ley) porque la percepción de los oficiales es negativa. Por eso, el control de resultados y el análisis de modificación de conducta son claves”.
Usted dirigió un proyecto que permitía a los niños emitir boletas de infracción a los papás cuando, por ejemplo, no usaban el cinturón de seguridad. ¿Qué papel cumple la familia en la cultura vial?
La mayor inseguridad en América Latina es la inseguridad vial. Y parece que no lo estamos asimilando como un problema grave. Nosotros hemos trabajado en la sensibilización para que la persona entienda que puede ser parte de las estadísticas.
”La gente piensa que no le va a pasar (un accidente de tránsito) y eso es perder la sensibilidad hacia la vida y exponerse a conductas riesgosas como peatón y conductor de vehículo y motocicleta. Por eso, decidimos trabajar en la familia como el elemento formador base”.
¿Qué encontraron ?
En el fin de semana, papá nos lleva a una carne asada con la familia y amigos, toma licor y después conduce para llevarnos a la casa. Viene bajo los efectos del alcohol y sin cinturón de seguridad.
”Ese es el espejo que tiene un niño en crecimiento en el ámbito familiar. Entonces, nosotros les decimos que son importantes (a los padres) y les proponemos pactar, en familia, la modificación de ciertas conductas para que su niño no sufra un accidente y que no haya una destrucción del seno familiar”.
¿Cuál fue el resultado?
Al inicio, un 23% de los padres no usaban el cinturón de seguridad; al final (del juego) subimos a un 85%.
“Sin embargo, los resultados fueron más allá de la seguridad vial. Los padres empezaron a conversar con sus hijos en el trayecto de la escuela a la casa. Y eso es hacer familia”.
En el tema de control, ¿qué aspectos se deben cuidar?
El control debe acompañarse de la impunidad. Si yo hago una boleta de infracción a una persona, esta impugna y un juzgado acepta esta impugnación, no hay ley que valga.
”Tenés que hacer una auditoría de cuántas infracciones (de tránsito) se levantan (en las calles), cuántas se sancionan en los juzgados, cuántas se impugnan y las razones. Por ejemplo, si se escribió mal el parte o la persona tiene un amigo en el juzgado”.
¿Cómo romper este ciclo?
En materia legal, somos iguales ante todos y hay que aplicar la ley igual para todos.
Bajo su mando, al expresidente Lugo le hicieron un parte. ¿Qué resultado dio este hecho?
El presidente rompía el protocolo. Era el Día de la Madre y él (Fernando Lugo) conducía su automóvil hacia el interior (del país) y corría. Se le pidió la licencia y estaba vencida. Se le sancionó y luego pagó la infracción. Con ello, se instaló un tema: el control y la aplicación de la ley es igual para todos”.
¿Cuál es el papel de los políticos en el tema vial?
Aquí hay que pactar. Si su presidente (Luis Guillermo Solís) no entiende el problema del tránsito, pues no van a solucionarlo. Hay que intervenir para que las empresas trabajen en la seguridad vial.
”Este es un problema de salud pública, de presupuesto, de gente con lesiones y de pérdida de mano de obra calificada. Es un genocidio (los accidentes de tránsito) y hay un silencio de la clase política”.
Los accidentes en moto tienen una incidencia pronunciada en los los percances de tránsito en Costa Rica, ¿cómo manejar el problema?
Este es un fenómeno nuevo en América Latina y apenas lo estamos estudiando.