En 1905, en el barrio parisino de Montmartre, Pablo Picasso pintó a sus arlequines. Es poco probable que imaginara que uno de esos cuadros cruzaría el océano Atlántico para llegar a Costa Rica, 109 años después.
Sin embargo, uno de sus famosos bufones, el que saluda, recorrió los 8.900 km que separan la capital francesa de San Joaquín de Flores, en Heredia.
¿Cómo llegó allí? Es un misterio. Lo cierto es que, desde esa ciudad, una persona lo enrolló en un tubo de cartón y lo envió por medio de un servicio de correo exprés a Washington.
El remitente dijo que "el papel" valía $1. Cuando el paquete arribó a la aduana de la capital estadounidense llamó la atención de un oficial. Al abrirlo, encontró que no era un documento, sino un Picasso original, valorado en $76.000.
Venía acompañado de un certificado de autenticidad de la obra, pintada en técnica gouache sobre papel. El título se emitió el 4 de abril de 2014. De inmediato, el policía alertó a la Interpol y esta, a su vez, a sus colegas en San José. Así recuerda el caso Luis Diego Morera, oficial costarricense en ese cuerpo internacional.
Con el nombre y la dirección que figuraba en el paquete, varios agentes llegaron a un condominio en San Joaquín. Cuando dieron con el presunto traficante, él casi se desmaya.
"Soy un jubilado del Poder Judicial; ¡jamás haría algo así!", dijo el hombre, a quien el verdadero culpable también le había robado su identidad para trasegar arte ilegalmente.
Este reporte sobre Costa Rica forma parte de una investigación regional que también evidencia las historias ocultas del saqueo cultural de América Latina. El proyecto es original de OjoPublico de Perú, en alianza colaborativa con la Unidad de Datos de La Nación, Plaza Pública de Guatemala, Animal Político de México y Chequeado de Argentina.