Cualquier selección brasileña “apantalla” de entrada. No importa si sus jugadores son sub 21, o novatos, o nunca han jugado en Europa.
Brasil es favorito siempre y cualquier actuación que no culmine con el título se considera una decepción.
Por eso la constelación menor que llevará Carlos Alberto Parreira a Perú no puede ser excusa para justificar una eventual mala presentación.
Y para acentuar aún más la obligación, a los brasileños les tocó un grupo que se adivina accesible: Paraguay con una Selección Olímpica, Chile repleto de bajas y Costa Rica con un entrenador que llegará sin apenas conocer al plantel.
Los retos de Brasil, más bien, deberían llegar conforme avance el torneo, dando por descontado que superará aquellos primeros duelos.
No es la primera vez que el equipo del jogo bonito menosprecia la Copa América enviando un puñado de suplentes.
Las últimas dos veces que utilizaron a la estelar, en 1997 y 1999, volvieron a casa con sendos trofeos para adornar aún más las sobrepobladas vitrinas de su federación.
Así que ganar en América no es tan fácil como para confiarle la disputa de la Copa a un grupo de suplentes. Este tipo de lujos se pueden pagar caro.
Por ejemplo, en la edición anterior el equipo de Honduras dio una lección a Brasil, al derrotarlo en cuartos de final. Quizás Goliath no llevaba sus mejores armas, pero el triunfo de David siempre quedó para el registro.
Improvisar
Parreira tuvo que apelar a su espíritu de improvisación para darle descanso a figuras como Ronaldo, Roberto Carlos, Ronaldinho y Kaká. Es decir, el póker de ases que a cualquiera le hubiera gustado ver en Perú.
Con los astros de vacaciones, habrá que conformarse con actores de reparto. Uno de ellos es Luis Fabiano, primera opción en el ataque verdeamarelha cuando algún estelar no puede jugar.
El artillero pertenece al Sao Paulo, pero es un hecho que pronto será traspasado al futbol europeo por no menos de $10 millones (¢4.370 millones).
El otro delantero sería Adriano, del Inter de Milán, también un desconocido a la par de compatriotas mucho más ilustres.
También habrá otros legionarios, como Julio Baptista, del Sevilla español, y Alex, del Fenerbahce de Turquía. No son galácticos, pero algo es algo.
Históricamente, el pentacampeón del mundo no se obsesiona con ganar la Copa América. Quizás por ello en el recuento de títulos vaya muy detrás de Argentina y Uruguay, que se han dejado el cetro 14 veces, contra solo seis de los brasileños.
Pero tampoco pueden repetir el papelón de la vez anterior, cuando un equipo de Concacaf los dejó fuera. Extraño dilema el de Parreira: empatar la cargada agenda de la Selección con el exceso de partidos de sus muy cotizadas luminarias.