Ante la indignación de los directivos y afición generaleña, Badilla empezó a meterse con la banda integrada en su mayoría por niños de escuela en una decisión que, dijo, provenía de la Comisión de Arbitraje.
Según Freddy Zamora, cuarto árbitro, ellos solo están siguiendo las órdenes del ente superior. Zamora aseguró que no se trata de algo antojadizo, sino que, en la ubicación que tenían los improvisados músicos ayer, era imposible que los jugadores escucharan correctamente el pito del árbitro y, mucho menos, se podían comunicar entre ellos o hablar con su entrenador.
En la bancada generaleña, entre tanto, pululaba la indignación. Mientras los técnicos y jugadores de uno y otro equipo prefirieron mantenerse al margen del asunto, los directivos de Pérez insistían en que estaban aplicando a su equipo una regla que no se cumple en ninguna parte. "Esto pasa porque somos un equipo pequeño. ¡Vaya a ver si al Saprissa o a la Liga le hacen eso! ¿Cómo les vamos a decir a los chiquitos de escuela que se callen o que se pasen a sol? Ellos pagaron su entrada y están cumpliendo con lo que tanto tratamos de inculcar: apoyar al equipo con alegría", dijo Wílliam Ramírez, tesorero del equipo. Sin embargo, Zamora dijo que la disposición se puso en práctica el miércoles anterior en Guápiles.