Paraíso. La mediocridad en estado de gracia se paseó ayer por la grama del Quincho Barquero y el resultado no podía ser otro que un partido para el olvido, con hinchas malhumorados en las tribunas y una que otra salida irónica, como aquella en boca de un feligrés insatisfecho, deslizada al final: "Voy a poner un ësalacuartazo, para que me devuelvan la plata".
El aficionado se sentía defraudado y en la libreta del cronista podría encontrar apoyo a su causa, pues en 90 minutos de acción, apenas se registraron dos arribos cartagineses con pretensiones de red, muchas faltas, decenas de pelotas mal servidas y una impericia con la pelota pocas veces vista en 22 hombres que escogieron el futbol como profesión.
Cartaginés y San Carlos igualaron a cero y de paso hirieron la sensibilidad de 3.000 aficionados, que ingenuamente se acercaron al estadio atraídos por la promesa de buen futbol que siempre desgranan los arranques de campaña.
Jugar mal
Se jugó mal de principio a fin. Y del caos se prendieron, también, el juez Orlando Portocarrero y sus asistentes, Milena López y Esteban Ramírez.
El árbitro vio las acciones de lejos, permitió el juego fuerte, dejó de amonestar a hombres en ambos bandos, y le faltó personalidad para avalar incursiones, de uno y otro equipo, que sus ayudantes marcaron erróneamente como off-side .
Todo se combinó para que el juego no surcara la frontera de lo trascendente, cuando todos esperábamos que el momento brillante de la Selección repercutiría en espectáculos trepidantes, de ida y vuelta, con propuestas audaces en procura del gol.
El Cartaginés del checo Michal Bílek arrojó muchas dudas, pues con excepción de los últimos 15 minutos de juego, no produjo nada digno de mencionar.
Empleó un 3-6-1 rígido, con pocas variantes tácticas, que fracasó en su propósito de vulnerar el arco de Rónald Sequeira. Hubo, eso sí, algunas novedades. Danny Fonseca dejó su puesto como líbero y pasó al mediocampo, como contención y primer lanzador del equipo. Puso lo que tiene: despliegue físico, presencia en aquellos sectores por donde circula la pelota y algunos servicios a los costados, en procura del relevo de los laterales volantes José Brenes y Sergio Martínez.
Le faltó un socio, porque apenas Cartaginés insinuó un desequilibrio, el técnico visitante Daniel Casas lo cercó con una marca alterna entre Giovanni Hidalgo y Pedro Bonilla, y la promesa de algo bueno se desvaneció.
En el complemento, llegó el hombre que todos esperaban: Hugo Madrigal en reemplazo del errático Leonardo Moreira , y con él algunos lujos impensados en aquel desierto de ideas.
El Licenciado propuso la "utopía" de juntarse y tocar, de filtrar balones a espaldas de Juan José Rodríguez y Carlos Picado, para el arribo sorpresivo de Kenneth Cooper. El atacante comenzó a pesar en el partido y, por primera vez, alimentó la sensación de que el gol podía caer.
En una acción que pintaba para más, dejó a cuatro rivales en el camino, pero Madrigal llegó tarde al cierre. En otra, sobrepasó a Eddy Salas y a Bonilla, pero Sergio Martínez se demoró y Sequeira, a ras del piso, se quedó con la pelota.
La producción de Madrigal creció cuando Bílek sacó a Hugo Soto, de rendimiento dispar, e introdujo a Fabricio Mena.
El hermano de Cristian, convocado a la Selección Sub-21, no defraudó. Espigado, de buen manejo de pelota con su pierna izquierda, sacó a José Rojas de posición, con su futbol pelota al pie y de continuos desplazamientos.
En un ratito, apenas siete minutos, desequilibró más que Soto y Moreira juntos, principalmente cada vez que se ofrecía destapado por la izquierda, como receptor natural de los servicios enviados por Madrigal.
San Carlos se conformó con el 0 a 0, quizás para enmendar, de cara al futuro, su talón de Aquiles de la temporada anterior: perder cada vez que salía del Carlos Ugalde.
Los aciertos de Madrigal y la promesa de talento que se desgranaba cada vez que Fabricio tocaba la pelota, no alcanzaron para torcer el destino de un partido condenado al olvido.